Después de lograr tres victorias incontestables en la ronda inaugural de Phillip Island para introducir el miedo en el cuerpo a todos sus rivales, Álvaro Bautista hizo algo todavía más importante en la ronda de Mandalika; todo ello pese a sufrir una caída que le hizo dejarse por el camino los primeros puntos del año al salir con un cero de la carrera Superpole.
Hasta ese momento, el guion era idéntico al de la cita australiana. Tras dejar escapar la Superpole, en la carrera larga puso un océano de por medio entre él y sus rivales, rubricando un póquer y desplazando el debate desde la identidad del campeón hacia el número de victorias con el que el talaverano acabará el año de su segundo título.
Todo cambiaría el domingo en la carrera Superpole. Un primer incidente cortó de raíz los bostezos que se sucedían entre la afición europea, causando una bandera roja que redujo todavía más la carrera sprint y creando el caldo de cultivo ideal para humanizar a un Bauti cuya infalibilidad asciende de forma directamente proporcional al kilometraje de la carrera.
Toprak Razgatlioglu y Jonathan Rea se crecieron y rebasaron al español, que salió a la zona sucia al ser adelantado por el norirlandés, sufriendo un trallazo mimético que acabó en caída. Eso abrió la victoria para Toprak Razgatlioglu y el doblete para Yamaha con Andrea Locatelli, los dos pilotos que le escoltaron el día anterior. Tercero fue Alex Lowes en el primer podio de Kawasaki en seco.

Más allá de no haberse hecho daño, caerse en la carrera Superpole tenía una ventaja y una desventaja. La ventaja es que son menos puntos los que se le escaparon. La desventaja es que le relegaba al décimo puesto en parrilla de cara a la última carrera del fin de semana, lo que le obligaba a remontar y añadía un punto de incógnita extra.
Con una paciencia exquisita, fue escalando posiciones hasta ser cuarto cuando salió una bandera roja. En la reanudación se puso segundo con su compañero Michael Rinaldi bastante por delante y, como confesaría después, llegó a pensar en dar por bueno ese resultado. Al menos hasta que se dio cuenta que empezaba a ser muchísimo más rápido que el italiano.
Llegó hasta él y le pasó sin despeinarse para lograr un nuevo triunfo y, sobre todo, dejar patente que, más allá del número 1 que adorna el carenado de su Panigale, posee un cetro invisible con el que gobierna la categoría. Un bastón de mando que nadie ve, pero cuya superioridad se puede sentir por todos los demás cuando están en carrera.
Un postrero fallo de Rinaldi elevó a Razgatlioglu al segundo puesto y propició el primer podio en Superbike de Xavi Vierge; en un fin de semana de estrenos y reencuentros en el Mundial de Supersport, donde Can Oncu logró su primer triunfo y Federico Caricasulo volvió a ganar tras casi cuatro años, con podios para Niki Tuuli, Stefano Manzi, Nicolò Bulega y el propio Caricasulo.
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