Cómo convertí mi Yamaha MT-07 en una moto redonda

La superventas de Yamaha ofrece de fábrica un gran compromiso entre diversión y polivalencia, pero flaqueaba en algunos apartados. Así la mejoramos.

Carlos Domínguez

Cómo convertí mi Yamaha MT-07 en una moto redonda
Cómo convertí mi Yamaha MT-07 en una moto redonda

Hace sólo unos días nos despedimos de ella con apenas 6.000 km. Era un modelo 2016 de la Yamaha MT-07 en un color rojizo que no tenía nada que ver con el rojo plano que se vio anteriormente. Llegaba como moto de empresa para utilizarla en las pruebas, vídeos y comparativas que realizan los compañeros austriacos de 1000PS y yo tendría el placer de hacerme cargo de ella, al menos hasta que renovaran el modelo. Ya la había probado anteriormente y sabía perfectamente qué esperar pero cuando la tienes que utilizar casi a diario y especialmente los fines de semana para simplemente pasártelo bien, empiezas a encontrarle ciertos puntos de flaqueza que resulta casi imposible solucionar sin aumentar su precio de venta, que sigue siendo ridículamente bajo.

Poco se puede decir ya que no se haya dicho de esta moto. Una moto muy ligera, muy fácil de llevar, con un motor divertido que agradece usar la zona más baja para enlazar una curva detrás de otra. Esa pegada desde muy abajo sumada a una distancia entre ejes relativamente corta favorece que la rueda delantera tienda a levantarse del suelo si sales con alegría. Pero no se puede tener todo y para hacerla urbana, Yamaha había optado por un manillar tradicional para fundirse con el tráfico y unas suspensiones que empiezan a temblar cuando aumentas de ritmo y haces cambios de dirección más o menos rápidos. Así que nos dijimos, ¿de qué sería capaz con unos "pequeños" ajustes? Sí, con el valor de los componentes que verás más abajo puedes optar a máquinas mejor equipadas, pero la intención era comprobar hasta donde podía llegar esta MT-07, no cambiar de moto.

Yamaha MT-07, llamando a Akrapovic

A decir verdad, no era el motor el primer asunto que tratar pero los que vamos encima de la moto no nos guiamos precisamente por la lógica aplastante y a menudo nos dejamos llevar por eso que llaman pasión. Y no hay razón para decir otra cosa, el sistema de escape Euro4 original de la Yamaha no le hace ningún favor. A mí personalmente me gusta escuchar el sonido ronco de un dos cilindros en reducciones o saliendo de una curva desde muy abajo. Dicho esto, lo primero que hicimos fue llamar a la puerta de Akrapovic y hacerles saber que estábamos preparando una Yamaha MT-07 de 2016 con todo lo que pudiéramos.

Los eslovenos respondieron un par de semanas más tarde con una enorme caja que contenía en su interior un sistema completo de la línea Racing valorado en unos 1.079 euros. El montaje es bastante sencillo pero siempre se agradece la mano de algún amigo que esté dispuesto a mancharse un poco… y hacer algo de ejercicio, en caso de querer desmontar el DB-Killer. Según los datos que nos daban en la fábrica, suponía un aumento de 2,68 cv, alcanzando su pico de potencia máxima a 9.250 rpm. El par recibía un extra de 3,6 Nm, con su valor máximo a 5.600 vueltas, casi 1.000 rpm menos que de serie. Y tanto o más importante, te quitabas de encima 1,6 kg, aunque en la mano parecía todavía más ligero.

¿Que cómo se siente un cambio de este tipo? Como si estuviera congestionada y le hubieras dado una manita de Vicks Vaporub por el depósito. El hecho de tener más par, tenerlo disponible mucho antes y que vaya acompañado de un sonido grave que hace vibrar el cuerpo como los tambores de Jumamji te condena a acortar marchas por puro placer tanto si sales por carretera como en ciudad. Puedes, por cierto, escuchar el sonido en su web.

Yamaha MT-07, ajustes de posición

Como te decía más arriba y como habrás leído o escuchado en cualquier prueba de esta moto, es una máquina muy divertida de pilotar por curvas. Sin embargo, y esto era ya algo más personal y lo digo desde un punto de vista absolutamente subjetivo, hubiera agradecido una postura una pizca más agresiva que facilitara "hacer palanca" con el manillar, aunque eso supusiera mayores dificultades para conducir en ciudad. Otro aspecto que no me terminaba de convencer es que el cuadro de mandos, aunque futurista y muy útil, estaba montado sobre el manillar y quedaba tan cerca dificultaba poder consultarlo sin tener que mirar hacia abajo y retirar la vista de su campo natural.

Pero esto también tenía solución. Hablamos con ABM, una empresa alemana que produce accesorios de todo tipo para prácticamente cualquier moto y le pasamos la lista de la compra:

  • Manillar Streetbike Booster, más recto y ancho que el original.
  • Torretas ajustables
  • Máscara frontal y soporte para montar cuadro sobre el faro.
  • Manetas, estriberas, espejillos, puños y contrapesos… porque ya que estábamos, cambiábamos todo.

En total, la suma rondaba los 500 euros de valor en accesorios. ¿El montaje? Con las herramientas adecuadas, sencillo y una excusa perfecta para quedar con algún amigo e invitarle a cerveza y pizza.

Este fue uno de los cambios más radicales y sorprendentes. Al subirte, la posición natural dejaba caer mucho más peso sobre la horquilla delantera en una especia de posición de ataque constante que te pide atacar la próxima curva de una forma algo menos civilizada. Además, ahora tenía mucho más a la vista toda la información que ofrecía el cuadro, aunque eso significara romper la estética original y darle un toque un "transforme" que no gustaría a todo el mundo.

Yamaha MT-07, Öhlins inside

Y después de haber solucionados los "problemas" anteriores sólo quedaba atajar el principal y más necesario: las suspensiones. Si vas a utilizarla mayormente por ciudad, agradecerás la configuración original pero si quieres rodar con mayor seguridad y mejorar las sensaciones en carretera abierta, este es el cambio más significativo que puedes hacer.

La elección en este caso se la dejamos a un piloto local cuyo nombre quizás te suene: Martin Bauer, tres veces campeón del nacional alemán de Superbike. Martin nos propuso cambiar ambos ejes con productos del catálogo sueco de Öhlins. Delante colocaría un kit de cartuchos Öhlins NIX 22 (885 euros) completamente ajustable mientras que detrás se optaría por un amortiguador STX 46 Street (595 euros). Tras un par de semanas de espera, pude acercarme a recogerla y poner rumbo a Kalte Kuchl, una de las carreteras preferidas en Austria y destino de los miles de moteros de la capital cada fin de semana.

La primera impresión duele. Al pasar "como siempre" por uno de esos pasos de cebra exageradamente elevados me he llevado un golpe seco que no esperaba. Por suerte, cualquier aspecto negativo que le pudiera sacar desaparece en cuanto salimos a carretera. La primera sensación es como si le hubieran puesto imanes al asfalto. Ahora sientes que la moto va pegada y te llega mucha más información de la superficie por la que circulas, algo que se agradece cuando llegan las primeras curvas. Frenar con más o menos contundencia significaba anteriormente hundir la horquilla, perdiendo sensación en la frenada para luego sentirse en un balancín, especialmente enlazando curvas.

Cambia radicalmente. Cuando agarras la maneta del freno la moto reacciona más rápido y con muy buen feeling, animándote a confiar sobre un tren delantero sobre el que antes tenías ciertas dudas. El sube y baja de antaño se acaba y pasas por las curvas como lo haría un Skalextric por sus slots, dando golpes de gas sin que eso suponga crear ningún tipo de movimiento inesperado.

¿Merece la pena? Depende de tu bolsillo, gustos y necesidades. En total hemos gastado en torno a 3.000 euros en extras, lo que colocaría el precio final de esta máquina cerca de los 10.000 euros, una franja donde se encuentran motos de mayor cilindrada y prestaciones. Pero, ¿y si simplemente te gusta ésta? ¿y si te gusta su bajo mantenimiento y consumos ínfimos? ¿y si simplemente no quieres más potencia? Además, no tienes porqué cambiar tantos componentes como hicimos, pudiéndote concentrar en aquellos aspectos más vayas a agradecer.