Cuando Ducati fichó a Scott Redding como número uno de su proyecto en el Mundial de Superbike, lo hizo con un único objetivo: terminar lo que había dejado inacabado Álvaro Bautista y llevar la Panigale V4R al título para devolver a las vitrinas de Borgo Panigale el trofeo que más veces han ganado a lo largo de su historia y que no conquistan desde Carlos Checa en 2011.
La moto fue concebida para ello y se mostró ganadora desde el primer día, pero al igual que le sucedió al binomio que formaban su predecesora y Chaz Davies, la V4R y Bauti vieron cómo Jonathan Rea les cerraba el paso. Desde hacía un lustro, el norirlandés había marcado la diferencia, convirtiendo lo que podría haber sido la era más gloriosa de Ducati en Superbike en una colección de subcampeonatos.
El de Bautista fue uno más y, convencidos de que el potencial de la moto era suficiente para destronar por fin a Rea, se confiaron en un Redding que había pasado con nota la reválida del siempre difícil BSB tras su salida de MotoGP. Ya en su primer año igualó el techo de Davies y Bautista al finalizar como subcampeón.
El problema de terminar segundo en tu año de rookie es que al siguiente ya solamente vale acabar en lo más alto, lo que ponía una dosis extra de presión sobre el díscolo piloto británico, que a su favor contaba con un misil de moto y la experiencia acumulada de una temporada.

En la mente de Ducati se dibujaba una lucha de poder a poder entre su estrella y el de Kawasaki, que además se inclinaba claramente en su favor en el apartado mecánico. Sin embargo, ya en la cita inaugural de Aragón volvieron a verse las costuras del británico, que ganó la última carrera ante Rea tras ser cuarto en la primera y octavo en la corta… ambas ganadas por el norirlandés.
Algo parecido sucedió en Estoril, donde salió con otra victoria y volvió a perder puntos con su gran rival. Lo peor estaba por llegar: tres cuartos puestos en Misano -con dos victorias de su compañero Michael Rinaldi- dieron paso al desastre de Donington, donde además de alejarse enormemente de Rea se vio reemplazado en su rol de aspirante.
Las imposibles frenadas de Toprak Razgatlioglu se demostraron mejor arma que la endiablada velocidad en recta de la Panigale, y 13 carreras sin ganar le apartaron de luchar por el título. Eso sí, aprovechó el triunfo en Most que puso fin a su sequía para pedir matrimonio a su novia desde lo más alto del cajón, dejando una de las imágenes del año.
Por lo demás, pese a su nada desdeñable cifra de siete victorias en 2021, fue el claro ejemplo de que tres son multitud, ya que pese a colarse en innumerables fotos con Rea y Razgatlioglu, solamente pudo ser espectador de lujo de un duelo histórico. Para colmo, tuvo que despedirse de Ducati y devolver la Panigale a Bautista.