Hay una frase hecha, muy manida en el motociclismo, que dice que lo más difícil no es llegar, sino mantenerse. Como todas las frases hechas, tiene un alto porcentaje de verdad, como demuestra la cantidad de pilotos que tienen que dejar atrás el Mundial tras apenas uno o dos años en el mismo. Lo que pasa es que esa frase se queda un tanto inacabada.
Hay algo más difícil todavía: volver a llegar cuando no has podido mantenerte. Son poquísimos los casos de pilotos que, tras perder su sitio en los grandes premios a las primeras de cambio, consiguen disfrutar de una segunda oportunidad. Cuando el paddock mundialista te cierra la puerta, no lo hace con la intención de volvértela a abrir con una sonrisa cuando vuelvas a llamar.
Sin embargo, en los últimos años ha aparecido una nueva puerta que parece más propicia para los retornos: el Campeonato de Europa de Moto2. No solo se ha convertido en algo casi matemático que su ganador encuentre sitio en el Mundial de Moto2, sino que ha dado lugar a retornos de pilotos que habían perdido su sitio, bien sea en Moto2 o bien desde Moto3.
Tanto Jesko Raffin como Edgar Pons lo ganaron dos veces, con paso mundialista en medio. Eric Granado, Steven Odendaal y Yari Montella encontraron un sitio mundialista tras ganarlo, igual que Fermín Aldeguer. Ni siquiera necesitaron ganarlo Keminth Kubo, Kasma Daniel, Xavi Cardelús, Joe Roberts o el hombre del año en la categoría: Alonso López.

En ese grupo estuvo el alemán Lukas Tulovic, que tras debutar en el Europeo de Moto2 a finales de 2015 con apenas 15 años, fue dejando destellos de una gran velocidad durante tres cursos hasta conseguir abrir la puerta mundialista para 2019. Eso sí, con un equipo en problemas como el Kiefer Racing y con una KTM, que justo paró el desarrollo de su chasis.
Si llegar había sido difícil, mantenerse en esas condiciones resultó una quimera. Para 2020 volvió al FIM CEV y lo compaginó durante dos cursos con MotoE, donde mostró su potencial ganando una carrera en 2021, rubricando así un buen año en el Europeo de Moto2, donde se había enrolado en las filas del Intact GP, terminando tercero tras Aldeguer y López.
Sin ambos en parrilla, la exigencia era máxima: solamente valía ser campeón. Más que nada porque podía ser su último tren de vuelta a los grandes premios. Una exigencia que es un arma de doble filo, sobre todo para un piloto que siempre había ido sobrado de velocidad y cuyo hándicap estaba en el exceso de caídas y la falta de regularidad. Tocaba cambiar el chip.
Dicho y hecho. Ganó las tres primeras carreras, saldó los arreones en forma de dobletes de Senna Agius y Álex Escrig con cuatro segundos después y ganó las cuatro últimas. Resultado: campeón de Europa de Moto2 con 255 puntos de 275 posibles y patada a la puerta giratoria para volver al Mundial con Kalex y el Intact GP. Toca mantenerse.