Comparativa Honda Crosstourer vs Kawasaki Versys 1000

Grandes por fuera y por dentro, cada una interpreta de forma peculiar el concepto de moto total. Eso sí, ante todo coinciden en ofrecer el máximo nivel de confort y armonía a los mandos, vital si lo que buscas es disfrutarlas durante un buen puñado de horas y kilómetros. Así lo hemos hecho nosotros, aunque con ellas nunca nos parecerá suficiente.

Luis López. Fotos: Juan Sanz. Colabora: Marcos Blanco

Comparativa Honda Crosstourer vs Kawasaki Versys 1000
Comparativa Honda Crosstourer vs Kawasaki Versys 1000

Ninguna de las dos ha sido la encargada de «abrir la veda» en el ámbito de las motos turísticas con manillar alto y largo recorrido de suspensiones, pero han sabido recoger con mucho acierto el testigo lanzado por BMW con la GS años atrás. El paso del tiempo ha demostrado que dicho concepto funciona, resulta atractivo para un público generalista que busca no solo prestaciones, sino polivalencia, buenos atributos y una presencia, en general, que marque su territorio. Ya comprobamos el mes pasado, durante el enfrentamiento entre «Merkel y Cameron», o lo que es igual, BMW GS y Triumph Tiger Explorer, que este tipo de motos se atreve con lo que le eches. Y es precisamente en este punto donde reside su atractivo.

Bien es cierto que estamos hablando de motos grandes y pesadas, dos detalles que pueden llegar a restringir el ámbito de acción entre un público con poca experiencia a los mandos de una moto, así como una estatura limitada que impida conseguir la confianza necesaria para pilotar sin pensar en que se te van a ir al suelo «doscientos y pico kilos»…, lo que sin duda complicaría el posterior «rescate».

Sí, ya vimos que el duelo en la cumbre entre BMW y Triumph se había saldado con mínimas diferencias entre ambas, lo que nos abre todavía más los ojos ante lo evidente: la respuesta a la alemana ha venido de la mano de una británica con ganas de calcar las claves que han logrado de la primera un rotundo éxito en ventas. En el caso que aquí nos ocupa relaciona nuestras dos motos de hoy con aquellas, pero lo interesante en este caso es que plantean una idílica vida en común con el piloto haciéndose valer de musculosos motores tetracilíndricos. Aparte, entre Honda Crosstourer y Kawasaki Versys 1000 existen diferencias en equipamiento y planteamiento de ciertos detalles que les distancia entre sí, pese a que persiguen el mismo objetivo: imponerse como una poderosa alternativa tetracilíndrica a las magnas BMW GS y Triumph Tiger Explorer. Así, Honda ofrece un amplio elenco tecnológico que comienza por un motor V4, tan característico de la marca como exclusivo y peculiar, siguiendo por una transmisión por cardan de funcionamiento delicioso y, para rematar, una opción automática a precio más elevado, claro. Kawasaki propone un motor con pegada, pero lo que lo hace más interesante es su doble cara, dulce y potente al mismo tiempo, pero de construcción más estandarizada en relación al de su compañera. Además, otros detalles como la transmisión por cadena o regulación de pantalla mediante un par de tornillos a rosca sin necesidad de herramienta, consiguen aportar soluciones que mezclan sencillez con practicidad. ¿Qué sensaciones transmiten todo ello una vez emprendemos la marcha?

La marca del ala dorada tiene la especial habilidad, nada nuevo por cierto, de crear productos tan refinados como esta Honda Crosstourer a un precio, eso sí, que debes pagar. Hacerte con los servicios de esta «maxi» no llevará a engaño a nadie. Todo es dulce desde el primer kilómetro, con acabados de primera, suavidad ejemplar, posición de conducción relajada y tacto de motor exquisito; aunque si tenemos que hablar de la posición de conducción, de forma necesaria habrá que cargar aunque sea un poco las tintas sobre la altura del asiento, especialmente en comparación con la Kawasaki Versys, claramente más bajita, lo que confiere al piloto una sensación de seguridad mucho mayor.

Una vez en marcha y sobre todo si no tienes que detenerte constantemente, los milímetros de distancia entre el suelo y el asiento queda en un segundo plano para disfrutar, ahora sí, de un motor extraordinario en todas sus facetas. Notas las pulsaciones de los cuatro cilindros desde muy abajo, es parte de su carácter, mientras que si necesitas asistirte del embrague con mando hidráulico te das cuenta de que sigue la misma línea del conjunto. Todo dulzura, progresividad y buen hacer.

A los mandos el manillar parece bastante alto, nada de extrañar teniendo en cuenta el tamaño de las torretas. Es abierto de puntas pero no demasiado, lo justo para no perder esa sensación de moto voluminosa y ciertamente pesada. Lo notas en maniobras a baja velocidad, donde cualquier giro con apoyo del pie en el suelo requiere tenerlo todo claro y, nunca mejor dicho, sin ningún paso en falso por dar. En cualquier caso, esa anchura de manillar nos servirá de aliada para sujetar bien la moto, así como para contradireccionar en cambios rápidos. En realidad, aquí tampoco necesitas demasiadas asistencias a la conducción. La parte ciclo de la Crosstourer te permite una conducción tan agresiva como necesites, aunque también es cierto que la suspensión prefiere fluidez en el ritmo a un pilotaje con el cuchillo entre los dientes.

Ya puestos a buscar diversión entre curvas, con la Honda la encontrarás, seguro. La alegría de su motor, con ligeras vibraciones y una forma de subir de vueltas vertiginosa, contagia al piloto que solo tendrá que luchar contra las inercias en frenadas y aceleraciones transmitidas a las suspensiones; el cardan también aporta un pequeño granito de arena al ofrecer unas sensaciones de moto «plana» justo en el momento de cortar gas. Acabas acostumbrándote y solo te costará un poco más si vienes de pilotar motos con transmisión secundaria convencional.

Pero sin duda donde más y mejor se expresa la Honda Crosstourer es en carretera abierta. Si bien unos kilómetros antes las suspensiones nos parecían demasiado blandas, ahora simplemente son perfectas para soportar la carga sobre firmes irregulares. Apenas notamos pérdida de tracción transmitida al cardan, al menos a ritmos moderados, mientras que el motor sigue ofreciéndonos par rodando en marchas medias y altas. Un poco más allá nos encontramos con la salida a la autovía, momento que aprovecha la Honda para dejar bien claro que lo suyo son, además de las carreteras bacheadas de segundo orden, el «vuelo rasante» en carreteras de más de dos carriles por sentido. Esa sensación de «alfombra mágica» que tuve, meses atrás, durante la Superprueba de la versión DCT, la he vuelto a recuperar ahora. Resulta importante tener algo claro: nunca olvides mirar de reojo el velocímetro, porque de lo contrario las referencias de velocidad no te dejará comprobar la que realmente llevas. Firmeza y aplomo en curvones rápidos, frenada con plena confianza derivadas de un tacto inmediato y «buenas vibraciones» gracias al sistema combinado… Con pocas motos disfrutarás tanto haciendo turismo como con una Crosstourer, independientemente del ritmo al que te guste circular.

Bajarte de una de estas motos para subirte a la otra exige cierto período de «reprogramación». En nuestro caso, acabamos de dejar la Honda en la pata de cabra y ya nos estamos preguntando por qué no viene esta moto con caballete central. Resultaría más adecuado estacionar los 275 kilos de la «X» con la estabilidad de un caballete; la pata, en ocasiones, no es suficiente… En realidad, y ahora que nos subimos a la Versys, tampoco lo encontramos de serie; ahora bien, al menos nos ha costado un poco menos ponerla recta para quitar la «cabra» y emprender la marcha. Esta Kawa se muestra algo más ligera en maniobras a baja velocidad y, lo que resulta definitivo, con un asiento más bajito que imprime esa confianza en cierto modo perdida sobre la Honda Crosstourer.

Las arrancadas y paradas son más fluidas, nos devuelven además al mundo de las motos estándar con transmisión por cadena, con todo lo que ello supone de positivo y negativo. En cuanto a la posición, resulta bastante parecida en ambas motos, si bien la Kawasaki no transmite esa sensación de ir sentado en lo alto de un caballo… Es más fácil sentirte fundido con la moto, y no «sobre la moto» como en la Honda. De todos modos, en las dos el confort queda fuera de toda duda. No hay zona del cuerpo que fuerces especialmente y no tienes más que salir a carretera para darte cuenta que los kilómetros no pasan por ellas como en otras motos. La Kawasaki Versys 1000 en concreto da muestras, desde los primeros metros, del poderío de su tetra en línea. Es tan contundente abajo como pegadizo arriba. De hecho, en ocasiones cambiaría parte de la pegada del techo por más chicha en medios. Algo que se deja notar en carreteras reviradas donde la transición entre una velocidad y otra se convierte en un tanto perezosa mientras roscas a tope el puño de gas. Una vez arriba la expresión de tu rostro cambia de forma radical. A esta Kawasaki le cunde aquí una barbaridad, se nota que el motor proviene de la rabiosa Kawasaki Z1000, eso sí, ligeramente descomprimido y suavizado para este su nuevo cometido.

De acuerdo, es una moto grande y «pesadota», aunque menos que la Honda y eso se nota, pero… los cambios de dirección requieren más trabajo en la Versys que en la Crosstourer. Tal vez el estado del neumático trasero estuviese limitando los movimientos de la Kawasaki, pero la verdad es que no lo suficiente como para achacarle esa pereza al llevarla de un lado a otro entre curvas. Si en la Honda no era tan necesario contradireccionar, en esta Versys sí lo necesitas. Es más física y espera más participación por parte del piloto jugando no solo con el manillar, sino también con el cuerpo, cargando peso en los estribos… Trabajo de piloto a fin de cuentas. Las suspensiones cuentan con unos ajustes de serie bastante adecuados para, digamos, un poco todo; echarás en falta más firmeza en carretera de montaña, pero no demasiado sin necesidad de ser muy exigente frenadas o aceleraciones. Por cierto, su control de tracción es simplemente magnífico. Excelente trabajo el realizado en este particular.

En carretera sobre buen asfalto apenas requiere ajustes en precarga o extensión, lo que confirma lo indicado inicialmente: aporta un buen compromiso sea cual sea el uso que hagas de esta Versys. Lo fácil que resulta ajustar la altura de la pantalla te permitirá adaptarla, antes e iniciar la marcha y en apenas segundos, a la velocidad que desees rodar… que puede ser mucha.

Esa es, en euros, la diferencia aproximada entre una y otra. Con mayor o menor sofisticación y refinamiento, el objetivo de ambas es el mismo. Versátiles pese a sus dimensiones y peso, sin lugar a dudas su punto más fuerte se encuentra en una capacidad innata e infinita para rodar por carreteras de todo tipo a ritmos inimaginables con motos de otra especie, por no hablar de un nivel de confort sin apenas límites y un amplio margen de maniobra que permite disfrutar de diferentes tipos de conducción en ámbitos diversos. Como siempre, la duda surge cuando contamos con más de una opción para ello. He aquí dos muy válidas. ¿Con cuál te quedarías?

Ha llegado el momento de decidirse. En el texto general hablamos de diferentes sensaciones provenientes de motores tetracilíndricos, sí, pero uno en línea y otro en V. Mi devoción por estos últimos proviene de muy lejos, cuando llegó a mis manos la primera VFR de una compañera de facultad. Yo estaba enamorado de ella, ¡de la moto, por supuesto, no de Susana!, pero mi corazón pertenecía en realidad a mi XJ 600 y su tetra en línea con escapes. Corro. De acuerdo, había unos 30 CV de diferencia entre ambas, pero la personalidad y el carácter del tetracilíndrico en V acabó cautivándome. No abandoné la búsqueda de una idéntica, roja por supuesto, con la que disfrutar los fines de semana de buen tiempo años más tarde. La Crosstourer se deja querer de la misma forma. Sube de vueltas instantáneamente y con unas pulsaciones que te hacen hervir la sangre, aunque también es cierto que un exceso de alegría se traduce en consumos elevados. La Versys no es tan exclusiva en este sentido, pero su motor lleva demostrando una enérgica musculatura animando generaciones anteriores de Kawasaki ZX-10R y Z1000. Además, el precio juega una baza importante en los tiempos que corren y la teórica sencillez de la Kawa, que no renuncia al ABS ni a un control de tracción bastante más afinado que en la Honda, le sitúan en un lugar de privilegio en caso de que el presupuesto sea limitado. En pocas palabras, nos encontramos con dos trotamundos con idéntico objetivo y diferente precio… con razones para ello. ¿A ti cuál ha logrado enamorarte?