Corría el año 1987 cuando el cantautor granaíno Carlos Cano publicó uno de los discos más importantes de su carrera; que además empezaba con la que seguramente fuese su canción más escuchada: ‘María la Portuguesa’. El título de aquel trabajo, más allá del juego de palabras con el género que más empleaba, resultaba toda una declaración de intenciones: ‘Quédate con la copla’.
El nombre de aquel trabajo, que era el primero que grababa con la discográfica estadounidense CBS, hacía referencia a la popular expresión 'quedarse con la copla', que según el Diccionario de la Real Academia Española significa “retener en la memoria una idea o información entendida como advertencia”. No era baladí: Cano se había propuesto cambiar la percepción marginal de la copla.
Desde hace ya unos años, el nombre de Carlos Cano empieza a aparecer más en el ambiente motero que en el musical. La culpa la tiene un chaval murciano nacido en diciembre de 2009, que ya en las temporadas anteriores había brillado en las categorías nacionales de Moto4 y PreMoto3 dentro del ESBK, donde llegó -como casi todos- desde la Cuna de Campeones.
Como le sucediese a su tocayo hace casi cuatro décadas al grabar con CBS, Cano saltaba a la palestra internacional en este 2024 al llegar al paddock del JuniorGP, evidentemente dentro de la European Talent Cup. Una aventura que empezó regular al ser relegado a final de parrilla en Misano por una irregularidad técnica; un contratiempo que aprovechó para dejar ir dejando su sello.
Aquel día remontó dos veces hasta el sexto puesto, anticipo de lo que vendría después… en Portugal. Allí, “desde Ayamonte hasta Faro”, se escuchó su fado: ganó las dos carreras de Estoril y, tras un cero en Catalunya, logró su tercera victoria del curso, esta vez en Portimao, metiéndose en la lucha por el título contra rivales que le sacaban dos y tres años.
Llegó a Jerez, a la tierra de la bandera “verde, blanca y verde”, y allí estableció su propia bandera con dos victorias más que dejaban el título a punto de caramelo para sentenciarlo en Aragón, la tierra de Labordeta y de las fiestas del Pilar en las que el otro Cano tantas veces cantó. Allí, el pequeño Carlos volvió a hacerse grande.
Después de ser tercero en la primera carrera, guardó la calculadora y ganó la segunda para conquistar el título a lo grande. Con tan solo 14 años y en su temporada de rookie, había dominado con puño de hierro una copa monomarca ante pilotos mucho más experimentados como Marco Morelli, Giulio Pugliese, David González e incluso el futuro mundialista, Valentín Perrone.
Su juventud le hará quedarse en la categoría, pero lo hará al abrigo de un Emilio Alzamora, sin la presión de las apreturas económicas que casi le obligan a dejarlo hace apenas un año. Revalidar el título no será sencillo, pero eso será otro disco. Con éste de 2024, todo el motociclismo sabe quién es Carlos Cano. Se han quedado con la copla.
