Serían los Zipi y Zape de Turquía si no fuera porque el ‘pequeño’ le saca una cabeza al ‘mayor’. Entrecomillo porque Can Oncu y Deniz Oncu son mellizos y están lejos de ser dos gotas de agua, ni siquiera de distinta nube. Lo de Zipi y Zape les viene al pelo más allá de lo físico: hermanos, inseparables y siempre con la cara de estar pensando en la siguiente trastada.
Así, escabulléndose entre los camiones del paddock, han ido dando saltos hacia delante. Globalizando poco a poco sus travesuras dentro de pista. El año pasado se dieron a conocer tanto en la Asia Talent Cup como en la Red Bull Rookies Cup, y pronto supimos que el apellido Oncu no iba a pasar desapercibido en el mundo del motociclismo.
Su bisoñez les llevó a mezclar exhibiciones con errores de bulto. Así, mientras Deniz ganaba una épica Asia Talent Cup, Can dejaba escapar una Rookies Cup que tenía en el bolsillo a mitad de año. Para 2018 cambiaron Asia por España y sus alrededores, y compaginaron la Rookies con el Mundial Junior de Moto3, también vestidos de Red Bull en el equipo que dirige el finlandés Aki Ajo, cuyo ojo clínico para el talento suele dar en la diana.
El paseo de Can Oncu en la Red Bull Rookies Cup ha sido escandaloso. Campeón con antelación, su superioridad y su condición de quinceañero llevaron a MotoGP a ampliar la llamada ‘ley Quartararo’ a la Red Bull Rookies Cup, dando lugar a la conocida como ‘ley Oncu’, que le permitía debutar en el Mundial.
Mientras Deniz rubricaba el subcampeonato, Can se preparaba para mayores cotas. Hasta ese momento, la trayectoria de los hermanos había ido de la mano. Siempre juntos en pista y brillando en paralelo. La nueva excepción haría que, por primera vez desde que se dieron a conocer, Deniz tuviese que conformarse con jalear a su hermano desde el muro.
El primer vuelo en solitario de Can Oncu en el Mundial de Moto3 se pensó para Australia, hasta la lógica de la logística se impuso y se decidió esperar a la cita final en Valencia. Su edad abría una diminuta rendija en los libros de historia: tenía una ocasión para batir el récord de precocidad de Scott Redding. Sólo una: en Qatar 2019 ya sería tarde.
Dicha ocasión se presentaba como anécdota. Absolutamente nadie podía esperar que el joven y prometedor Oncu, que apenas había logrado un podio en todo el año en el Mundial Junior, podría luchar si quiera por el podio. Seguramente en condiciones normales no hubiera podido, pero apareció la lluvia. Ese elemento que hace a los adultos refugiarse y multiplica las ganas de jugar de los niños, capaces de encontrar la felicidad más pura chapoteando en un charco.
A un niño no le puedes decir que no puede hacer algo, porque basta con que le digas que no puede para que lo haga. A Can Oncu alguien le debió decir que en el agua no se podía volar. Y entonces voló. Feliz, voló durante 43 minutos, seis segundos y 370 milésimas para amerizar en la historia del motociclismo. En el Ricardo Tormo nació una pequeña estrella, veremos cuán grande y brillante se hace.