Yamaha YZF-R1 Noriyuki Haga

Prueba de la moto oficial del equipo Yamaha Motor Italia del Mundial SBK. Hasta la penúltima cita mundialista, la Yamaha R1 de Noriyuki Haga optaba al cetro mundial... pero Troy Bayliss y su Ducati 1098 han sido más fuertes. La última R1 con motor de calado tradicional se marcha sin corona.

Óscar Pena / Fotos: FG Sport/Mikel Helsing/Yamaha

Yamaha YZF-R1 Noriyuki Haga
Yamaha YZF-R1 Noriyuki Haga

Segunda clasificada en 2007 y segunda en 2008, Yamaha no ha podido una vez más colocar su última R1 en lo más alto del podio del Mundial de Superbike. Una lástima, sobre todo teniendo en cuenta que en ambas ocasiones lo estuvo acariciando hasta el último momento. En contrapartida, la R1 ha sido la moto más popular en los muchos campeonatos nacionales que se celebran, y se ha impuesto en multitud de ellos... Pero éstas, que comparten multitud de componentes con la R1 de Haga, están un paso por debajo en prestaciones y comportamiento...

Zero Japonés

Como ya sabéis, tras la última prueba del Campeonato del Mundo de Superbike celebrada en Portimao, tuvimos la oportunidad de rodar con cada una de las protagonistas del campeonato.

Con siete victorias parciales, la del japonés es la moto más laureada tras la del australiano. El pilotaje ultra agresivo del piloto nipón sobre su Yamaha nos recuerda el espíritu de los kamikaze a bordo de sus Zeros... Pero su conducción está bastante alejada de esta comparación. Y es que el de Haga es un pilotaje agresivo donde los haya porque su R1 se lo permite. Es ultra manejable y muy maniobrable; tanto, que sorprende en comparación con sus rivales en pista. Estas sensaciones son fiel reflejo del tacto que ofrece la moto de serie, que se conduce apoyándose mucho en la rueda delantera a la entrada de los virajes.

La Honda, por ejemplo, parece que lleva la rueda «soldada» al suelo en las frenadas, pero cuesta más meterla en curva porque es menos intuitiva. Algo que se nota todavía más en la moto de carreras que en la de serie. Este carácter de la R1 se complementa a la perfección con el excelente trabajo de su horquilla Öhlins como las utilizadas en MotoGP, y el amortiguador trasero controlado electrónicamente. Es la única moto que lo ha llevado este año, porque la de Haga es la moto con la que el fabricante sueco de suspensiones desarrolla sus productos. Digamos que es la moto oficial de Öhlins. Básicamente, el amortiguador y la horquilla van conectados a una centralita, que a su vez registra la lectura de la telemetría, regulando la extensión y compresión en cada momento según las necesidades. Esto no quita para que se siga trabajando en los muelles de precarga y en el box para configurar los reglajes de partida. Y es que por mucha calidad que tengan unas suspensiones, si no están adecuadas al piloto, poco hay que hacer. Y un buen ejemplo de ello son los meneos constantes y los topes de horquilla en frenada que sufrí durante las cinco vueltas que tuve el privilegio de dar con ella...

Pero claro, mis ochenta y pico kilos vestido de «romano» difieren bastante de los 65 kg del menudo piloto japonés (tampoco me entraba muy bien el pie en el estribo izquierdo para bajar velocidades...). Esta diferencia tenía su aspecto positivo: al ser unos reglajes tam blandos pude comprobar de primera mano el sistema de control de tracción de Yamaha al acelerar con ganas. ¡Vaya si funciona! Ya lo vimos con la Ducati y hay que reiterarlo... ¡es fantástico!

Interminable

El propulsor de la R1 va equipado con las piezas del kit Yamaha (árboles de levas, juntas, cambio, etc.) y otras de fabricación propia (rotor, trabajo en las culatas, etc.), ya que el equipo cuenta con muchísima información para ir dirigiendo el desarrollo de sus propios componentes. Con todo, el resultado es un propulsor de gran potencia que se parece menos al de serie que el de sus rivales. Me explico. Aquí hay mucha potencia incluso a medio-bajo régimen de giro, pareciendo infinita la entrega de potencia a altas revoluciones (es realmente difícil hacerle ver las luces de sobrerrégimen incluso buscándolas a conciencia).

A final de recta de Portimao, en bajada, rondando los 300 km/h reales, la sensación de ir a despegar en cualquier momento no es pura ficción... Por suerte podíamos recurrir a un equipo Brembo soberbio que daba tanta confianza que hasta era peligrosa, ¡y muy divertida! Pero volviendo al motor, en el estándar falta chicha abajo y en medios, y es demasiado puntiagudo cerca del corte. En consecuencia, el motor de carreras es mucho más «bestia», pero también más aprovechable.

Y aun con todo, no lo es tanto como el de alguna de sus rivales, por lo que es lógico pensar que el propulsor de encendido cerrado como el de la M1 de MotoGP que Yamaha ha desarrollado para su nueva R1 haya dirigido sus pasos en este sentido, en el de ser más lineal.