¿Qué se hace tras firmar una temporada prácticamente perfecta? Cuando has pasado toda tu vida persiguiendo un objetivo, lo consigues con creces y al año siguiente te mantienes en la misma categoría, no tiene que ser fácil hallar la motivación para seguir al mismo nivel. Es fácil dejarse llevar por la corriente del éxito o, dicho más coloquialmente, dormirse en los laureles.
Se ha visto muchísimas veces en la historia. Pilotos que, tras lograr su mayor éxito, no vuelven a replicarlo ni a quedarse cerca. Le sucedió a Nicky Hayden en MotoGP o a Sylvain Guintoli en Superbike, por poner dos ejemplos claros. Incluso hay quien decide retirarse justo al alcanzar el cielo de su deporte, como el caso de Nico Rosberg en la Formula 1.
En 2021, Jake Gagne arrancó la temporada en el MotoAmerica Superbike sin haber ganado nunca antes una sola carrera en la categoría; y la terminó como campeón tras dominar de forma apabullante y conseguir 17 victorias en 20 carreras, logrando hasta 16 de ellas de forma consecutiva para ocupar el vacío de poder que había dejado el dominante Cameron Beaubier.
No había sido fácil llegar hasta allí, ni resignarse a volver a competir a nivel nacional tras haber probado fortuna dos veces al otro lado del charco: en la primera fue campeón de la MotoGP Rookies Cup en 2010 y en la segunda Honda le dio la oportunidad en el Mundial de Superbike 2016. En ninguna de las dos tuvo continuidad, por diversos motivos.
En la primera no se le abrieron las puertas de los grandes premios, así que regresó para ser bicampeón nacional: del AMA Pro Daytona Sportbike en 2014 y del MotoAmerica Superstock 1000 al año siguiente. En la segunda la moto no acompañó y tuvo que volver a la categoría de Superbike del nacional yanqui, donde ya había estado dos cursos.
Ahí, tras un año con BMW, fichó por el equipo oficial Yamaha y fue aprendiendo a la sombra de Beaubier para convertirse en el jefe absoluto con la marcha de su compatriota a Moto2. Ahí fue cuando se le planteó un reto inaudito: aunque había ganado varios campeonatos antes, nunca se había quedado a defenderlo. Además, la facilidad de su título invitaba a la autocomplacencia.
En ese sentido, la llegada de Danilo Petrucci fue un revulsivo. Aunque Gagne aprovechaba su conocimiento de la moto y los circuitos para ser más rápido, el italiano empezó a buscarle las cosquillas a base de no fallar nunca. Y el que empezó a fallar fue Jake, que se iba al suelo con demasiada asiduidad y, tras ocho carreras, ‘solo’ había ganado tres.
Tuvo que vérselas con dos grandes rivales: el que no fallaba (Petrux) y el que le hacía fallar (su cabeza). Al final, fue capaz de enderezar la situación y, en la última carrera del año, templar los nervios para revalidar el título de campeón. En 2023 no estará Petrucci, pero seguirá teniendo dos grandes rivales: su propia cabeza… y el retornado Beaubier.
