Maverick Viñales: Reiniciando el sistema

Píldoras 2018, capítulo 10: Maverick Viñales, cuarto en el Mundial de MotoGP.

Nacho González

Maverick Viñales (Fotos: Gold & Goose)
Maverick Viñales (Fotos: Gold & Goose)

Estamos ante una nueva versión de Maverick Viñales. El piloto español ha pasado una mala racha que ha durado demasiado. Es difícil precisar cuándo empezó, pero se podría situar su inicio el año pasado entre Le Mans y Mugello. En Francia ganó y en Italia se quedó cerca, pero se durmió en los laureles y se le escapó Andrea Dovizioso.

A partir de ahí, un puñado de podios y momentos de brillantez, pero relegado a un segundo plano en la lucha por el título entre Marc Márquez y Andrea Dovizioso. Otro año más, con el agravante de que en este 2018 ni siquiera ha terminado ni tercero ni, sobre todo, como primera Yamaha, honor que ha recaído en su compañero Valentino Rossi.

La victoria de Phillip Island actuó como bálsamo y poco más. Ni tan siquiera se puede considerar que sirviera para que recordase que es un piloto ganador, porque jamás dudó de su capacidad. Lo que pasa es que el clima de igualdad en el actual paradigma de MotoGP es tal que si pierdes un puñado de décimas te conviertes sin darte cuenta en la cuarta marca en discordia.

Marca con la que Viñales había renovado hasta 2020 antes de comenzar la temporada, confiado en dejar atrás una segunda parte de 2017 para olvidar. No fue así: la sequía de la marca se tornó histórica y la suya propia se fue más allá de un año, algo impensable para un piloto que ganó sus dos primeras carreras con la YZR-M1 y tres de las primeras cinco.

Maverick Viñales: Reiniciando el sistema

Maverick Viñales: Reiniciando el sistema

Pasar de eso a un solo triunfo en 31 carreras no es algo sencillo de gestionar, menos todavía para un piloto que se encuentra en el despegue de su carrera y que ya se imaginaba como campeón de MotoGP. Si es duro perder un título, no estar siquiera en disposición de pelearlo es un jarro de agua fría para alguien con sus aspiraciones.

Así se explica que se haya pasado la temporada entre el enfado y la resignación, repitiendo por activa y por pasiva que el problema no era él. Una actitud que le granjeó algunas críticas, argumentadas en que cuando el fin de semana se torcía, su compañero Rossi salvaba mejor los muebles. Pero cuando la M1 respondía, solía ser él quien la llevaba más alto.

Aun así no pudo arrebatarle la tercera plaza al regular italiano, repitiendo el cuarto que ya logró con Suzuki. Tras dos años había repetido puesto y número de victorias, lo cual distaba mucho de ser el plan que dibujó su mente cuando oscureció el azul al estampar su firma en el contrato de Yamaha. Había que cambiar cosas: desde el motor –al que señala como gran culpable-, hasta algunas modificaciones más personales.

Como en el fútbol, donde es más fácil cambiar al entrenador que a 25 jugadores, Viñales decidió despedirse de una figura de renombre como es Ramón Forcada en busca de la complicidad de Esteban García. También deja el 25 y se reencuentra con aquel 12 de cuando era un niño y pilotaba por diversión. El mensaje es claro: para 2019, Maverick Viñales está reiniciando el sistema hasta un punto anterior para seguir a partir de ahí.

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