Aprilia SRV 850. Prueba a fondo

El Grupo Piaggio ha tomado el rápido Gilera GP 800 y le ha vestido de Aprilia, creando el SRV 850, el scooter más potente del mercado.

Josep Armengol

Aprilia SRV 850. Prueba a fondo
Aprilia SRV 850. Prueba a fondo

No es la primera vez que pasamos por un "Deja Vu" al probar una unidad en el Grupo Piaggio: la marca Aprilia ya aprovechó el trabajo realizado en los scooter Nexus con los SR Max, y ahora es el turno del Gilera GP 800, al que le venía muy bien una puesta al día y qué mejor forma de hacerlo que rebautizándolo con la marca más deportiva del grupo. En este caso además, se ha ido más lejos y realmente podemos hablar de un scooter, si no nuevo, por lo menos sí renovado, ya que los plásticos son totalmente nuevos y el resultado conseguido obtiene unanimidad: es precioso, a nadie deja indiferente.

El frontal recuerda a las superbikes RSV4, la parte trasera híbrida entre ésta y la Dorsoduro, y la línea general pasa de las formas redondeadas y «aburridas» del GP800 a contar con agresivos ángulos en su diseño. Espectacular.

Al repasar la ficha técnica y compararla con la del GP800 desaparecen las dudas que podían generarse al leer la literatura oficial o
por el nombre (antes «800» y ahora «850»): es la misma moto, con idénticas cotas de motor y cilindrada, idéntico chasis, suspensiones, ruedas y frenos.

Como es lógico en un producto homologado más recientemente, la marca ha tenido que revisar la puesta a punto de la inyección, y para optimizar consumos y emisiones se monta una segunda sonda lambda. Estos retoques permiten declarar un CV más de potencia máxima, lo que es más bien anecdótico porque debemos recordar que el GP00 era, y ahora el SRV850 es, el scooter más potente del mercado con una diferencia muy abultada: sus 76 CV (antes 75) son muchos, muchos más que los 45 que declara el superventas Yamaha T-Max, y también muchos más que los 65 CV de los esperados BMW.

Y no creas que la marca haya sido tímida a la hora de poner a punto la transmisión automática para convertir esa potencia en empuje real: al contrario, el variador y el embrague tienen una puesta a punto diría que perfecta, porque te permiten jugar a punta de gas para «trialear» entre coches en el tráfico urbano, o salir dulcemente en mojado, pero también responde instantáneamente si abres gas a fondo llevando la aguja del cuentavueltas más allá de las 6.000 y dejando atrás prácticamente cualquier cosa sobre ruedas.

Cuando vas tranquilamente el motor tiene un agradable ronroneo, cuando abres gas con ganas el gatito se convierte en un feroz tigre cuyo rugido dispara tu adrenalina tanto como lo hace la aceleración... Es una medicina perfecta para el estrés diario, porque acelerar con este Aprilia te pondrá una gran sonrisa en la cara, sensaciones aparte, las cifras están ahí, acelera mucho y corre un montón, nada menos que 188 km/h reales medidos, y a ese ritmo no se percibe nada que intranquilice (en cuanto a estabilidad, porque eso ya te busca una cama en la cárcel más cercana si te pillan).

Es precioso, corre como un demonio, suena a gloria... ¿me compro uno? Bueno, el precio es mil euros inferior al de un T-Max, su rival más popular: alguna pega tendrá que tener ¿o no? Pues alguna pega tiene, sí. Para empezar en el cambio se ha perdido la pantalla regulable del GP800 y ésta, fija, no protege mucho a pilotos más allá de 160 cm; es una pena porque el resto del carenado es amplio y sí desvía el aire.

Por otra parte y siguiendo con temas «prácticos» estamos ante un scooter que no lo es mucho: sin guanteras y con un solo hueco bajo el asiento en el que (apenas) cabe un casco integral, el día a día se complica y acabarás llevando mochila como en una moto.

El motor V2 es una maravilla, pero es una pena que no se vea (está del todo carenado). Lo malo es que también es pesado (por algún motivo 5 kg más que el Gilera), y lo peor es que ese peso está alto: es algo que obviamente lastraba (nunca mejor dicho) al GP800 y que aquí sufrimos también. En parado o a baja velocidad es un scooter muy poco ágil, y en conducción alegre las transferencias de pesos se aprecian más que en modelos con el centro de gravedad más bajo. Es decir, cuesta más cambiar de dirección (lado a lado) y es más crítico al frenar, aunque esto último diría que ha mejorado porque la horquilla (que en sí es la misma) parece tener hidráulicos más enérgicos y ya no parece que, si exprimimos la pareja de discos Brembo delanteros (de tacto mejorable por cierto), se descomponga como lo hacía el Gilera.

Por cierto, un sistema ABS le vendría muy bien a este Aprilia, que no cuenta con ninguna ayuda (tampoco frenos combinados) y que puede poner en aprietos a pilotos poco experimentados.

Quizás en terreno muy revirado este SRV no pueda con un T-Max, pero en cuanto llegue una recta mínima recuperará lo perdido. Y el día a día está lleno de rectas, sobre todo si vives fuera de la ciudad y tienes que ir al centro a trabajar: ahí, en uso normal incluso aprovechando de vez en cuando para dar rienda suelta a ese rugiente bicilíndrico, descubres que los consumos son contenidos (es raro pasar de 6 litros cada 100 km) lo que unido a un tremendo depósito de más de 18 litros dan una autonomía envidiable.

Si sabes tomarte las cosas con calma cuando el Aprilia no está en su salsa (atascos), te vale con ese hueco justito y te gusta tener una muñeca derecha llena, este scooter es para ti, y lo mejor es que el precio, vista la competencia, es muy bueno. Todas las miradas serán tuyas, la única duda será si te gusta más en negro o en blanco...