Abandonamos Toledo poniendo rumbo al oeste por la Ronda Juanelo, junto al puente de Alcántara -curiosamente de mismo nombre que nuestro destino- y que nos permite tener una fantástica panorámica de la ciudad imperial mientras nos alejamos de la misma. El Tajo bordea su perímetro haciendo de barrera natural, tan apreciada en épocas pretéritas de continuas conquistas, y que a día de hoy forman un escenario bello y singular entre las ciudades españolas.
Tomamos la CM-4000 que nos lleva hasta la capital septentrional de esta «Andalucía del Norte». Cortijos y extensas llanuras nos acompañan por la ágil carretera que marca de manera distante a nuestro fluido guía. Muy al fondo del escenario y a nuestra izquierda divisamos el relieve de los Montes de Toledo, que casualmente estamos bordeando.
La Puebla de Montalbán, El Carpio de Tajo y, un más retirado, Malpica de Tajo preceden a la llegada de Talavera de la Reina. Importante núcleo urbano de porte capitalino al que accedemos al tomar la antigua Nacional V y que inmediatamente encontramos a nuestro paso. En Talavera localizamos un pintoresco puente de hierro, que salva el río, por la entretenida N-502 -una de nuestras carreteras favoritas por estos lares- y donde ponemos rumbo hacia Córdoba.
Es una carretera nacional a la antigua usanza, aunque ahora sus traicioneras curvas están muy bien señalizadas. En definitiva, un grato placer para disfrutar de la conducción sin más, aunque el duro relieve castellano aledaño no desmerece en absoluto. Son territorios de caza, al encontrarnos muy próximos a las estribaciones de los mencionados Montes de Toledo.
La Jara
La comarca da nombre a los siguientes pueblos que encontramos: Alcaudete de la Jara y Belvis de la Jara, donde nos desviamos por la CM-4104 rumbo a El Puente del Arzobispo. Nada más cruzar Aldeanueva de Barbarroya pasamos por debajo de un pequeño pero interesante puente, que alberga la Vía Verde de la Jara: antiguo trazado ferroviario que se proyectó para comunicar las vegas del Tajo y del Guadiana pero que nunca llegó a funcionar a pesar de quedar construidos unos impresionantes viaductos, túneles, así como algunos apeaderos del tren.
Aunque se aparta un poco de nuestro rumbo, en dirección a Guadalupe, te aconsejo conocerla por las infraestructuras contenidas. ¡Qué derroche de ingeniería civil! Cruzamos el río Uso que desemboca en el Tajo en el embalse de Azután, y que toma el nombre de la siguiente población.
A continuación, un desvío nos acerca a El Puente del Arzobispo, donde su extenso puente sobre el Tajo acapara todo el protagonismo. Aunque su tradición alfarera es también otro de sus reclamos y a nivel nacional, junto con la de Talavera.
Justo aquí se encuentra el límite con Extremadura. Volvemos brevemente sobre nuestros pasos, cruzando el medieval puente, para tomar un pequeño desvío hacia Valdelacasa del Tajo. La vía es bastante estrecha y retorcida y nos adentra en el paisaje habitual, a partir de ahora, de dehesas extremeñas, siempre con la perenne valla divisoria al pertenecer estos campos a las diferentes fincas en las que está repartido el territorio por estas latitudes; denominador común en esta comunidad autónoma.
Dehesa extremeña
Antes de alcanzar Bohonal de Ibor, el extenso embalse de Valdecañas ya nos llama la atención. También por el trazado más ancho por el que ahora avanzamos y que invita a un mayor disfrute de la conducción. Un tanto alejado de nuestro camino y en el otro extremo del embalse, la sinrazón junto a la ambición humana, una vez más, se ha apoderado de este bello territorio. Al desarrollar y vender una urbanización en este marco incomparable cuando los permisos de Medio Ambiente nunca se aprobaron. No estoy en contra del progreso pero sí de estos errores donde hay más perjudicados que favorecidos. Y donde el territorio, nuestra querida piel de de toro, siempre es el gran damnificado.
Pasado Bohonal y a los pies del embalse, se alzan los restos de Talavera la Vieja, ruinas romanas donde destaca un imponente arco de una más que considerable altura y en muy buen estado de conservación. Junto a este testigo del legado del venerado Imperio y bajo las aguas del embalse yace el antiguo pueblo, también conocido como Talaverilla. Volvemos a Bohonal buscando el desvío hacia Mesas de Ibor.
Tras cruzar la Sierra de la Fuente nos reencontramos con el Tajo, ahora a los pies de la presa de Valdecañas. Un lugar detenido en el tiempo y donde la retama ha invadido la vía formando un curioso escenario a nuestro paso. Almaráz, con su central nuclear, es nuestro siguiente destino para entrar al Parque Nacional de Monfragüe por el este, junto a un muy crecido afluente Tiétar. Las paradas nos permiten empezar a apreciar la berrea. Estamos en la época de apareamiento de estos mamíferos, donde venados y ciervos forman legiones, haciendo prevalecer su liderazgo mediante sus intimidatorios bramidos.
Es el río Tiétar al que seguimos ahora hasta llegar a Villareal de San Carlos, centro neuralgico del Parque. Un poco más adelante, el Tiétar descarga en el Tajo en un paisaje netamente rocoso. Tras un puente llegamos a la Fuente del Francés y acto seguido al Salto del Gitano, donde su cómodo mirador nos permite apreciar los dos riscos separados por el Tajo, imagen del Parque, y donde las rapaces campan a sus anchas para nuestro deleite. ¡Todo un espectáculo!
En Torrejón el Rubio tomamos la EX-390 para, de manera muy distante, seguir el curso hasta la EX-373 rumbo a Talaván e Hinojal hasta que nos topamos con el embalse de Alcántara II por la entretenida N-630. Un nuevo desvío por la EX-302 y acto seguido por la estrecha CC-113 nos lleva a Alcántara y su monumental puente sobre el Tajo.
No te puedes perder
Talavera de la Reina: Bordeada por nuestro protagonista y del que legó a tomar su nombre durante la Segunda República -Talavera del Tajo- Su actual y original apellido se debe al regalo de Alfonso XI de Castilla al desposarse con su prima María de Portugal allá por el año 1328. Esta capital comercial y económica tiene influencia sobre el este de Cáceres, sur de Ávila, así como el norte de la provincia de Toledo. Destaca su Mercado Nacional de Ganado como su tradicional industria ceramista.
El Puente del Arzobispo: Fundado por el Arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, allá por el siglo XIV, la antigua Villafranca de la Puente de Arzobispo debe su existencia al bien conservado puente medieval que salva el Tajo, construido por los frecuentes accidentes de las frágiles embarcaciones que cruzaban el río en el camino de peregrinaje hacia el Monasterio de Guadalupe. Su emplazamiento queda justo en la frontera con la Comunidad extremeña, y destaca por su tradición artesana alfarera protagonizada por el color verde.
Parque Nacional de Monfragüe: Con una extensión de casi 18.000 hectáreas y bañadas por el Tajo y su afluente el Tiétar, que se unen justo en el mismo Parque formando su pronunciado relieve, está declarado zona ZEPA, además de ser reserva de la Biosfera. Aquí conviven más de 200 especies de vertebrados, destacando la abundancia de parejas de rapaces como las de los buitres negros y leonados, además de ciervos y venados.
Puente de Alcántara: Al Qantarat, puente en árabe. Se encuentra a los pies e la pequeña localidad extremeña del que toma su nombre. Su origen se remonta al puente romano de época del emperador Trajano y destruido por los franceses en la Guerra de Independencia. Se encuentra próximo a la frontera con Portugal y, junto a éste, la presa que contiene las aguas embalsadas del Tajo en el pantano de José María de Oriol-Alcántara II.