La tradición de carreras que Harley-Davidson tienen en Estados Unidos sorprendería a casi todo el mundo porque su imagen europea y las características de sus modelos no parecen las más apropiadas para competir. Sin embargo, se puede asegurar que desde que existen las carreras de motos en los USA hay H-D en las listas de resultados y, en la mayoría de las ocasiones, en los puestos punteros de las mismas.
Jay Springsteen, el piloto más famoso y uno de los más laureados de las carreras «flat-tracks» de la AMA, ha corrido prácticamente toda su carrera (cuatro décadas, ahí es nada), sobre motos de La Compañía, y en las XR 750 que Jay hizo vencedoras está el primer germen de la moto que nos ocupa. Luego, en 1978, salió a la calle la XLCR 1000 Cafe Racer, con motor «Sportster» de 1.000 cc, y con una estética que era lo más relevante que tenía y que derivaba directamente de las XR de «dirt track» como la XR 1200 actual. Tras Springsteen vino Scott Parker, que incluso mejoró los resultados de Jay y ahora ha estado implicado en el desarrollo de la XR, toda una garantía de éxito...
No sólo bella
Pero los méritos de la XR 1200 no acaban en una presencia imponente. Se diría que los ingenieros dedicados a este proyecto «comen en la misma cafetería» que los de Buell, y la nueva política de diseño de esta parte del grupo H-D ha tenido su reflejo en la XR. Se parte de dos elementos conocidos, es verdad, como son el bastidor doble cuna en tubo de acero típico de las XL Sportster, así como su motor Evolution bicilíndrico en V a 45º y refrigerado por aire. Pero ahí se acaban las coincidencias, porque las suspensiones sobre las que se apoya el monolítico chasis son bien distintas, las ruedas que calza también, y el alma de todo, el propulsor, ha recibido una ración de esteroides que lo han puesto cerca de los 90 caballos de potencia.
La admisión está gobernada en su entrada de aire a la caja del filtro por una portezuela motorizada (como también ocurre con el escape) cuya razón de ser tiene mucho que ver con la rumorosidad a régimen de homologación, pero que consigue también un excitante bramido cuando abres gas con decisión desde abajo. El sonido de esta XR enamora, y te lo dice (te lo escribe, en realidad) alguien a quien no le gustan los escapes estruendosos. Esta moto suena bastante, pero suena bien y de modo agradable. Digamos que avisa de que viene y no molesta (si no te gusta el sonido de un taconeo, pero cuando miras resulta que la causante es Angelina Jolie juraría que no te quejas...). Nuestra Lara Croft de dos ruedas no sólo hace música, además acelera con alegría, y buena parte de los resultados se los debe a un desarrollo muy corto que no la penaliza en exceso a altas vueltas. A según qué régimen vibra un poco, pero nunca es excesivo y cuando más molesta es a ralentí, así que ya sabes, embrague, primera y ¡gas!
La posición de conducción es un poco al ataque, con los pies retrasados y el tronco un poco hacia delante, lo que incita a «jugar», pero esto es algo que cuadra perfectamente con la moto y sus prestaciones. En ningún caso resulta incómodo y en carretera se agradece, porque evita un tanto la paliza del viento y carga algo más la rueda delantera. Las suspensiones trabajan bien, sin alharacas la trasera muy convencional y algo mejor la horquilla invertida, y sólo puedo decir que el apoyo de la rueda delantera (buenos neumáticos Dunlop Qualifier), quizás por el diámetro de 18", es un tanto extraño respecto a lo que estamos acostumbrados en las deportivas, pero un salto adelante respecto a las Sportster que conocíamos.
Frena excelentemente, y puede perfectamente con la gran inercia que suponen tantos kilos, pero el empaque de lo que llevas debajo no debes olvidarlo para no meterte en problemas. No es un Vespino ni una moto de cross aunque a veces te lo recuerde por lo fácil que resulta, y debes acordarte de estas cosas cuando más encendido estés, que lo estarás, porque es tan divertida y agradable que te va a pedir guerra y tú vas a querer dársela.
¿GGGG? ¡Qué va!
Ahora nos vamos a dar una vuelta a la sierra madrileña, queremos unas curvas para probar las capacidades dinámicas de la XR y empieza asombrando que no roza nada por el suelo. Las Harley te avisan, casi como tradición, cuando empiezan a arrastrar los estribos por el suelo. Con la XR te va a costar rozarlos salvo que lleves a tu primo el gordo de pasajero y seas un poco inconsciente, y debes tener cuidado por el lateral derecho porque puede rozar el escape y eso levantará la rueda y te dejará en una posición crítica. Por lo demás, vas a disfrutar porque acelera desde abajo de modo constante, progresivo y excitante, y muestra una tracción muy buena.
La agilidad para cambiar de dirección es fantástica, y contribuye el centro de gravedad alto, el manillar ancho, la posición de conducción y, seguramente, el reparto de pesos bastante convencional. En parte, estos mismos detalles se vuelven en contra maniobrando porque el asiento es alto, el conjunto pesa lo suyo y el manillar gira poco, pero cambio el comportamiento dinámico que ofrece por una pequeña dificultad saliendo de un aparcamiento.
Yo naranja
Yo la quiero de color naranja, pero tú puedes elegir ésta, la negra o la gris. Por sólo 11.200 € será tuya y no habrá muchas ocasiones en que te gastes mejor el dinero. Si la quieres con pintura «Pearl» añádele 200 €, es decir, se pone en 11.400, y no me parece exagerado en absoluto a cambio del disfrute que proporciona... y a poder «pasar despacio» cuando veas que te miran.