Como si se tratara de un semáforo, el Mundial de Superbike se había convertido durante las cuatro últimas temporadas en una dualidad donde sólo cabían el rojo y el verde. La marcha de Aprilia dejó un Kawasaki versus Ducati que ninguna marca parecía capaz de quebrar, sobre todo desde que Jonathan Rea se cansó de hacer milagros con la Honda mientras esperaba unas promesas que nunca se materializaban.
Michael van der Mark no titubeó tanto. Igual que Rea, se hizo mayor en Honda, logrando con sendas CBR600RR el Europeo de Superstock 600 en 2012 y el Mundial de Supersport en 2014 antes de saltar a Superbike con la CBR1000RR, con la que ya había vencido las 8 horas de Suzuka en 2013 y 2014.
En Superbike ilusionó desde el principio. Dos podios ante su público en Assen le ponían el cartel de nuevo baluarte de la marca, que refrendó en un gran 2016 con la cuarta posición final con seis podios. Su evolución era notable. Tan notable que sintió que la de Honda no estaba a la par, así que decidió apostarlo todo al azul y aceptó la oferta de Yamaha.
La marca de Iwata había vuelto al campeonato en ese mismo 2016 con la nueva R1 y tras un año de aclimatación, vieron en VD Mark un líder ideal para la aventura de reconquistar Superbike. El interés en el holandés era lógico, lo difícil era que él aceptara pasar de una moto que le permitía hacer podios a una que solía rondar el top ten.
Sin embargo, aceptó. Había visto en Rea lo que podía pasar si se enrocaba en su fidelidad a Honda y apostó por el azul. En el momento fue un paso atrás, pero con el transcurso de la temporada se observó una gran evolución y acabó con un par de podios, además de su tercer triunfo en Suzuka, donde llevaba dos fiascos seguidos con Honda.
2018 ha sido el año que ha demostrado que la apuesta del holandés fue acertada: el azul empieza a dar notables dividendos. Para empezar, se ha convertido en el primer europeo de la historia en ganar cuatro veces las 8 horas de Suzuka –y segundo no japonés tras Wayne Gardner-; y el primer piloto de la historia en repetir victoria con dos marcas distintas.
La diferencia es que esta vez la victoria de Suzuka no era la única. Poco antes había tenido lugar su mágico fin de semana en Donington Park, donde le dio a Yamaha su primer triunfo desde finales de 2011. No conforme con eso, rubricaba el doblete para demostrar dos cosas que ya se venían intuyendo: que Yamaha es la alternativa a Ducati y Kawasaki, y que VD Mark era el líder que los azules necesitaban.
Aunque falta el último paso, ‘Mickey’ ha cerrado 2018 con hasta diez podios –multiplicando por cinco su año anterior-; con la tercera posición de la general, peleando por el subcampeonato hasta el final; y con la percepción de que, por su edad y por su proyección y la de Yamaha, es uno de los principales candidatos a destronar a Rea.