Si algo que ha quedado sobradamente demostrado en los últimos tiempos, es que hay mucha vida más allá de MotoGP. Muchísima. Salvo contadísimas excepciones -que normalmente se dan en las grandes leyendas del motociclismo-, los pilotos no se despiden de la categoría reina por voluntad propia, sino al quedarse sin sitio en la parrilla después de unas cuantas temporadas.
De hecho, hoy en día lo excepcional es durar más de un puñado de cursos. La pujanza de talento joven desde las categorías ligeras ha aumentado la velocidad de rotación en la parrilla de la clase reina, que cada vez parece más el juego de las sillas. En ese sentido, permanecer la friolera de nueve temporadas se puede considerar un éxito más que rotundo.
Son las que estuvo el italiano Danilo Petrucci entre el Ioda, el Pramac Racing, la Ducati oficial y el KTM Tech3, donde vivió su última aventura en 2021 antes de verse sin silla cuando se detuvo la música. Cuando eso sucede, los pilotos suelen buscar una buena moto en el WorldSBK o algún nacional potente. Él tenía otro plan en mente: disputar el Dakar.
No solamente lo materializo, sino que además se llevó una victoria de etapa histórica, demostrando que no era un velocista en el desierto. Era un piloto de raids que por avatares del destino había tirado por la velocidad, donde no había dicho su última palabra. La siguiente aventura era MotoAmerica con una Ducati Panigale V4R. Volvía así al paraguas de la marca italiana.

Se lanzó a lo desconocido buscando el sueño americano, donde tuvo que lidiar con peligrosos circuitos y rivales mucho más habituados a ellos. Aun así, llegó y ganó las tres primeras carreras para dejar boquiabiertos a todos los lugareños. Cuando llegó la reacción del vigente campeón, Jake Gagne, se abonó al podio para soñar con el título hasta el final.
No pudo ser por poco. Con 5 victorias, 16 podios y 19 top 4 en 20 carreras, tuvo que conformarse con el subcampeonato, firmando una gran temporada que le ha abierto la puerta del Mundial de Superbike para 2023. Eso sí, antes tuvo tiempo de poner la guinda al 2022 al volver esporádicamente a MotoGP para correr en Tailandia con la Suzuki GSX-RR de Joan Mir.
La pasada temporada, con 31 años recién cumplidos, el futuro del piloto de Terni era una completa incógnita. Sin embargo, mientras recibía mensajes de pena, él vio una oportunidad: un folio en blanco. Transcurrida una vuelta al sol, se puede afirmar sin temor al equívoco que ha disfrutado del motociclismo de competición como poquísimos pilotos desde el pasado enero.
En este 2022, ‘Petrux’ ha demostrado como no lo había hecho nunca otro piloto que después de MotoGP no hay una sola vida: hay un viaje de infinitas posibilidades. Los caminos a la cima del motociclismo están señalados con flechas como el Ikea, pero el camino de bajada es totalmente libre. Y eso es justamente lo que ha encontrado: la libertad de pilotar cualquier moto.