- Ficha técnica y precio de la Ducati Monster 1200 S
- Ficha técnica y precio de la Triumph Speed Triple R
Hay modelos que se reinventan y a base de renovaciones consiguen mantenerse en los catálogos de sus fabricantes independientemente de los años que lleven en el mercado. De este modo, algunos de ellos llegan a convertirse en auténticas motos de culto, contando con un gran número de incondicionales y suponiendo un importante sustento para sus respectivas marcas.
Un claro ejemplo de ese asentamiento en las listas de ventas son la Ducati Monster y la Triumph Speed Triple, dos modelos de largo recorrido cuyas puestas en escena se produjeron en 1992 y 1994 respectivamente.
La historia de la Monster es muy dilatada y en sus más de 23 años de existencia ha contado con multitud de variantes con cubicajes comprendidos entre los 398 y los 1.198 cc. Además, sus elevadas cifras de ventas han supuesto una importante inyección económica para Ducati, la que ha contribuido al gran crecimiento experimentado por la firma de Bolonia en las dos últimas décadas.
En el caso de la Speed Triple la historia es un poco más corta. En sus veintiún años de vida han existido menos versiones y todas ellas con cilindradas que han oscilado entre los 855 cc de la primera y los 1.050 cc de la actual. También es cierto que siempre ha sido un modelo muy admirado y que la marca de Hinckley ha cuidado debidamente.
Versiones de lujo
Por estos motivos, además de las variantes «normales», Ducati y Triumph tienen en sus catálogos versiones especiales de la Monster 1200 y de la Speed Triple, la primera con la sigla «S» al final de su denominación y la segunda con la «R», en ambos casos debido a los excelentes componentes que incorporan en su parte ciclo, además de algo más de potencia en el caso del modelo italiano.
Asimismo, la de la Monster viene acompañada este año con el apellido «Stripe» en alusión a las bandas blancas que la recorren longitudinalmente por arriba. La de la Speed Triple incluye la cifra «94» en referencia a su año de lanzamiento y a la decoración que luce en color amarillo, el mismo que caracterizó a la primera versión. Por tanto, se trata de un modelo conmemorativo aunque esta temporada no cumpla una cifra «redonda».
La Monster 1200 S es una moto que llegó el año pasado totalmente renovada con respecto a la 1100 Evo «de aire» a la que sustituyó. En su caso está propulsada por el Testastretta 11º DS similar al utilizado por las Multistrada y Diavel. La Monster es ahora ligeramente más grande que su antecesora, y a pesar de ser enteramente nueva, su diseño y estructura nos revelan rápidamente el modelo que es. Con 145 CV declarados, se trata de la Monster más potente de la historia, y también de la mejor equipada, no solo por los componentes que incorpora en su parte ciclo (procedentes de Brembo y Öhlins), sino también por su sofisticada electrónica, con tres modos de conducción (Sport, Touring y Rain), control de tracción y ABS Bosch 9MP, además de una instrumentación totalmente digital de TFT a color, cuya configuración cambia dependiendo del modo de conducción seleccionado. Con todo esto, queda claro que es una moto muy vanguardista.
La Speed Triple 94R es la misma que la «R» a secas que llegó en 2012, aunque las llantas de aluminio forjado que montaba aquella han sido sustituidas por unas más convencionales y algo más pesadas, procedente de la versión «normal». En su caso es una moto con más solera y menos moderna que la Ducati, pero no por ello está exenta de encanto. Su tricilíndrico en línea, aunque ha sido actualizado varias veces, posee una base un tanto veterana, pero a pesar de ello sigue rindiendo a un alto nivel, declarando 135 CV. Su parte ciclo gira en torno a un chasis de doble viga de aluminio y cuenta con componentes «pata negra» de Brembo y Öhlins, pero, salvo el ABS, no posee ayudas electrónicas.
Personalidades muy marcadas
Tanto sobre el papel, como en el banco de potencia y en la práctica, la italiana rinde a un mayor nivel, aunque sin excesiva ventaja. También pesa 10 kg menos y este factor mejora aún más su relación peso/potencia con respecto a la representante inglesa. El V2 de la Ducati llama más la atención en todo momento, tanto por funcionamiento y rumorosidad, como por una respuesta más explosiva desde bajo régimen y rindiendo más arriba. El de la Triumph también posee un sonido ronco considerable, pero es más discreto en cuanto a rumorosidad mecánica, obsequiándonos con el característico «silbido» de los tricilíndricos de Hinckley.
También su forma de responder es más lineal y constante, sin decaer en ningún momento, pero sin sobresaltos. En cuanto al funcionamiento del cambio, aunque la operación de engranar primera es un tanto ruidosa, a la hora de subir o bajar marchas funciona con más suavidad, aunque también es cierto que el de la Monster es un poco más rápido de accionamiento cuando les exigimos al máximo al practicar una conducción deportiva.
A pesar de que son dos supernaked de aspiraciones muy deportivas, ambas son ciertamente civilizadas y no son desagradables en un uso urbano. Además de más ligera, la Monster es algo más baja y estrecha de asiento, por lo que se deja llevar muy bien entre semáforos. Sin embargo, si atendemos a suavidad de funcionamiento y capacidad de giro en espacios pequeños, la balanza se inclina hacia el lado de la Speed Triple. También es cierto que esta requiere un piloto un poco más alto para manejarse con solvencia a sus mandos.
Una vez en carretera, del mismo modo la Triumph nos obsequia con un confort de marcha ligeramente superior. Aunque su asiento es algo más duro y alto, también es más ancho en su parte trasera y eso hace que la zona de apoyo sea superior y que podamos repartir mejor nuestro peso. Por otro lado, en su frontal incorpora una pequeña cúpula decorada en el mismo color que la carrocería, que desvía algo el aire y hace que nos sintamos algo más protegidos que en la Ducati a la hora de mantener cruceros por vías rápidas.
Diversión
Aunque cuentan con cierto grado de polivalencia, no hay que olvidar que estamos ante dos de las mejores deportivas desnudas del mercado. En carreteras de curvas es donde encuentran su ambiente preferido e incluso en circuito no desentonan en absoluto. Si la carretera es estrecha y no abundan las rectas, la Ducati saca a relucir la explosiva de respuesta de su bicilíndrico y el buen hacer de su control de tracción. También su dirección, con un manillar ancho y muy recto, se dirige más intuitivamente hacia el punto deseado y podemos balancearla de un lado a otro con menos esfuerzo.
La Triumph requiere una conducción más física, pero también es cierto que su dirección, con un manillar igualmente ancho pero con sus puntas algo cerradas, es muy viva de reacciones y en zonas rápidas el conjunto se siente más aplomado, con un paso por curva realmente firme. Sus suspensiones están muy bien puestas a punto de serie y prácticamente no hace falta tocarlas.
En el caso de la Ducati, los reglajes de la horquilla son algo más blandos y también el tacto inicial del freno delantero es más brusco, por lo que requiere una mayor concentración a la hora de realizar frenadas enérgicas. La inglesa cuenta con un equipo de frenos igualmente potente, pero se dosifica de forma más sencilla.
Por otro lado, las dos permiten ser utilizadas a dúo de manera más o menos correcta. De todos modos, gracias a unos estribos algo más bajos y provistos de gomas, así como un asiento trasero un poco más amplio y mullido, la italiana trata mejor al acompañante. También hay que señalar que son modelos deportivos pensados para ser utilizados en solitario y, de acuerdo a esto, de serie incluyen sus respectivas tapas monoplaza con el objetivo también de que muestren un aspecto más agresivo.
No son baratas
Si atendemos a todo lo que incluyen de serie, sus precios de venta pueden estar más o menos justificados, pero para hacerse con los servicios de alguna de nuestras dos protagonistas, hay que desembolsar una cantidad considerable. El precio de la Triumph está fijado en 14.695 euros, en torno a 2.000 euros menos que lo que cuesta la Monster 1200 S o 3.000 si es la versión Stripe de estas páginas.
Además, si no somos excesivamente sibaritas, hay que recordar que ambos modelos existen también en versiones más estándar, y si nos conformamos con ellos, podremos comprar una Speed Triple por 12.695 euros o una Monster 1200 por 13.490 euros. La verdad es que la diferencia es considerable, pero también es cierto que los componentes de alta gama de las protagonistas de esta comparativa son interesantes desde el punto de vista dinámico y también, todo sea dicho, son muy bonitos al contemplarlos en el garaje de nuestra casa.
A pesar de que la Monster 1200 S es una moto claramente más moderna que la Speed Triple 94R, en la práctica existe mucha más igualdad de la prevista. Las dos son motos efectivas y rápidas, con cierta ventaja para la Ducati en lo referente a rendimiento y ligereza, pero que la Triumph contrarresta gracias a una parte ciclo muy bien puesta a punto, que se traduce en un mayor aplomo a alta velocidad y en un mejor paso por curva. La moto italiana es una moto muy vanguardista, con un propulsor de última generación con acelerador electrónico, acompañado de modos de conducción, control de tracción y ABS.
En el caso de la inglesa todo es más tradicional, contando aún con acelerador por cable y sin más ayudas electrónicas que el ABS. En ella somos nosotros los encargados de dosificar su respuesta, algo que no es demasiado complicado debido a una entrega de potencia muy lineal y sin altibajos. En nuestra tabla de puntuaciones la Monster ha logrado una ligera ventaja, pero si te decides por la Speed Triple, seguro que también te dará muchas alegrías. En uno u otro caso, la verdad es que son motos que apetece tener en el garaje de nuestra casa, por sus exquisitos componentes, por sus atractivos diseños y por todo lo mencionado anteriormente.