Los motoristas más jóvenes e incluso los ya maduros seguramente desconozcan la marca BSA. Es comprensible, pues al fin y al cabo este fabricante de motos cesó su actividad hace cincuenta años, concretamente en 1973.
Los orígenes de BSA se remontan nada menos que a 1861, que fue cuando se fundó la Birmingham Small Arms Company dedicándose originalmente a la fabricación de armas de fuego –de ahí los tres fusiles de su escudo-. Esto es algo común en muchas otras marcas de moto, pues al fin y al cabo los materiales, las herramientas y los procesos metalúrgicos necesarios para la confección de rifles y balas también servían para producir automóviles de dos y cuatro ruedas. Por algo los cañones y los motores comparten una forma cilíndrica. Así fue como BSA empezó a fabricar primero bicis y, a partir de 1903, también motocicletas, además de otro vehículos militares.
La vinculación bélica propició la rápida expansión de BSA durante la primera mitad del siglo XX, gracias a las dos grandes guerras internacionales en las que Gran Bretaña tuvo una gran implicación, y también la Birmingham Small Arms como proveedor del ejército británico (y también del estadounidense). Gracias a ello, BSA se convirtió en uno de los mayores fabricantes de motos del mundo, destacando también en el ámbito deportivo, tanto en velocidad como en modalidades off road.
Ahora bien, una vez terminados los conflictos armados, BSA entró en decadencia a partir de los años 50 y pese a llegar a fusionarse con Triumph para formar el grupo Norton Villiers Triumph, la compañía de Birmingham cesó su actividad en 1973.
El renacer ha llegado medio siglo después gracias a los grupos indios Mahindra y Classic Legends, que quieren revivir en el presente la cultura motociclista del pasado. Algo que se materializa en 2023 con el lanzamiento de la Gold Star 650.

Culto vintage
La saga Gold Star nació nada menos que en 1937, y rápidamente se ganó una gran popularidad entre los pilotos de competían en carreras británicas de club por la formidables cualidades deportivas. Eran modelos realmente ligeros y ágiles para su época, y siempre impulsados por motores monocilíndricos de 350 ó 500 cc. La versión de 1963, denominada DBD34, fue la última producida y también es en la que se ha inspirado ahora BSA para el desarrollo de la Gold Star 2023.
El concepto inspiración se queda en verdad un poco corto, pues la nueva Estrella Dorada es prácticamente una copia de su tatarabuela aunque fabricada con los procesos y los materiales del siglo XXI. El trabajo de los diseñadores es desde luego admirable, sobre todo por la similitud de elementos como los guardabarros metálicos, las tapas del motor, las formas del colector de escape, el asiento, las tapas laterales, el chasis… Francamente, si no fuera por la ausencia de partes oxidadas y tornillos con la cabeza comida, al verla en persona podríamos pensar que estamos ante una BSA de los años 60 perfectamente restaurada.
Bueno, en verdad, si nos quitamos el velo de la añoranza, bien podemos distinguir unos cuantos elementos propios del nuevo siglo, especialmente en el motor. Este mantiene su estructura monocilíndrica, que era la gran premisa de los responsables de BSA al encargar el desarrollo del motor a Rotax, aunque está dotado de inyección electrónica, arranque eléctrico, refrigeración líquida y lubricación por cárter seco. El motor cubica 652 cc y ofrece un rendimiento de 45 CV a 6.500 rpm y 55 Nm de par a 4.00 rpm.
Obviamente, los discos de freno (320 y 255 mm) con pinzas Brembo y sistema ABS también son fruto de la época actual, igual que las suspensiones (horquilla convencional de 41 mm y doble amortiguador regulable en precarga), los neumáticos Pirelli Phantom (100790-18” y 150/70-17”) sobre llantas de radios Excel y el chasis, aunque este mantiene la estructura tubular con doble cuna desmontable. Incluso el cuadro de instrumentos mantiene los clásicos relojes “analógicos” para el cuentakilómetros y el tacómetro, aunque con pequeñas pantallitas LCD para el odómetro, los parciales y los testigos de información habituales.

Transpariencia
La nueva Gold Star es desde luego una moto honesta, franca y que va de frente, pues lo que veis es lo que hay. Se trata de un modelo clásico, incluso más auténtico que otras motos denominadas neo-retro, esas que de retro solo tienen la apariencia pero bajo ésta es todo neo. La BSA es un modelo ideal para quienes buscan una moto de antes pero de nueva factura, para atajar las complicaciones de una clásica genuina que empiezan por la compra de la misma, su restauración y su continuo mantenimiento; sin temer por comprobar que su montura no arranca justo el día que iban a usarla.
Bajo estas premisas, la Gold Star ’23 cumple al dedillo las expectativas, con una mecánica muy completa que seguramente es el atributo más brillante de la moto “indiosajona”. Se trata de un propulsor muy agradable pese a su estructura monocilíndrica, de respuesta suave y precisa, con poca retención y unas vibraciones bastante contenidas que aportan autenticidad a la conducción pero sin llegar a ser molestas.
La notable dosis de par motor desde muy pocas vueltas facilita una conducción calmada en marchas largas pero suficientemente viva, mediante una entrega que gana cierta alegría en el medio régimen antes de quedarse más plana, pero permisiva a ser estirada, en la gama alta. También encontramos suavidad de respuesta en el embrague y la caja de cambios (de 5 velocidades), si bien esta pide algo de paciencia pues, acorde al tipo de moto que es, no resulta precisamente rápida.

El apartado ciclo se caracteriza por un conjunto que, pese a superar los doscientos kilos, propone una manejabilidad más que digna, especialmente en maniobras a baja y media velocidad. En carreteras más rápidas también ofrece una buena inserción en curva, aunque siempre que mantengamos un ritmo calmado, pues tras una fácil inclinación inicial la BSA tiende a subvirar y abrir la trazada. Esto ocurre, en parte, por culpa de unos amortiguadores sueltos y sin apenas retención hidráulica que generan bastantes vaivenes tanto en curvas como en rectas. Bastante mejor rinde la horquilla, cómoda pero sin faltar solidez, como también los frenos que en ambos casos ofrecen un poder de retención más que sobrado.
La mencionada respuesta del amortiguador es quizá uno de los puntos menos afortunados de esta Gold Star, así como la dificultad para ver bien el cuadro de instrumentos pues queda bastante abajo en el campo de visión. También podemos señalar ciertas incomodidades del puesto de mandos por lo saliente de los plásticos de la caja del filtro y la facilidad para pisar el freno trasero involuntariamente.
La BSA Gold Star estará a la venta en las próximas semanas en cinco colores diferentes: verde (7.500 €) y rojo, plata y negro (7.800 €). También existe la versión Legend (8.000 €) en plateado y con pintura especial en el motor.