El cuidado de las manos con la mecánica

Seguro que en alguna ocasión habéis acudido a vuestro mecánico para que os hiciera una simple tarea de mantenimiento o una reparación básica, «esquivando» hacer vosotros mismos el trabajo por no mancharos las manos. Aquí os mostramos cómo «mecaniquear» sin dejar huella…

Marcos & José Vicente Castells

El cuidado de las manos con la mecánica
El cuidado de las manos con la mecánica

De toda la vida se ha asociado a los mecánicos con la imagen de gente con manos sucias, uñas negras, dedos endurecidos, piel agrietada y olor a gasolina. Hasta el punto de que se podía llegar a dudar de las cualidades de un profesional del taller si denotaba cierta reticencia a mancharse las manos…                      

Afortunadamente, esta situación ha cambiado bastante. L a parte mecánica de las motocicletas va perdiendo cada vez más protagonismo frente a los componentes electrónicos, sobre todo, refiriéndonos a las averías que sufren y que en muchos casos se solucionan simplemente tecleando en un ordenador portátil.

Sin embargo, por suerte para los «manita s», en las motos de campo, de relativa sencillez y concepción eminentemente práctica, aún pueden encontrar un buen puñado de operaciones e intervenciones de las de meter las manos en la masa. Y claro, se las mancharán…

Por otra parte, el auténtico motivo de protegerse las «pezuñas» en reparaciones mecánicas va más allá de la apariencia estética de éstas. La verdadera razón de peso es la salud, en concreto, la de nuestra piel. La epidermis de las manos puede ser gravemente dañada no sólo por cortes, golpes o quemaduras en accidentes, sino también por el contacto directo y continuado con disolventes, aceites, gasolinas, productos químicos –ácido de batería, por ejemplo- e incluso nuestro propio sudor.

A continuación os hablaremos de los distintos métodos y productos que debemos utilizar antes y después de abordar una reparación. Para que el mancharnos no vuelva a ser una excusa a la hora de lavar el filtro de aire, sustituir las pastillas de frenos, tensar la cadena o cambiar una bujía.

Una manera efectiva de evitar la suciedad en nuestras manos consiste en protegérnoslas con guantes. Éstos, en lo tocante a reparaciones mecánicas, nos interesan de dos clases: de plástico, tipo nitrilo, látex u otros materiales; y de tela, como los que incluso muchas marcas de equipamiento «off road» ofrecen en sus catálogos -los originales Mechanix, por ejemplo-.

Entre los guantes de tipo plástico encontramos tres principales materiales de fabricación; látex, vinilo y nitrilo. Los de látex, hechos mediante polimerización de caucho sintético, ofrecen una gran adaptabilidad que posibilita el desarrollo de tareas precisas con total comodidad, además de procurar una buena protección contra agentes externos. Dada su gran elasticidad se colocan en la mano de manera sencilla y, además, resultan bastante resistentes a la ruptura por enganchones con elementos punzantes. Su precio, otra de sus ventajas, entre 5 y 15 euros, en cajas de diez a cien unidades y con varias talla s a elegir.

Sin embargo, los guantes de látex tienen dos grandes inconvenientes: la gasolina, que, al igual que casi todos los disolventes, los deshace por completo; y las reacciones alérgicas que causan en pieles sensibles.

Precisamente para casos de propensión a enfermedades de piel – dermatitis, eccemas, etc.- existen los guantes de vinilo, con características similares a los de látex; cómodos, tacto preciso, elásticos y baratos –entre 5 y 10 euros, cien unidades-. Aunque también comparten su extrema debilidad ante combustibles y disolventes, incluso aumentada.

La última opción que contemplamos son los de nitrilo, con su típico color azul, fabricados a partir de polímeros sintéticos –con cierta proporción de látex-, y la opción más recurrida en talleres de reparación. Ofrecen una gran resistencia física y a sustancias químicas y combustibles. Todo esto, a un precio superior, entre 15 y 40 euros –una caja de cien unidades-, pudiéndose comprar de distintos grosores. Los guantes de nitrilo resultan un poco más complicados de poner y además provocan una alta sudoración de la mano, pudiendo acarrear también problemas de piel. Para paliar estos inconvenientes, en algunos casos se venden con una fina capa de polvos de talco en su interior, aunque como aconseja nuestro experto en medicina, esto incluso empeora la situación.

Los guantes de plástico garantizan un tacto preciso y adecuado para operaciones que requieren de cierta habilidad manual. Sin embargo una de sus debilidades es su escasa protección térmica y ante superficies lacerantes, aspecto en el que se ve ampliamente aventajado por los guantes textiles. Seguro que se los habéis visto puestos alguna vez a los mecánicos del Mundial de Motocross o de Enduro, ya que son perfectos para las reparaciones de urgencia que tienen que hacer a las motos de sus pilotos en las zonas de asistencia, con sus motores aún calientes. Dada su elevada protección a golpes y cortes resultan ideales para operaciones más «brutas»; sustituir los neumáticos o el kit de transmisión, por ejemplo. Sin embargo, se muestran menos adecuados par a manipular pequeños componentes, como los clichés de un carburador o las pastillas de reglaje de una distribución; además de que, lógicamente, si se mojan con cualquier líquido, tardarán en secar. Su precio también aumenta sensiblemente, entre 25 y 60 euros, y podemos encontrarlos en catálogos de marcas como Fox, Acerbis, KTM Powerparts, Axo, Mechanix, Alpinestars…, lo que siempre aporta un aspecto más «pro». Además hay que considerar que nos durarán bastantes años y se pueden lavar.                                         

Existen otros productos para proteger las manos de la suciedad; las cremas protectoras, tipo «guante invisible» o, como los denomina nuestro experto, «guantes químicos». Consisten en una crema que nos aplicamos en las manos y, pasados unos minutos, se endurece y aísla la piel de los agentes exteriores; grasa, aceites, polvo, barro. Posteriormente, nos bastará con lavarnos las manos con agua para eliminar la crema y la «porquería» pegada a ella. Como os podéis imaginar, confieren una gran sensación de tacto, pues es casi como si usáramos las manos directamente, aunque también ofrecen un nivel de protección a impactos inferior, por no mencionar que no pueden entrar en contacto con gasolina, disolventes, anticongelante, ni agua. Su precio está a la altura de los guantes de nitrilo, entre 20 y 30 euros, en botes de muy diversos tamaños que condicionan su duración -un litro, cien aplicaciones-.

En otras ocasiones quizá prefiramos realizar ciertas intervenciones sin ningún tipo de guante o pasta que nos reste precisión, en operaciones delicadas y con piezas muy pequeñas. Por ejemplo, cuando queremos modificar la altura de la aguja del carburador, cambiando de posición su minúsculo «circlip», o cuando manipulamos las conexiones eléctrica s de inyección o CDI. También hay gente que prefiere trabajar sin guantes, bien porque le resultan incómodos o porque no va a tocar piezas demasiado sucias. Para estos casos, después de la tarea de reparación, existen unos jabones específicos para talleres mecánicos, que incorporan polímeros de arrastre para eliminar mejor la suciedad. Antiguamente, estos «granitos» eran directamente serrín, pero en la actualidad se han sustituido por sustancias mucho menos agresivas con la piel.

Entre los muchos jabones de este tipo que existen en el mercado, nosotros hemos probado el Proqui 1010, distribuido por Detergentes Montecristo y cuyo material de arrastre consiste en polímeros de cáscara de nuez. Nuestros resultados han sido satisfactorios; las manchas se van sin dificultades, la piel no queda irritada y nuestras manos desprenden un buen olor. Su precio está en la línea de lo que cuestan productos que hemos visto hasta ahora, 2 euros el kilo en recipientes de cinco, diez o veinticinco kilos. Además, la empresa nos ofrece la posibilidad de  escoger las proporciones de la mezcla jabón-polímeros de arrastre en función de las necesidades que tengamos.