Los retoques estéticos efectuados en la parte frontal de la Kawasaki ZX-10R, junto con la nueva variación cromática, le confieren un aire más deportivo si cabe a la superbike de Kawasaki. Y, en cierto modo, la acerca notablemente a la fisionomía de su hermana pequeña, la Kawasaki ZX-6R. Sin embargo, a la hora de la verdad, la moto es la misma que cambió por completo en 2008, pues ni posición de conducción, ni parte ciclo ni motor experimentan cambios significativos.
Sí es cierto que el escape se ha rediseñado, por cuestión de ruidos y emisiones, y el cambio se ha visto reforzado, pero esto es algo que dinámicamente no afecta en lo más mínimo a la Kawasaki ZX-10R. Tampoco lo hace la instalación de un nuevo amortiguador de dirección Öhlins de última generación, que sustituye al anterior de la misma marca y se comporta ejemplarmente, y que donde realmente se aprecian sus mejoras en en pista.
Dentro y fuera
La Kawasaki ZX-10 R se pilota en circuito y se conduce en carretera. Y es que muy osado has de ser para ir con el cuchillo entre los dientes entre árboles y guardarrailes... o llamarte como mi compañero, Sergio Romero, y haber corrido el TT de la Isla de Man a los mandos de una de estas máquinas verdes (ver Motociclismo nº 2.158).
Cuando te acercas y te subes encima, la superbike de Kawasaki se percibe bastante accesible por altura de asiento y tamaño, aunque es un poquito más imponente que sus rivales debido a la configuración de su chasis doble viga que transcurre por encima del motor en lugar de por los laterales. Rodando fuerte rápidamente te olvidas de estas sensaciones y te sientes bien integrado en el conjunto mientras compruebas como el potencial de su propulsor de cuatro cilindros en línea es abrumador... Claro que, ya no es el más fuerte entre los cuatro cilindros en línea como había ocurrido hasta ahora (en dura pugna con la MV Agusta F4, una moto más «exclusiva») , y el galardón se lo lleva ahora el propulsor de la nueva BMW S 1000 RR.
A baja velocidad, entre el tráfico o de paseo, lo cierto es que es una moto bastante domestica, y el primer golpe de gas no es tan abrupto como pueda ser en otras motos de sus características. Los mandos son de suave accionamiento, la instrumentación muy legible y moderna, y una primera velocidad realmente larga te permite circular sin ir dando tirones. El selector del cambio, preciso y poco ruidoso, tampoco entorpece la circulación en el día a día. Otra cosa es la posición de conducción, en buena lógica bastante agresiva, que termina fatigando algunas partes de tu anatomía y te recuerda que la Kawasaki ZX-10R se diseñó para empresas mucho mayores...
A la hora de exprimir su potencial en carretera, y como ha ocurrido siempre desde que apareció la primera versión allá por 2002, siempre es mejor hacerlo sobre asfalto de buen firme, pues la Kawasaki ZX-10 R es una superbike particularmente sensible con la puesta a punto de la parte ciclo. Evidentemente ha mejorado muchísimo desde aquel primer modelo, pero no es menos cierto que en comparación con sus rivales japonesas, se caracteriza por unas reacciones algo bruscas y cierta imprecisión a la entrada de los virajes. Y así, es más complicado aprovechar los excelentes 171 CV de su cuatro cilindros en línea. También porque entre otras cosas, tiene más tendencia a levantar la rueda delantera si enroscas con energía el puño derecho de lo que lo hacen las demás. Mirado por el lado positivo es más divertido, pero también exige más «manos» al tipo que va sentado a sus mandos. Aquí por cierto se agradece el nuevo amortiguador de dirección. Estas abruptas sensaciones se mitigan trabajando un mínimo en los reglajes de las suspensiones y las presiones de los neumáticos, algo a lo que esta ZX-10R es igualmente sensible...
La Kawasaki ZX-10R, en la pista
Sin duda el circuito es el marco incomparable en el que poder sacar todo su jugo a la Ninja. Desplazándote a velocidad de misil tierra-tierra por la recta de cualquier circuito, la conjunción moto-piloto es sobresaliente, y la protección aerodinámica escondido tras la cúpula evita que te lleguen turbulencias. La manejabilidad es elevada, aunque los cambios de dirección no son fulgurantes debido a un peso quizá algo elevado, no en cuanto a la cantidad de kilos del conjunto, que son pocos, sino en cuanto a la localización del centro de gravedad . Atacando los virajes, el equipo de frenos se comporta muy dignamente, aunque como ocurre en casi todas las superbike japonesas, la bomba termina cediendo un poco y el tacto se hace algo esponjoso.
Por suerte no es nada que un par de latiguillos metálicos inextensibles no pueda solucionar. Por cierto, en reducciones fuertes el sistema antibloqueo de embrague actúa de forma ejemplar, colaborando en lo justo a detenerte sin llegar a frenar en exceso la rueda trasera.
Apoyándote fuerte a la entrada de los virajes es precisa, segura y tienes muy buenas sensaciones, siendo realmente estable y percibiendo en todo momento una flexibilidad «controlada» de su chasis, que te permite sentir con precisión como van comportándose los neumáticos. Y a la salida de los mismos se aprecia una gran motricidad y buen tacto de la parte trasera, manteniendo la trayectoria sin tendencia subviradora (no se va hacia fuera).
Juego de mayores
La Kawasaki ZX-10R es una moto muy poderosa que no te defrauda ni en imagen, ni en prestaciones, ni en comportamiento. El propulsor es un tiro, pletórico de potencia, que te teletransporta al hiper espacio. Pero también hay que aprender a conocerla y saber domarla para aprovechar todo su potencial, pues por sus características es más exigente y física que otras integrantes de su categoría.