Rutas del mundo: Kenia

Rodando por Kenia pensarás que te has metido en un documental de naturaleza salvaje, te sentirás como Tarzán o Jane y cuando regreses tendrás para siempre en tu mente «Memorias de África».

Gustavo Cuervo. Fotos: Cuervo/Antonio García/Motoplanet/Moto2

Rutas del mundo: Kenia
Rutas del mundo: Kenia

África es el continente de la aventura. Un territorio de extremos, que todo el que lo conoce con un mínimo espíritu natural queda enamorado para siempre. Cuando pensamos en motos y África solemos asociarlo con el desierto del Sahara, la cultura musulmana, o como mucho el Sahel, y esto es debido a dos motivos. Primero la cercanía a España de Marruecos que hace fácil cualquier escapada en moto al reino alauí, sobradamente interesante, y lo segundo gracias a la mítica carrera París-Dakar que nos enseñó básicamente estos dos ecosistemas. Sin embargo, si le preguntamos a alguien no relacionado con el motor sobre cuál es el paisaje que le viene a la mente al hablar de África, nos dirá que las sabanas del oriente africano repletas de animales en libertad o las junglas de Tarzán. El cine y la televisión han divulgado más los paisajes del continente negro que cualquier otra acción humana. Kenia es precisamente eso, los atardeceres de «Memorias de África» y la fauna salvaje de los documentales. Vivir todo esto y mucho más en moto es una experiencia que nunca olvidarás.

Montañas y campos de té

Kenia es un país de tamaño ligeramente superior al de España con 38 millones de habitantes. Sus paisajes son muy variados, desde el desértico norte y el lago Turkana, llamado Mar de Jade, hasta las riberas del lago Victoria, en el oeste, o sus playas en el mar Índico en el este. Para disfrutar montando en moto es el centro y sur del país la zona más interesante.

Conocí el país en 1992 cuando mi amigo «El Topo» consiguió tener allí una Honda Dominator con la que recorrimos gran parte de la nación, desde entonces pensé que debía compartir esta experiencia con todos los que quisieran conocer el África más bella. Tardamos 20 años pero lo conseguimos. Nairobi es punto de entrada obligatorio en el país si vienes volando, la mejor forma de llegar hasta aquí y no por que no se pueda venir desde Europa en tu propia moto, sino porque esta opción actualmente es bastante complicada, por la dificultad que ofrecen los países limítrofes, inmersos en luchas tribales y religiosas que incluso se extienden por el este de Kenia. A lo que hay que sumar las complicaciones logísticas y eso sin contar lo caro que resulta esta fórmula.

Volar, alquilar una moto de enduro o trail y contar con una organización experimentada es el sistema que ahorra tiempo, dinero y quebraderos de cabeza. Sí, ya sé que no es con tu propia moto, pero es que lo de viajar por estos sitios con tu propia moto está reservado a unos pocos aventureros con mucho tiempo libre.

Situados pues en Nairobi vayamos directamente a recoger las motos y partir de viaje. Lo primero es acostumbrarse al singular tráfico keniata, que no es agresivo, pero sí digamos al estilo africano, así que hay que multiplicar la atención y acordarse siempre que aquí se circula por la izquierda como buena excolonia inglesa. Carreteras secundarias de montaña en torno al monte Kenia (5.199 m), el segundo más alto de África tras el Kilimanjaro, con asfaltos rotos en ciertos tramos, dan comienzo a la aventura. Estamos en territorio kikuyu, la etnia dominante del país, la que tiene el control político y económico desde la independencia promulgada por Jomo Keniata. El primer presidente que curiosamente impuso con su apellido el gentilicio a la nación, con lo que hoy sus ciudadanos pueden ser llamados en español kenianos o keniatas, indistintamente.

La cinta asfáltica es una ruta bonita, muy bella en ocasiones, entre campos de labor y bosques, con subidas, bajadas y muchas curvas que enlaza las siempre bulliciosas poblaciones y sus coloristas mercados. Los campos de té de la parte alta de las montañas extienden su manto verde sobre las colinas pintando paisajes magníficos. Es una toma de contacto que ya nos deja las imágenes de las primeras jirafas, incluso con suerte elefantes y rinocerontes, estos últimos estrechamente vigilados por los rangers. A la hora de descansar también podrás gozar de la herencia británica. Magníficos hoteles coloniales de idílicos jardines o también «tent camp», un estilo de alojamiento con origen en la época de los safaris de caza del pasado siglo y hoy prohibidos en todo el país. Grandes tiendas de campaña dotadas de todas las comodidades de un hotel de lujo pero en mitad de la naturaleza.

Masáis y motos

Los masáis son la etnia mayoritaria en las sabanas kenianas, pero no la única. Samburu y Pokot, son otros grandes grupos. Todos mantienen sus tradiciones y por los caminos no es difícil encontrarte con algún morani, joven masái, que sigue la tradición y busca su paso a la edad adulta sobreviviendo solo, o en compañía de algunos chicos de su edad, para regresar convertido en hombre guerrero. Antes debían cazar un león con su lanza para probar su valor pero las modernas leyes conservacionistas se lo impiden, aunque personalmente dudo que todos los morani de la sabana cumplan las leyes promulgadas en Nairobi.

Los masáis son hospitalarios y uno de los momentos memorables de todo viaje por Kenia en moto es llegar hasta una de sus manyatas (aldeas de barro y ramas) y compartir con ellos sus bailes tradicionales en los que dan altos saltos. Te aseguro que no es fácil imitarles y menos si calzas unas pesadas botas de enduro. Los niños ten cantarán alguna de sus canciones tradicionales y las mujeres te ofrecerán alguno de sus abalorios, que aquí sí que son de pura artesanía. Además, te enseñaran cómo hacer fuego con dos palos y al final querrán darse una vuelta en moto, pues como a todas las culturas del planeta,la moto es el vehículo que más llama su atención.

El valle del Rift

La gran falla geológica africana, por donde se parte el Continente Negro, atraviesa el corazón de Kenia. Hay que bajar desde las alturas hasta esta gran fosa tectónica para entrar en el país masái, la etnia más conocida y carismática del oriente africano. Al fondo del valle del Rift se suceden los lagos en los que abunda la fauna salvaje. La mayoría están catalogados como parques nacionales y en todos se puede entrar en moto para rodear sus orillas y disfrutar de las enormes bandadas de flamencos, el retozar de los hipopótamos o los antílopes que cada tarde se acercan hasta sus riberas para beber. A excepción de los hipos, no hay animales peligrosos, si bien hay que tener especial atención con los monos si plantas un campamento, pues a la que te descuides pueden entrar en tu tienda y «reorganizar» tu equipaje. Los días pasan dando gas por las pistas y viviendo intensamente una experiencia en cada kilómetro.

La ruta busca entre idílicos paisajes el parque nacional de Masai Mara. En estos parques donde hay abundancia de leones y elefantes no dejan entrar en moto (piki piki en suajili) pero como no están vallados puedes encontrar la misma fauna fuera de los límites fronterizos que el hombre ha establecido como parque, pero que lógicamente no respetan ni entienden los animales. No conozco a nadie, entre los que me incluyo, que no se emocione al rodar entre rebaños de cebras, o seguir el grácil trotar de las jirafas. No conozco a nadie que no cuente con satisfacción cómo se le cruzó un impala en su ligero salto a pocos metros del faro de su moto. Ni que no sienta el fluir de la adrenalina cuando es la familia de elefantes la que cruza el camino obligando a detenerte. Tampoco conozco a nadie que haya viajado en moto por estos parajes y no este deseando repetir.

El Rey León y los atardeceres mágicos

Uno más de los muchos alicientes de viajar por Kenia son los atardeceres. Un mundo de colores rojizos que rompen los horizontes entre acacias y lejanas montañas escarlata. Los animales cobran una gran actividad, se oyen lo rugidos del león mientras los asistentes preparan el fuego de campamento. Es la hora de la tertulia, tiempo de contar las pequeñas hazañas de la jornada, de servirse una pombe baridi (cerveza fría). Inevitablemente surge una de las preguntas más frecuentes a los guías: ¿Y qué pasa con los leones? Simba el más temido de los animales de la sabana africana, no es un problema para montar en moto. No se conoce ningún caso de ataque de leones a motos en marcha, así que nosotros procuramos mantener a cero la estadística y solo parar en lugares donde el riesgo es inexistente.

El cine y la televisión, como decíamos, son responsables de muchas de las ideas e imágenes que tenemos de África y aún más nos han enseñado muchas palabras en suajili que resultan tan sonoras como fáciles de recordar. Jambo (hola), bwana (señor)… En la película de Disney el «Rey León». Rafiki (amigo) es el mono sabio y Simba el león, pero sin duda hay una que a todos se nos ha quedado del estribillo de la canción: hakuna matata (no hay problema). Pues eso, hakuna matata. Viajar por Kenia en moto sin problemas es una emoción que no olvidarás en toda tu vida.

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Mucha suerte.