Las matemáticas, madre de casi todas las ciencias, cuentan con muchas subdivisiones. Sin embargo, si se atiende a la generalidad de uso se pueden dividir en dos simples tipos. Las primeras representan tan solo una pequeñísima parte y corresponden a aquellas operaciones que resultan útiles a la inmensa mayoría de la gente: sumas, restas y poco más. Como mucho alguna regla de tres.
En el segundo grupo entra absolutamente todo lo demás. Aquello que la inmensa mayoría de la gente no utiliza (conscientemente) en toda su vida. Eso comprende desde procedimientos tan sencillos como pueden ser el mínimo común múltiplo y el máximo común divisor; hasta los más complejos algoritmos, pasando por la trigonometría, las matrices, las derivadas y las integrales… o los límites.
Para mucha gente, el estudio de los límites fue la primera toma de contacto con la idea del infinito: aquellas gráficas que se aproximaban irremediablemente a un eje… para no tocarlo jamás. La trayectoria deportiva de Toni Bou es como una de esas gráficas: desde muy jovencito se fue aproximando a toda velocidad a la perfección sobre una moto de trial… y se quedó allí.
Él mismo insiste en que la perfección no existe, y puede que tenga razón. Lo que pasa es que, cuando se sube a su Montesa, se dedica a convencer al resto del mundo de que sí puede llegar a existir. Año tras año y por partida doble. Desafiando a la naturaleza en el aire puro o bajo techo, sorteando obstáculos prefabricados.
Su nivel de dominio escapa de toda idea preconcebida en el deporte. Seguramente ni el más complejo de los algoritmos podía haber aventurado algo así allá por 2007, cuando lograba sus dos primeros títulos mundiales. Un ser humano, y por lo tanto finito, cuya perfección roza el infinito. Toni Bou es, en sí mismo, una indeterminación. Un problema para las matemáticas.
Y, al mismo tiempo, es la mejor forma de refrescar las ecuaciones simples. Para saber su número de títulos mundiales, basta con resolver una sencillísima ecuación al final de cada año, donde la X es el número de títulos que adornan su palmarés, mientras que la Y es el año en curso. La ecuación es la siguiente: X = 2 * (Y – 2006).
Se puede usar este año como ejemplo: 2 * (2022 – 2006). Es decir, hay que multiplicar 2 por 16, lo que resulta en un total de 32 títulos mundiales individuales; solo superado en el mundo del deporte -según las estadísticas de @EldrickISB- por el patinador estadounidense Chad Hedrick (46) y el jugador de billar belga Raymond Ceulemans (33). Todo un sinsentido matemático.
El nombre de Toni Bou siempre va unido al interrogante del límite. Hace unos años la duda era cuál era su límite a un nivel de perfección formal. Desde hace tiempo, la indeterminación ha entrado en una línea más temporada. Todo el mundo se pregunta hasta cuándo seguirá siendo el mejor del mundo. De momento, la gráfica de su ecuación sigue apuntando al infinito.
