En un lapso de cinco años, Sylvain Guintoli pasó por cinco marcas diferentes en el Mundial de Superbike: de 2012 a 2017 llevó Ducati, Aprilia, Honda, Yamaha y Kawasaki, proclamándose campeón del mundo en 2014 en su segundo y último año en Aprilia. Aquello no le valió para renovar y, con 32 años, vio cómo primero Honda y después Yamaha confiaban en su experiencia para desarrollar sus máquinas.
El piloto francés, que en los grandes premios nunca llegó a deslumbrar, consiguiendo apenas un podio en sus cinco temporadas completas en el cuarto de litro, se hizo un hueco entre las motos de serie destacando por su fiabilidad hasta dar la campanada cuando era el teórico segundo piloto de Aprilia, cuyo fichaje estrella había sido Marco Melandri.
Aquel año, se agarró al cajón como una lapa y sacó lo mejor de sí mismo en la cita final en Losail para sobrepasar a Tom Sykes y proclamarse campeón. Parecía claro que sería su primer y último título mundial: se le había presentado una ocasión única y la aprovechó. Al no renovar con Aprilia se antojaba imposible que se le apareciese una chance igual.
Él mismo lo sabía y tras los pasos por Honda y Yamaha le llegó la oportunidad de volver a MotoGP, donde había disputado dos temporadas completas en 2007 y 2008, pero esta vez en calidad de probador. Suzuki quería ir un paso más allá y apostar por un piloto europeo para unirse a Takuya Tsuda en el Test Team.

Con 35 años, volvía a la marca con la que había debutado en SBK y lo hacía por partida doble, ya que junto al desarrollo de la GSX-RR se embarcaba en la aventura del BSB, por donde ya había pasado y que se saldó con un triunfo en Assen y poco más, acabando la temporada en la 13ª posición. Desde 2018, decidió centrarse en su labor en MotoGP.
Después de tantos años de vaivenes, encontró su familia deportiva en la marca de Hamamatsu, donde pudo sentirse partícipe de un gran proyecto… que conquistó la cima de MotoGP en 2020 de la mano de Joan Mir. Todo el mundo hablaba de las excelencias de la máquina japonesa que él había contribuido a llevar hasta allí.
Para 2021, Suzuki decidió premiar su trabajo y su fidelidad ofreciéndole un sitio en el trío de pilotos de la fusión entre Yoshimura y SERT, dos equipos para los que ya había pilotado en el pasado. Una vez más, demostró ser un hombre de equipo y su adaptación fue inmediata: vencieron en la primera carrera en Le Mans y dejaron el título casi sentenciado ganando el Bol d’Or.
La cita final en Most era poco menos que un trámite y cumplieron a la perfección. De una forma casi poética, fue Guintoli el encargado de cruzar la línea de meta checa para unirse a Raymond Roche, Carl Fogarty Doug Polen en el club de los campeones mundiales de Superbike y Resistencia, demostrando ser un piloto para todo.