Objetivo 100.000: Suzuki GSX-R 1000

Lo que son las cosas. Mi sobrino, al que cuando era un mico de unos 4 años le subía a mi moto y le daba paseítos sentado sobre el depósito, se presentó un buen día en mi casa con una Suzuki GSX-R 1000. Me pareció una moto preciosa y ¡me enamoré!

Juan Antonio Melero Pascual

Objetivo 100.000: Suzuki GSX-R 1000
Objetivo 100.000: Suzuki GSX-R 1000

Todavía recuerdo como si fuera ayer cuando con 16 años me compré mi primera moto, un ciclomotor Derbi Cross… ¡Qué ilusión tan grande! Un par de años después, tras sacarme el carnet, me compré una Motobi 250 y con 22 añitos una Ducati 500 Desmo. Cuánto me divertí con esta moto y ¡cuánto aprendí de mecánica! Luego vinieron algunas más: Ossa 250, Ossa 500 Yankee, y para “terminar” una Guzzi 850 Lemans III que tuve hasta los 33 años, más o menos. Entonces me compré una casa fuera de Madrid, me casé y como mi mujer no es nada motera, vendí la moto. Nunca pensé en volver a tener moto.

Pero como digo, mi sobrino, se presentó un buen día en mi casa con una Suzuki GSX-R 1000 y me tocó en la línea de flotación. Me pareció una moto preciosa ¡me enamoré! Al principio me hice un poco el duro y aunque insistía en que la probara, a lo máximo que accedí fue a subirme en parado y hacerme una foto. Mientras más miraba aquella foto, más me gustaba, así que al final piqué y un día me di una vuelta… ¡Cuánto me gustó! Pese a mis años sin moto, me pareció muy fácil de llevar, con potencia dosificable, bajos que te permiten ir suave, siempre con respuesta en el puño, bajita (mido algo menos de 1,70 m), cómoda… Vamos, que si antes estaba enamorado de lo bonita que era, ahora ya habíamos intimado, y me planteé seriamente comprarme una igual. Se lo propuse a mi mujer y hecho, ése fue mi superregalo de 50 cumpleaños.

Como cumplo en diciembre, le pedí que en vez de Papá Noel, me la trajera San Fermín, y mi bella máquina se adelantó unos meses, con lo que empezamos a rodarnos juntos con el buen tiempo del verano. Como fue un parto prematuro y no le había preparado su habitación, durante unos meses tuvo que dormir en el salón de casa. Sentado en el sofá os aseguro que la miraba más que a la tele. Como podéis ver, desde entonces me lo tomé en serio y empecé a recuperar el tiempo perdido sin moto y a esta joya, que cuando escribo esto no tiene ni 6 años, ya le he hecho 122.000 kilómetros.

Creo que no es habitual utilizar una R a diario, tal vez tampoco sea habitual tener una a mi edad. Con ella me voy a trabajar durante todo el año y como vivo en la zona de la sierra y trabajo en Madrid, todos los días disfruto de ochenta y tantos kilómetros. Los inviernos son muy fríos. En enero y febrero es habitual salir de casa con 6 o incluso con 8 grados bajo cero y mis manos se resentían mucho, así que le puse puños calefactados. Los fines de semana suelo hacer las clásicas salidas mañaneras, una ruta muy habitual es la zona entre Torrelaguna y el Atazar. Buena carretera, muchas curvas y, por lo general, pocos coches. Viajo menos de lo que me gustaría, porque mi mujer como os dije no es nada motera y me dejó muy claro que no le comprara ni casco porque no se iba a subir ni en parado. A Jerez no he faltado un solo año. A MotorLand y Cheste también he ido un par de años, pero para no dejar a la jefa sola, a estos lugares voy y vuelvo en el día. Lo mismo hago con Pingüinos, donde he subido tres veces para ver el ambiente, pasar el día y vuelta a casa.

Mi viaje estrella fue en 2011 a la Isla de Man. Fui con unos amigos de Bilbao, así que quedé con ellos en Santander, lugar donde cogimos el ferry a Plymouth, y recorrimos buena parte de este país: Liverpool, Chester, Yorkshire, Leeds, Heysham. Tras unos maravillosos días en La Isla, un mundo aparte, muy recomendable, ferry de nuevo a Heysham y vuelta a casa, esta vez bajo lluvia intensa. Una pasada de viaje, conduciendo por la izquierda, que tiene su dificultad, no te creas que no.

De esta moto me gusta todo, y creo que no cambiaría nada. Me gusta la línea (es el modelo 2005-2006) y aunque ya había salido el nuevo modelo, yo quería ésta porque me gustaba más con un solo escape. Me gusta que siendo una deportiva tiene un abanico de posibilidades muy amplio y goza de unos bajos importantes, lo que te permite conducciones en marchas largas a bajo régimen y con respuesta en el puño para adelantar sin problemas sin necesidad de reducir. Me gusta cuando le pides una conducción más deportiva, en marchas cortas y alto de vueltas es cuando la moto se transforma. Me gusta cómo frena, cómo entra y sale de las curvas, cómo acelera…y encima, me siento muy cómodo sobre ella, lo que me anima a hacer viajes largos sin que mi físico se resienta. Un buen deseo para esta fantástica revista y es que espero que publiquéis los 200.000 de mi GSX, ya que os escribiré para contarlo.

Siempre la llevo al mismo taller para las revisiones. Cada 6.000 km le hago una revisión somera y una más importante cada 12.000. Engraso la cadena cada 1.000 y la lavo a menudo. A los neumáticos se le pueden hacer 10.000 km al trasero y más de 15.000 al delantero. Solo he tenido que cambiar un rodamiento y un par de lámparas de las cortas.