Si mencionamos el nombre de Antonio Maeso nos viene a la mente su épica participación en el Tourist Trophy de 2012, cuando después de hasta cuatro ediciones montó una campaña de crowdfunding para correr de nuevo en la isla mágica. Antonio lo consiguió y, lejos de parar allí, continuó hasta conseguir una KTM RC8R para las categorías de Superbike, Superstock y Senior. La historia del valiente piloto se truncó un año más tarde cuando, en un despiste, se salía parcialmente de la trazada ideal y se acercó al borde de la pista donde, en otro lugar del mundo, sólo habría césped o un piano. Por desgracia, la rodilla de Antonio no pasó cortando la yerba manesa, sino que impactó contra un pequeño cilindro de hormigón escondido entre la maleza.
Hoy sabemos de la existencia de ese pivote sólo porque el propio Antonio se preocupó de conducir hasta la zona para averiguar contra qué elemento se había destrozado la rodilla. Las noticias entonces no eran nada esperanzadoras, se hablaba del retiro definitivo y del final del sueño de Maeso.
Lejos de rendirse, Antonio ha seguido desde entonces luchando contra todos los obstáculos que se ha encontrado tanto en su vida personal como en su trayectoria deportiva. Ha tirado con absolutamente todo, sacando oro de debajo de las piedras para volver a subirse a una moto más de tres años después.
Ayer, tras haber conseguido rodar en la North West 200 con una máquina artesanal basada en la Yamaha MT 07, logró completar la primera vuelta en la Isla de Man desde que en junio de 2013 le cambiara la vida por completo. Un hito conseguido con la máquina eléctrica de Notthingham puesto que BB 8, que es como ha apodado a su máquina en honor al droide de Star Wars, no pasó la inspección técnica (¡Gracias, Abelardo, por la info!). Y es que es una moto compuesta por piezas de aquí y allá (‘Bits and Pieces’, llamó al programa que difundía en Youtube el montaje) con la que compite en la categoría de Lightweight del Tourist Trophy.
En solitario. Sin una estructura a su alrededor. Maeso se ha presentado allí donde se cuecen los sueños de las road races llevado únicamente por su motivación sin fin y el apoyo de unos aficionados fieles que no se han despegado de su figura.
Es precisamente el hecho de tener que arreglárselas en solitario, la razón por la que cualquier sesión de entrenamientos libres o cronometrados se convierte en un auténtico reto. No han ayudado tampoco las pésimas condiciones metereológicas de la semana pasada en Man que supusieron la cancelación de varias sesiones de entrenamientos.
”Bueno ha sido una mezcla de sensaciones como solo puede ocurrir en un circuito y en una isla como esta. Por un lado concentración máxima en un circuito que no permite errores lo cual me ha transportado inmediatamente al estado mental de mis múltiples vueltas y años de participación en la carrera. Le iba hablando a la moto, le iba diciendo que esta vuelta había que terminar la como fuera porque era la vuelta de mi vuelta, es decir, teníamos que completarla y ser capaces de terminarla porque significaba cerrar un círculo de una recuperación terriblemente larga y dolorosa y olvidar un tiempo pasado no demasiado agradable. Cuando pase por la montaña por el sitio donde tuve el accidente se me encogió el cuerpo pero logré tomar la curva y a partir de ahí olvidaré siempre lo que pasó allí. Me costó mantener la concentración ya bajando de la montaña y terminando la vuelta porque las lágrimas se me saltaban de los ojos y era imposible contener la emoción. He volado y arriesgado tanto en ese circuito durante tantos años que las emociones aparecían a borbotones en mi cabeza. Doy las gracias a todos los que de alguna manera me han empujado a conseguir esto en este largo y arduo camino.”
Antonio, siendo ya el español con más participaciones en el TT, se centrará ahora en su participación sobre BB8 y sobre la eléctrica de la Universidad de Nottingham. Desde aquí, te deseamos toda la suerte del mundo.