Por
Lluís Llurba. Colabora: Alba
Sedano
SYM es una de esas firmas taiwanesas que se ha hecho fuertes en el
continente europeo por su excelente relación calidad-precio. Desde que
Motos Bordoy tomó la decisión de importarlas a España, la marca ha
estado gozando de una muy buena acogida por todos aquellos usuarios que
buscan un producto práctico y, sobre todo, económico. Su gama de
modelos va desde el sencillo ciclomotor hasta su buque insignia, el GTS
250. No obstante, el scooter que hoy nos ocupa no es especialmente
económico, más si tenemos en cuenta que se trata de un vehículo que
«calza» un pequeño motorcillo de 100 cc 4T. Cierto que posee un
particular diseño que, podrá o no gustar, pero nuestra primera
sensación tras verlo cambio radicalmente una vez rodamos con él, un
tema que valoraremos más adelante.
Detalles cuidados
La estética está más enfocada al público femenino. Sus líneas
redondeadas y su aspecto poco agresivo, prometen una conducción
plácida, sencilla y sin demasiados sobresaltos. Además su óptica
delantera, enmarcada dentro de una gran consola cromada acentúa aún más
este «dulce» aspecto. A la óptica se le suma un sencillo cuadro de
instrumentos, también cromado, en el que tendremos velocímetro, nivel
de combustible, chivato para el cambio de aceite y, en forma de
testigos luminosos, la luz de cruce y los intermitentes. Sobre este
apartado poca cosa más cabe decir, de no ser por unos pequeños e
importantes detalles que nos ayudaran en el día a día. Para empezar, al
lado del puño izquierdo encontraremos los habituales conmutadores de
claxon, intermitentes y un tercer botón que nos permitirá abrir el
asiento sin tener que bajarnos del scooter, siempre y cuando la llave
del contacto esté en posición «ON». Por cierto, antes de cambiar de
tercio, hay que recordar que el SYM Mio goza del mismo sistema de
antirrobo que montan los Suzuki Burgman, que permite dejar sellado el
bombín del contacto, y de un interruptor debajo del asiento que impide
arrancar el vehículo al cortar el encendido.
Una vez abierto el asiento, hallaremos un hueco que no dejará de sorprendernos por su gran tamaño. Lo cierto es que los ingenieros de la firma han trabajado para que el Mio posea una notable capacidad de carga. Así, debajo del asiento podremos colocar un casco integral, la plataforma es plana para poder llevar las bolsas de la compra y, para asegurarlas, también contamos con el imprescindible gancho tras el escudo frontal.
El más ciudadano
Como bien hemos señalado anteriormente, lo que más nos asombró fue el
comportamiento de su motor. Nada que ver con los propulsores «de aire»
de la misma cilindrada que monta la competencia. Éste es enérgico,
empujando desde el momento en el que enroscamos el mango del gas y en
ciudad corre como el que más. Es un scooter ideal para movernos entre
semáforos y para sortear eficazmente el tráfico. Y es que además de las
buenas sensaciones que nos procura este 100 4T, su reducidísimo tamaño,
corta distancia entre ejes, baja altura del asiento y contenido peso
serán determinantes para hacerle un guiño a las intensas caravanas
matutinas. Sin embargo, siempre hay inconvenientes. Para empezar, es
recomendable no pasar de 1,80 metros de altura. Un servidor, diez
centímetros más bajo, iba un poco «embutido». Pero, si además vamos
acompañados, puede darnos la risa. En este caso deberemos sentarnos en
la punta del asiento y mantener las piernas abiertas para flanquear el
escudo frontal. El acompañante irá algo más cómodo al poder contar con
unos estribos plegables muy bien situados.
Respecto a la parte ciclo, ésta cumple satisfactoriamente. Ruedas de 10” –por su tamaño no podía llevar otras medidas-, horquilla invertida y un disco delantero resumen este apartado. El disco es de 160 mm y tiene un sólo pistón, pero es suficiente para frenar eficazmente en caso de emergencia incluso con pasajero. El trasero, de tambor, apoyará con efectividad el disco delantero.