No pasa la cantera del motociclismo italiano por su mejor momento, es evidente. El delirio vivido en las dos pasadas temporadas por los títulos de MotoGP conseguidos por un Pecco Bagnaia que sigue coleccionando victorias como churros, el flujo de jóvenes talentos que ha ido emanando de la fuente transalpina se ha ido convirtiendo en un goteo cada vez más escaso.
En 2025, solamente habrá dos pilotos italianos en Moto2: Tony Arbolino con 24 años y Celestino Vietti con 23. Es cierto que en Moto3 habrá hasta seis, pero casi todos llevan varios años sin resultados especialmente reseñable (salvó el retornado Dennis Foggia) y superan la veintena, con la única excepción de Luca Lunetta, que tiene 18 y ha hecho un gran año de rookie.
Tampoco empezó siendo un curso especialmente prolífico en el JuniorGP, más allá de un podio a cargo de Alessandro Morosi que ya es mayor de edad. Hasta que apareció Guido Pini. Una aparición tardía, ya que una lesión hizo que el pupilo de Emilio Alzamora tuviese que posponer su debut en la categoría hasta el mes de julio, perdiéndose tres citas y cinco carreras.
Un contratiempo importante para el campeón de la European Talent Cup 2022 y subcampeón en 2023. No solo porque se perdiese media temporada, sino porque necesitaba acabar en el top 3 de la general (ahí y/o en la Rookies) para poder dar el salto al Mundial de Moto3 de cara a 2025; ya que no cumplirá 18 hasta enero de 2026.

La percepción desde fuera es que tocaba reorientar el año y convertirlo en una especie de larga pretemporada para asaltar el título al siguiente. Pero Pini tenía otros planes, y los puso en práctica de inmediato con un debut casi inmejorable en Portimao: se hizo con la pole y, tras ser segundo en la primera carrera, se impuso en la segunda.
Ese fin de semana se llevó todos los focos, pero cuando logró también la victoria en la primera carrera de Jerez -donde fue cuarto en la segunda-, empezó a sobrevolar el ambiente la pregunta de si sería capaz de lograr la proeza de ser campeón tras perderse casi medio curso. Quedaban tres carreras y estaba a 39 puntos del líder, Álvaro Carpe.
El cuarto puesto en la única carrera de Aragón y la victoria de Carpe en la misma le dejaron sin opciones matemáticas de título, pero ni siquiera eso le paró. En la cita final de Estoril, donde sus rivales ya habían corrido este año y él no, añadió otra victoria más y cerró el curso con un segundo puesto que le convertía en subcampeón.
Tras perderse cinco carreras, terminaba el año a 16 puntos del campeón con un saldo de tres victorias, dos segundos y dos cuartos en siete carreras. Todavía no se sabe si saltará al Mundial de Moto3 en 2025, pero Guido Pini ya ha dejado clarísimo que es el oasis de talento que necesitaba Italia tras una sequía que empezaba a ser realmente pertinaz.