En las películas de acción, el doble de riesgo (también llamado stuntman) posee un rol importantísimo, ya que se encarga de realizar las escenas de acción o peligrosas en sustitución del actor o la actriz. Lógicamente, esto incluye situaciones donde interviene la velocidad sobre ruedas: si un personaje va muy rápido en moto o pilota de forma nada convencional, lo más probable es que sea un doble.
A eso se dedicaba Arif Razgatlioglu, trágicamente fallecido en 2017 en un accidente. Antes había tenido tiempo de hacerse un nombre en internet con sus acrobacias en moto hasta llegar a trabajar como especialista. No hay duda de que su hijo Toprak Razgatlioglu, pese a haber escogido otro camino en su amor por las dos ruedas, comparte el espíritu de Arif.
“Este título es para mi padre, que siempre creyó en mí”. Fueron las palabras del piloto turco tras proclamarse campeón del mundo de Superbike en este 2021. Y es que hay dos cosas que caracterizan a un doble de riesgo: la constante exploración de los límites y la creencia de que toda acrobacia puede ser posible si se entrena lo suficiente.
Si se traslada al motociclismo de velocidad, no existía ‘acrobacia’ más difícil que derrotar a Jonathan Rea a los puntos de una temporada al completo. Como en un truco de stuntman, la misión requería aplicar una serie de cualidades diferentes con una precisión milimétrica en unos instantes concretos. El más mínimo fallo condenaba a la empresa al fracaso. Toprak lo sabía.
Su suerte es que, además de haber tenido tiempo de interiorizar perfectamente las enseñanzas de su padre -desde la fe sus posibilidades hasta las habilidades en moto que le han convertido en un auténtico showman antes, durante y después de las carreras-; encontró en el mítico Kenan Sofuoglu algo parecido a un hermano mayor. Son uña y carne desde hace años.
Dos son las grandes virtudes de Sofuoglu: las relaciones públicas -desde el paddock del WorldSBK al gobierno turco- y, sobre todo, ganar títulos mundiales. El pentacampeón del mundo de Supersport se retiró en 2017 y, desde entonces, ha consagrado su tiempo a que Razgatlioglu llegase donde él no pudo: a lo más alto de Superbike.
El joven Toprak confió en él incluso cuando le llevó a Superstock 1000 en vez de a Supersport, y en unos años ha pasado de ser un diamante en bruto a coronarse rey de Superbike con tan solo 25 años, devolviendo a Yamaha a lo más alto de las motos de serie once años después en una temporada majestuosa en la que ha aguantado la mirada a Rea hasta derrotarle.
De entrada, en 2022 defenderá su trono para intentar revalidar el título, y quién sabe si a partir de ahí emprenderá una nueva aventura en MotoGP, donde no le faltan pretendientes. Hasta ahora nadie ha conseguido conquistar la categoría reina tras hacerlo en Superbike, pero Razgatlioglu es un doble de riesgo: le gusta explorar los límites y no cree que exista la acrobacia imposible.
