El Wheels and Waves ha crecido de tal manera en estos ocho años que ya hasta las propias marcas de motos se implican directamente en el festival y quieren salir en la foto. Montando sus estands y atracciones en el recinto ferial e incluso facilitando a la prensa su vista. Como Honda ha hecho en esta edición y que, además contar con una nutrida representación vintage, entre las que destacan sus icónicas Honda CB1100EX y RS o la más moderna Rebel, puso a nuestra disposición su gran novedad para esta temporada: la Honda CB1000R. Un modelo que, fruto de su atrevido diseño Neo Sport Café, casa perfectamente con el espíritu tan gamberro del festival de ruedas y olas.
Neo Sport Café… & travel!
La cita era en Motos Ortasa, concesionario oficial Honda en la ciudad de Bilbao, donde iniciamos nuestra peregrinación rumbo al Wheels and Waves. No sin antes dejar de inmortalizar nuestra partida en la ciudad portuaria. La novedad japonesa, además de posar cual top model de metal en un escenario tan oportuno como con el Guggenhein de fondo, nos llevó hasta Biarritz disfrutando de un entretenido recorrido por la costa vasca y su interior donostiarra, a pesar de las habituales inclemencias meteorológicas de la zona.
La [Honda CB1000R](https://www.motociclismo.es/motos/honda/cb 1000 r/2018) nos ha molado ¡y nos ha molado mucho! A la que no le faltan cualidades para poder pasear o viajar con ella tranquilamente, gracias a su poderoso motor y nada exigentes suspensiones con nuestra anatomía, así como permitir extraer todo su potencial al ponernos en modo ¡a saco! A groso modo, y comparada de un plumazo con el modelo anterior, pesa menos y anda más; además de ser menos radical la posición a los mandos. Dispone de cuatro modos de uso del motor, uno de ellos totalmente personalizable, y con los que se puede modificar la respuesta del motor y la del freno motor, así como la acción del control de tracción.
Para los más exigentes, cuenta con la versión CB1000R (plus), con un mayor equipamiento y en el que destacan sus puños térmicos y el cambio de marchas asistido ¡que nos ha encantado! Además de su ya mencionado aporte estético, con un diseño moderno pero que es todo un guiño al concepto Café Racer. En definitiva, pega todo con el Wheels and Waves como nos confirman los giros de cabeza con gesto de reconocimiento que provocamos a nuestro paso, sobre todo teniendo en cuenta en el marco tan exigente y controvertido en el que nos encontramos.
Punk´s Peak
Nuestro primer contacto con el Wheels and Waves fue en la prueba Punk´s Peak. La “competi" de aceleración de un cuarto de milla que se disputa en las laderas del Monte Jaizkibel y con el mar Cantábrico como testigo. Un espectacular escenario dominado por el intenso verde de la vegetación y que abarca hasta las salvajes aguas.
La parroquia que allí se congrega nos va poniendo en situación de lo que supone el festival. Una mezcla explosiva de sabor pero que muy añejo junto a la descomunal imaginación a la hora de modificar toda una legión de modelos que parecen fugados del más conservador de los museos dedicados a la historia de las dos ruedas. ¡Brutal!
un espontaneo museo al aire libre de iniciativa popular
Me atrevería a decir que la vetusta producción europea gana en presencia ¡y por goleada! a la nipona. Aunque no faltan modelos americanos, monopolizados por Harley-Davidson y donde encontramos algunas incluso provistas del inconfundible motor Flathead con más de 70 años de antigüedad. Esas culatas tan planas hacen pensar en un pasado 2T en la firma americana. Nada que ver, son debido al empleo de las válvulas laterales.
Aunque creo que una inmortal Brough Superior SS100, con sus varillas de distribución a la vista, era lo más prehistórico que se movía por allí –insisto en lo del movimiento, y no simplemente expuesta–, además de incombustibles BSA, Norton, Triumph, BMW, Ducati y un largo etcétera de modelos y marcas, por supuesto incluidas las japonesas, se concentraron en las idílicas laderas de Jaizkibel y que resultan todo un espontaneo museo al aire libre de iniciativa popular. ¡Sublime!
una bacanal mecánica son las motos que se enfrentan en el Punk´s Peak
Lo que ya supone una absoluta bacanal mecánica son las motos que se enfrentan en el Punk´s Peak. Allí no se respetan canas ni galones, y el único fin es la velocidad ¡La mayor velocidad! Diferenciadas por años de producción, el formato de la competición es por eliminación.
Entre las contendientes había una nutrida legión de Yamaha Yard Built a cual más espectacular, sobre la base de la XSR700 –alguna XSR900 también–, y donde la Workhorse acaparaba la mayor de las atenciones entre las preparaciones vintage japonesas por su formato dragster bajo una atractiva estética de inspiración Gauloises –todo un homenaje a la FZR 750 Sonauto Bol d'Or del año 1985 pilotada por Christian Sarron– y sobrealimentada con óxido nitroso (NOx). A la postre fue el verdugo de la Honda CBR1000RR Fireblade del incombustible y multidisciplinar piloto Jean Michel Bayle (JMB111), y en la que destacaban su minimizado carenado que sólo conservaba la cúpula y su basculante XXL específico para la prueba de aceleración.
Aunque éstas no dejan de ser modernidades, como las efectivas BMW R nineT que allí se batían el cobre. Por cierto, el fabricante bávaro no escatimó en medios y su departamento BMW Motorrad Classic alineó una R 57 y otra R 5 en la salida del cuarto de milla vasca; y que defendieron los intereses germánicos en la categoría de 500 cc de antes de la guerra.
Al mal tiempo…
…buena cara! Aconseja el sabio refranero español. Así que ante mala previsión meteorológica, este año la organización trasladó el Village desde la Ciudad del Océano, a escasos metros del mar, al complejo de exposiciones del Halle d´Iraty, localizado en el interior y junto al aeropuerto de Biarritz. Dejando un tanto huérfana la parte surfera del festival y que, además, tuvo que posponer un día sus actividades programadas debido a las condiciones marítimas.
La zona de exposición albergaba todos los ingredientes del mundo de la customización. Marcas, preparadores, ropa, música y, por supuesto, comida rápida y cerveza. Mucha cerveza. Honda montó un sencillo pero atrayente estand protagonizado por la “Cub 3", una Cub pero en tamaño XXL realizado por Deus Ex Machina a partir de un X-ADV; una CBX1000 de seis cilindros o una minimalista CRF450R para Flattrack; o una representación del ayer y hoy con las dos versiones de la Monkey.
Junto al siempre espectacular Muro de la Muerte patrocinado por Indian y el, no menos impresionante, Half Pipe para la práctica del skate y que congrega a tan distantes generaciones. Por cierto, el mítico Steve “Cab" Caballero se dejó ver por allí gracias a la marca americana y también participó en el Deus Swank Rally, la prueba de off road para clásicas que se disputa en la campiña francesa. Donde además de las máquinas de tacos no faltan personajes trajeados salpicados de barro. Hay que verlo.
¡Y ahora de lado!
El Rollo era la última de las competiciones a disputar, y en el hipódromo de Lasarte (San Sebastián) se concentraron las máquinas de Flattrack. Con múltiples categorías según la cilindrada y año de fabricación, así como la experiencia de sus pilotos. Aquí el denominador común es el modo de avanzar: de lado…
Un festival que confirma el acierto de su loco planteamiento dado el volumen que ya va adquiriendo, y que supone un absoluto disfrute a poco que comulgues con la historia de la moto y sepas apreciar la imaginación que vierten sobre ella las especies del más variopinto pelaje que allí se congregan. ¡Repetiremos!