El primer paso para hacerte llegar mis sensaciones sobre esta Harley-Davidson podría ser explicar, lo más exactamente de que sea capaz, de qué estamos hablando. Se trata de una Softail, ya sabes el bastidor triangular que se vale del motor para conseguir rigidez y que se distingue a primera vista por el basculante triangular al más puro estilo «cantilever» y con dos amortiguadores colocados por debajo del motor.
Esta colocación obliga a que sean elementos diseñados para trabajar a extensión, lo contrario de lo habitual en cualquier amortiguador, pero a cambio consigue un aspecto de bastidor «hardtail» (o lo que es lo mismo, con la parte trasera rígida, sin suspensión), algo muy custom radical «auténtiko» de toda la vida que ha creado escuela entre la competencia japonesa.
Siguiendo con la descripción, la parte delantera es, en lo esencial, muy Fat Boy, lo que no es poco decir, aunque luego está tan disfrazada que no lo parece. De hecho, entre los faros delanteros, la aleta muy envolvente y los neumáticos con banda blanca, parece que estás ante un modelo absolutamente nuevo. En cuanto al propulsor, el Twin Cam 99B, con árboles de equilibrado y alimentado por inyección electrónica, al que se ha acoplado ya hace tiempo la caja de seis relaciones (la sexta es una «overdrive» y al insertarla se enciende un avisador en el reloj de la instrumentación).
Distinción
Pero no es todo esto que hemos mencionado lo que distingue de verdad a una Softail Deluxe. La receta es similar a otras Softail, pero los acabados que rodean lo esencial son los que la destacan como Deluxe, y a fe que lo consiguen. Aquí entra en juego la decoración, la calidad y cantidad de los cromados, el gusto mezclando componentes... Ya he mencionado las gomas de banda blanca, algo que le da un aspecto inmejorable a algo tan rutinario como los neumáticos.
El asiento del conductor es un goce perpetuo para el mismo, algo que seguramente no puede decir el acompañante, y se complementa con unas plataformas para los pies del ocupante delantero que son casi «unas zapatillas» de estar en casa. El manillar ancho y en su sitio justo, los puños de buen diámetro, las nuevas piñas con un tacto de botones distinto, mucho más suave y toda la moto en general más dócil y con ganas de agradar confi guran una Deluxe que es eso, un lujo.
Puedes montar una interminable lista de accesorios a tu próxima Deluxe, con lo que la personalización de la misma puede ser «de fábrica» y, por lo tanto, mucho más fiable que los inventos que tú o yo podríamos hacer.
Una vueltecita
Para probar esta «nueva» Harley decidí pegarme una escapada hasta Segovia, para asegurarme de paso de que el acueducto seguía allí, y que siguen preparando el cochinillo mejor que en ninguna parte del mundo. Dos síes después, y tras haber ido por autopista y vuelto por carreteras de la sierra norte, te puedo asegurar que la Softail Deluxe es otro argumento positivo como los dos anteriormente citados. Los mandos están todos a tu altura, seas de la talla que seas, y el asiento tan bajo hace fácil maniobrar incluso con tantos kilos como pesa.
El motor se muestra lleno en toda la gama, no en vano entrega la mayoría del par motor desde muy abajo, y sólo se pone un poco protestón si te empeñas en circular a demasiada velocidad. Digamos que la Deluxe quiere ser legal y a 120 km/h no vas a tener queja ni de vibraciones, ni de respuesta, ni de consumo ni de nada que tenga que ver con el motor. A ese ritmo la vida es bella, el viento no es enemigo de tus cervicales y todo discurre plácidamente.
Si llega el caso en que tienes que frenar un poco fuerte, el equipamiento de serie puede de sobra con todo, y si el apretón es un poco más fuerte de lo debido entra en funcionamiento el ABS, que además de estar perfectamente disimulado (la única condición que se puso a los diseñadores de este elemento, que no se note que lo tiene), vale, pues además de no notarse funciona de verdad, y es lo intrusivo que se espera de él, porque salta primero el trasero y después el delantero, y, por cierto, deja notar las pulsaciones por si tienes duda de que está actuando.
En marcha, y sobre todo por carreteras de montaña que en principio no son su hábitat natural, las plataformas rozan con facilidad, pero tampoco eso es un problema siempre que sepas poner tú el límite, pues si usas como tope dicho arrastre, la moto se acaba demasiado pronto. Ahora bien, lo que quiere la H-D que hagas es hilar fino sin grandes frenadas ni aceleraciones fulgurantes, y así, trazando las curvas con tiralíneas y mirando a media distancia mientras te comes las millas, te irás al fin del mundo o, al menos, al fin de la carretera que quieras. Lo bueno es que este disfrute no acaba cuando llegas al hotel o al camping (¿Vas a ir de tienda de campaña con esta moto?, que no te vean los colegas...). La belleza que supone el conjunto Softail Deluxe no se paga con dinero (en realidad sí, a partir de 21.500 €), y además creo que no necesitas que yo te explique esto o no estarías leyendo esto si no te atrajesen estos parámetros de la moto.
La moto custom con empaque no sólo tiene que parecer bonita, tiene que serlo (como la mujer del César con la honradez). La Softail Deluxe parece bella y lo es, tanto por dentro como por fuera, y a lo mejor no podrás cambiar de moto en mucho tiempo, pero te aseguro que es un lujo del que no te vas a arrepentir.