Camino del Cid (II)

Retomamos los pasos del Cid, cambiando de provincia y región. Nuestro protagonista lo hizo adentrándose en reino invasor, con la dificultad añadida de superar los accidentes físicos en forma de sierras o ríos que marcan la zona y que, por supuesto, ahora no suponen tal dificultad.

Fotos: Juan Sanz

Camino del Cid (II)
Camino del Cid (II)
Partimos desde El Burgo de Osma. El río Ucero nos acompañará formando una preciosa estampa junto a las murallas de la Villa. La imponente torre de la Catedral predomina como un rotundo reclamo para la visita a tan magno lugar. No es para menos, solo su pulcro casco histórico transmite esa sensación de que el entorno tiene mucho que contar y que hay más todavía por descubrir.

La carretera SO-160 nos dirigirá hacia La Rasa, no sin antes descubrir Osma, a secas, vecina de El Burgo y la Ciudad de Osma. Pronto la carretera hará un giro pronunciado atravesando el río. La perderemos para reencontrarla más adelante; de hecho, si las prisas mandan, esa es la mejor elección, porque a partir de ahora la vía se estrecha siguiendo las pisadas de nuestro intrépido protagonista. Es la SO-P-4123 y nos conducirá a la localidad natal del histórico sindicalista Marcelino Camacho, fundador de CCOO. Éste era hijo de ferroviario en La Rasa, a 7 km de El Burgo de Osma, su apeadero de tren. El motivo de tan retirado enclave fue que, a finales del Siglo XIX, creyeron más oportuno que el tren no se adentrase en la localidad para no espantar a las entonces habituales caballerizas. Leyenda o realidad, lo cierto es que la infraestructura ferroviaria de esta zona está, lamentablemente, ya en desuso, pero cuenta todavía con sus instalaciones en buen estado de conservación, lo que nos traslada  a aquella época de desarrollo industrial que también podremos apreciar en otros puntos de esta etapa.

Si somos observadores, ya desde la lejanía, una atenta mirada a nuestra izquierda nos anticipará uno de nuestros próximos destinos, la Fortaleza Califal de Gormaz, enclavada en lo alto de un destacado cerro. Un poco más adelante y al frente, nos llamará la atención una enorme mancha oscura, que nos puede llegar a confundir pensando en un gran remanso del río Duero. El Duero está, pero también y con mucha mayor presencia una explotación agrícola destinada a la manzana. ¡Sorprendente el tamaño de la plantación! Tras dicho pomar, alcanzamos el río Duero. Por aquí cuenta el Cantar del Mío Cid que éste y sus huestes lo cruzaron por un vado conocido, próximo al pueblo de Navapalos. Excelente es el ejemplo de reconstrucción con métodos tradicionales, a base de ladrillos de adobe, pero desgraciadamente se encuentra en estado de abandono. A pesar de ello todavía destaca una atalaya de origen islámico, con funciones de vigilancia por aquel entonces.

En el siguiente cruce haremos un giro a la izquierda. La SO-P-4228 asciende sinuosamente dándonos a apreciar el inmenso tamaño de la explotación agrícola antes mencionada. Un poco más allá alcanzaremos Vildé, y tras éste, unas lomas más adelante quedaremos a merced de la estratégica Fortaleza de Gormaz. Reencontramos el Duero, también. Paralelos a él descubriremos un puente de diez ojos que da acceso al elevado emplazamiento militar. Por aquí pasó el Cid, y no pocas veces, pero actualmente se halla cerrado a la circulación de vehículos por lo que tendremos que avanzar un poco más hasta, de nuevo, la SO-160, justo a las puertas de Recuerda, para retroceder y poder subir a Gormaz.

El Cantar narra que de Gormaz el Cid llegó a ser alcaide, además de otras plazas. Pero que aquí, también, fue donde provocó su primer destierro al enfrentarse a los moros con enorme contundencia sobre los territorios cercanos, siendo éstos entonces aliados del Rey Alfonso. Retrocedemos hacia la SO-160 en dirección a Recuerda, aunque mucho antes nos desviamos a Quintanas de Gormaz por la SO-P-4140. Antes de llegar a la población, el cartel del desvío a la estación es una buena excusa para conocer cómo eran aquellos apeaderos de tren. No le falta detalle y se encuentra en un excelente estado de conservación. El pueblo cuenta con curiosidades como las antiguas escuelas, con explícita diferenciación entre el género de los escolares y que actualmente alberga un Museo de la Resina. Al salir de la localidad, encontraremos la impecable fachada del cementerio, con la aclaración de Católico, y que nos pondrán rumbo a Berlanga de Duero, no sin antes cruzar un frondoso bosque de pino, inédito en esta etapa del Camino, y que desemboca en la CL-116 donde cruzaremos por última vez el emblemático río, justo antes de alcanzar Hortezuela. Tras éste, un nuevo desvío a la derecha por la SO-152 nos dejará en Berlanga de Duero, donde el Cantar recoge que las hijas del Cid hicieron noche en su viaje de vuelta de Valencia. Aquí también llegó a ser alcalde de la Villa. Su patrimonio es muy rico, resultando imprescindible su detenida visita.

Salimos en dirección a Paones, donde nos desviaremos hacia Brías, que cruzaremos hasta volver a retomar la SO-160 en sentido a Retortillo de Soria, interesante villa medieval amurallada y última localidad soriana del Camino del Cid. Desde aquí la carretera asciende para superar la sierra de Pela, la más oriental y de menor altura del Sistema Central y que divide aguas entre el Duero y el Tajo. Su descenso, ya en tierras alcarreñas y por la CM-1005, resulta más entretenido al perder cota más pronunciadamente que por la otra vertiente. Miedes de Atienza es el primer pueblo que encontraremos y en el que nos desviaremos hacia Bañuelos, Romanillos de Atienza, Bochones y, al fin, Atienza, villa medieval enclavada en una pronunciada ladera donde predomina su castillo roquero, y a la que no le faltan museos e iglesias, así como una amplia oferta para restaurarnos. 

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