Mi afición por las motos me venía de muy pequeñito, pero con esa moto ya perdí todos los dientes contra un coche, cuyo conductor no me vio a mí ni el stop que se saltó. Por suerte no puedo contar ningún otro accidente reseñable sobre dos ruedas. Y ahora, paso ya al tema que realmente nos ocupa. Hacía ya mucho tiempo que andaba yo detrás de una buena moto y la ocasión se presentó cuando conseguí un trabajo estable. Con dinero fresco me fui al concesionario Honda de Valladolid en busca de una CBR600, pero el destino fue benévolo conmigo y me topé con mi VFR que, aunque tenía 5 años, su marcador solo mostraba 15.000 km. La decisión fue fácil, esa moto se venía conmigo. Antes de sacarla de la tienda la hice pintar entera y pasó de ser blanca a verde.
Comienzos
Una vez con la moto en mis manos y después de haberme hecho al cambio brutal de cilindrada empezamos a rodar. Y digo empezamos porque he tenido la suerte de que a Mª Ángeles, mi mujer y entonces novia, le gusta viajar en moto tanto como a mí y prácticamente siempre viene conmigo. El primer viaje que hicimos fue a Santander, con ropa de paisano y sin otro equipamiento que una mochila. Con el tiempo, esto fue cambiando: le puse un
kit con dos maletas, compramos bolsa sobredepósito, pulpos, gomas… Tengo que decir que le he hecho auténticas perrerías a mi moto porque aparte de las maletas y la bolsa, la he cargado con una tienda canadiense de 8 plazas con sus sacos correspondientes, hinchador, etc. Pero con todo y con eso, las prestaciones de «la bestia» no bajaban ni lo más mínimo.
A partir de aquí empezamos a salir con un grupo de amigos, entre ellos Alberto, que fue el que me incitó a escribir este reportaje. Teníamos un sistema muy sencillo, que consistía en trazar con un compás un radio de 200 km en un mapa alrededor de Laguna de Duero, nuestro pueblo, y elegir un destino para ese fin de semana. En esa época asistimos a muchas concentraciones como Santiago de Compostela, Guardo, Cistierna, Miranda de Ebro, Iscar y, por supuesto, Pingüinos, a la que no faltábamos nunca.
Viaje brutal
Quizá la que mejor sensación nos dejó fue la de Marbella, porque allí conocimos a Juan y Susana, de Denia, que se convirtieron en unos grandes amigos. Después pasamos a centrarnos en los GGPP de motociclismo. En uno de ellos, camino del Jarama, se partió la cadena, que por cierto ha sido la mayor avería que he tenido con la moto. El viaje más brutal fue al GP de Montmeló. Salimos el sábado por la mañana sin alojamiento y acabamos en Calella, a 60 km del circuito bien entrada la noche. El domingo tocó levantarse pronto para ver la carrera y vuelta para casa, ¡casi 2.000 km en poco más de un día! Y, por si fuera poco, se me metió una abeja en el traje y acabó picándome en todo el pecho.
Como incidente a reseñar tendría que contar el de Cabo de Gata, en uno de nuestros viajes conociendo España a lomos de «la abuela», que es como la conocen mis amigos. Estando Mª Ángeles y yo admirando el paisaje, «la abuela», se cayó por un terraplén ella solita, con el resultado de un retrovisor roto, un contrapeso del manillar perdido y los correspondientes arañazos. Este desastre me ayudó a decidir otro cambio de imagen de la VFR, y la moto de ser oscura, pasó a ser gris, que es su color actual. En la última excursión al Gran Premio de Jerez que casi tuvimos que abortar porque la moto se paraba cada dos por tres, se produjo el gran acontecimiento que me ha llevado a escribir estas líneas, ya que a la altura de Cáceres el cuentakilómetros se puso a cero. ¡Qué bien! Otra vez moto nueva. Hasta el año 2002 seguimos llevando un ritmo frenético, devorando kilómetros de carreteras, pero en ese año llegó otro regalo, mi hija Irene, y entonces tuvimos que cambiar de costumbres y reorganizar nuestro tiempo libre. Espero que cuando Irene sea un poco más mayor podamos volver a retomar el pulso motorista y a hacer muchos viajes más, incluso a lo mejor alguna vez Irene puede que le quite el puesto a su madre en el asiento de atrás. Para terminar, me gustaría agradecer también a mi amigo Alfonso su insistencia para que escribiera este reportaje que es un homenaje a mi gran moto.
Mantenimiento
Salvo por un par de percances, uno por caída cuando estaba estacionada como nos cuenta en su crónica, y una cadena rota yendo de viaje, la VFR ha hecho honor a su fama de moto robusta.
- 15.387 Retenes de horquilla.
- 24.970 Kit de transmisión, cambio de aceite y filtros.
- 28.692 Neumáticos.
- 35.305 Pastillas delanteras, bujías, soporte pinza izquierda.
- 36.650 Batería, reglaje de válvulas, aceite horquilla.
- 45.000 Neumáticos, tubo de escape, carburación.
- 48.840 Kit transmisión.
- 54.000 Rotura cadena.
- 55.770 Bujías, aceite y filtros, neumático trasero.
- 60.900 Pastillas traseras, batería.
- 64.540 Cadena, aceite y filtros.
- 70.633 Latiguillo trasero, neumáticos.
- 73.590 Reglaje válvulas, sincronización carburadores, filtro de aire, kit de transmisión.
- 76.439 Bujías, líquido de embrague.
- 82.807 Carburación, regulador, batería, neumático trasero, aceite y filtros, maneta embrague.
- 93.560 Neumáticos, aceite y filtro.
Salvador Montes Fernández
- Edad: 41 años
- Profesión: Fabricación de pinturas
- Lugar de residencia: Laguna de Duero (Valladolid)
- Mi mejor ruta: Concentración Marbella 1997
- Km actuales: 108.000 km
- Consumo medio: 7 l/100km
- Lo que más me gusta: su fiabilidad
- Lo que mejoraría: un poco más de potencia
- Próximo objetivo: Cheste 2014