Gracias Dovi, gracias Ducati

Los aficionados de MotoGP les debemos mucho en este Mundial de MotoGP 2017.

Nacho González

Gracias Dovi, gracias Ducati
Gracias Dovi, gracias Ducati

Olvidemos el Mapping 8. Olvidemos las órdenes de equipo, tan habituales como legítimas en un deporte de equipo. “Hemos hecho lo que había que hacer”, ha dicho Gigi Dall’Igna. Así es: ni más ni menos. Olvidemos lo urgente y vayamos a lo importante. El Mundial de MotoGP 2017 llegará vivo a Valencia. Y eso se lo debemos a Andrea Dovizioso y a Ducati.

Andrea Dovizioso no llegará con opciones de ser campeón a Valencia por un mensaje puntual aparecido en la moto de Jorge Lorenzo. Llegará con opciones porque antes de ganar en Sepang, ya había ganado otras cinco carreras en esta temporada.

No llegará con opciones porque su compañero no haya querido asumir riesgos cuando él se estaba jugando el mundial. Llegará porque ha acumulado 261 puntos y las matemáticas todavía salen.

Llegará porque, efectivamente, Ducati ha hecho que lo tenía que hacer. Pero no hoy. Durante años. Lo que tenía que hacer es una moto campeona, y la ha hecho. Lo que tenía que hacer era asegurarse de juntar en el box a dos grandes pilotos, y prescindir de aquel que podría verse tentado a hacer ciertas locuras que podrían poner en peligro el bien común del equipo y la marca. Y lo ha hecho.

Ducati ha hecho muchas cosas bien y por eso están arriba otra vez. Han creído en una idea y la han dejado madurar. Y es justo por eso por lo que los aficionados de MotoGP 2017 tenemos que darles las gracias, porque gracias a ellos casi ni nos acordamos de cuando el mundial era bicolor, pese a que no hace tanto.

Hay que dar las gracias a Ducati por haber desarrollado la Desmosedici hasta alcanzar un altísimo nivel en su versión GP17, capaz de ruborizar en según qué circuitos a la Honda RC213V, a la Yamaha YZR-M1 o a las dos a la vez.

Hay que dar las gracias a Ducati por haber creído en Andrea Dovizioso, por haberle sabido comprender y haber sabido escuchar sus ideas para avanzar.

De igual forma, hay que dar las gracias a Dovi por elevar el nivel. Por haber ganado siete de las últimas 19 carreras en MotoGP, más que ningún otro piloto.

Hay que dar las gracias a Dovi por haber creído en el proyecto de Ducati, y por haber creído en sí mismo, en que solamente necesitaba una moto a su medida para ganar.

Hay que dar las gracias a Dovi por no haber reclamado su cuota de pantalla con frases altisonantes, sin hacer más ruido que el del champán descorchado en el podio.

Hay que dar las gracias a Dovi y a Ducati por haber crecido juntos. Porque, desde que se vistió de rojo allá por 2013, Andrea Dovizioso no ha dejado de mejorar como piloto y la Desmosedici no ha dejado de mejorar como moto.

Y ninguna de las dos mejorías se puede entender como algo aislado. Es una sinergia que ha redundado en un aumento del espectáculo en general, y en la prolongación de la resolución del campeón de 2017.

Salvo milagro en Valencia, el título será para Marc Márquez. Pero eso tampoco importa. Lo que importa es que hasta entonces, una bendita incertidumbre reinará sobre el paddock de MotoGP. Y se lo debemos a esa roja 04. Gracias Dovi, gracias Ducati.