Hay infinidad de teorías sobre cómo influye el destino en la vida de las personas. Contrariamente a la teoría del efecto mariposa, que postula que cualquier mínima variación en una acción puede cambiar por completo todas las acciones futuras, también existen las que aseguran que el destino está predeterminado y que las acciones individuales no pueden cambiarlo: que el final está escrito.
Dentro de las mismas hay desde amplias y complejas disertaciones filosóficas hasta sencillos refranes que lo sintetizan a la perfección. El más simple y común dice que ‘todos los caminos llevan a Roma’. Hay otro con más matices que reza que ‘dios escribe recto con renglones torcidos’, que invita a mantener la confianza cuando las cosas no salen según lo esperado, confiando en que todo saldrá bien por injerencia divina.
A veces, los dioses del motociclismo también escriben recto con renglones torcidos. Y eso es exactamente lo que parecen estar haciendo en el caso del español Manu González, que con 19 años por fin ha recibido la oportunidad de disputar un año completo en los grandes premios, a cuya puerta lleva años llamando con su gran rendimiento.
Han pasado ya cuatro cursos desde aquel 2017 en el que se convirtió en el campeón de la primera edición de la European Talent Cup, concebida como filtro para el Mundial Junior de Moto3. Sorprendentemente, en lugar de seguir trepando por la escalera del FIM CEV se enroló en la aventura del WorldSBK, entrando por la puerta de las Supersport 300.

Como rookie, y con solo 16 años, firmó una gran sexta posición final tras acabar el año con tres podios seguidos. En su segunda temporada comenzó ganando las dos primeras carreras y no se bajó del top 4 en todo el año para convertirse en el campeón del mundo más joven de toda la historia del motociclismo de velocidad, superando a Loris Capirossi.
De ahí, y en un alarde de fidelidad a su equipo, subió de su mano a Supersport pese a que eso le suponía estrenarse con una Kawasaki ante las Yamaha que dominaban la categoría. Tras un año tremendamente regular, su equipo le correspondió y le consiguió una YZF-R6 para este 2021. Pese a su juventud y al cambio de montura, el madrileño fue rápido desde el inicio.
Se abonó al top 5, que no había pisado en todo 2020, y después de conseguir sus dos primeros podios en Most, consiguió su primera victoria en Magny-Cours ante el a la postre campeón Dominique Aegerter; devolviendo la bandera española a lo más alto del Mundial de Supersport once años después de la última victoria de Joan Lascorz en Valencia 2010.
Después llegaría otro triunfo en Catalunya y el tercer puesto en la general final. Era imposible no ilusionarse pensando en que Manu González acabaría siendo el encargado de dar a España el único título mundial restante… pero su destino estaba en los grandes premios y en 2021 disputará el Mundial de Moto2 con el Yamaha VR46 Master Camp Team.