100.000 km con la Triumph Sprint 900

Jesús es un enamorado de las Triumph Sprint, tanto es así que no se ha conformado con tener solo una unidad. Tras miles de km a sus espaldas el modelo británico le ha dado muchísimas satisfacciones.

Jesús Germán Redondo Roncero

100.000 km con la Triumph Sprint 900
100.000 km con la Triumph Sprint 900

Los años 80 supusieron la explosión de las motos japonesas. Mi vieja Laverda 1000 de 1980 era un cacharro en 1985 comparada con la Kawasaki GPZ900 o la Yamaha FJ1100, aun así cuando la industria europea parecía que nunca más volvería a florecer apareció Triumph. Muchos echábamos en falta una marca clásica… No sé, con personalidad pero con motos modernas y fiables. 


Mi primer amor fue la Triumph Speed Triple en naranja, una preciosa café racer. Desgraciadamente solo tenía un millón de pesetas por lo que me llegaba para una Triumph Trident 750. El caso es que después de pasar muchas tardes en el escaparate de Proeuropa Motor, un día apareció una unidad de Triumph Sprint 1995 que provenía de Onex, el primer importador. Había sido usada como unidad de pruebas por MOTOCICLISMO (tengo guardada la revista).


Tenía 6.600 km, avisadores derretidos, colectores y escapes lijados, cosa que me valió para vacilar con mis amigos. Costaba 950.000 ptas, por lo que alcanzaba con mi presupuesto. Me seguía pareciendo toda una clásica café racer con su semicarenado bifaro al estilo Norton John Player, bueno igual no se parece mucho, pero es británica y bifaro. Fue todo un acierto ya que con su semicarenado es una moto con un radio de acción mucho más amplio, sin perder el encanto clásico.


Tras unos años y 80.000 km la vendí porque tenía un problema, después de cada puesta a punto tras 2.000-3.000 km no arrancaba bien en frío, incluso escribí a MOTOCICLISMO y me publicaron la consulta. Me compré esta moto para que fuera mi compañera para siempre, no pensaba cambiarla nunca. Luego encontré otra Triumph Sprint, para mí era como si fuera la misma, la segunda era una Executive, tenía maletas y 40.000 km. La pinté de plata y le hice unas franjas negras clásicas con el logo de Triumph de su primera época.


Este verano volviendo de una ruta por los Pirineos franceses paré en la autovía para hacer la foto de los 100.000 km… por fin. No sé si este es un objetivo 100.000 realmente, a ninguna de mis motos le he hecho yo los 100.000, a la primera 75.000 km y a la segunda 60.000, total 135.000. En estos años muchos amigos, viajes, concentraciones, muchas aventuras que contar… Faro, Pingüinos, carreras de La Bañeza, Jerez, Asturias, Pirineos franceses y muchas rutas también con mi motoclub Mineros Puertollano. Aprovecho para invitaros a nuestra concentración a final de agosto, todo un clásico con más de 20 ediciones…


Mis sueños de adolescente cuando iba con el Vespino a la carretera nacional a saludar a los moteros haciendo la V se han hecho realidad con mis queridas Triumph Sprint… y lo que nos queda por vivir juntos. 
Teniendo en cuenta que es una moto con 20 años, a mí me sigue pareciendo una pasada. Frenos un 10, Triumph en frenos tira la casa por la ventana con unos Nissin 320 de 4 pistones.

El motor por carácter y forma de entregar la potencia es una maravilla, como todos los tres cilindros va perfecto en medios que es lo que se utiliza. En las pruebas decían que era una moto torpe, muchos kg y centro de gravedad muy alto, pero para mí va genial en carreteras de segunda. Gracias a las suspensiones con mucho recorrido y al manillar alto y ancho se conduce como una supermotard, tirando la moto. En el apartado negativo estaría la estabilidad a altas velocidades, se mueve un poco debido a esas mismas suspensiones sueltas, pero bueno nada preocupante, solo algunos cabeceos. A lo que sí que le pongo un 0 que ya lo ponían en las pruebas en su día es a la accesibilidad mecánica. La bujía cae debajo del chasis, lo que en un tricilíndrico con espina central ya es un problema. La fiabilidad, a pesar de los problemas de puesta a punto de la primera unidad y varias puestas a punto, solo merece alabanzas. Esta segunda unidad con 100.000 km ha tenido un mantenimiento mínimo. Ni reglaje de válvulas ni nada. Ahora, a los 100.000, ha habido que cambiar el sensor de temperatura y el interruptor de luz de freno delantero, 60 €, aparte de algún retén de suspensión y poco más. En 135.000 km y 20 años creo que es un buen balance. Desde los 50.000 km gastan un poco de aceite, ahora con 100.000 y de viaje dándole caña puede llegar a 400 cc/1.000 km. 


No quiero dejar de mencionar a mi gran amigo Floro, con el que desde jóvenes compartíamos la pasión por las motos y soñábamos con grandes viajes. Agradezco su apoyo ya que al principio tuve problemas psicológicos que me impedían casi montar en moto, y se chupó muchos viajes a 50-60 km/h, gracias.
Espero volver por aquí con un objetivo 200.000. Uves y ráfagas.

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