Después de un par de años de incertidumbre y temor provocados por el cruento enfrentamiento entre Rusia y Japón por el control de Manchuria y Corea, en 1906 Japón vive por fin en paz. Son momentos de felicidad en casa de Gihei y Mika Honda: el 17 de noviembre nace su primogénito, Soichiro. Su padre, un humilde herrero de Shizouka, localidad costera situada a doscientos kilómetros al suroeste de Tokio, se gana la vida arreglando viejas bicicletas compradas en la capital que luego revende una vez reparadas. En ese ambiente de fragua y herramientas creció Soichiro, soñando con maquinaria y tecnología, en pleno desarrollo de la automoción, aunque rara vez se conseguía ver un automóvil circulando por las polvorientas calles de Shizouka. No tardó en acompañar a su padre en sus viajes a Tokio en busca de bicicletas que reparar, y así, a los quince años, decide quedarse en la gran ciudad para trabajar de aprendiz en Art Shokai, un pequeño taller de reparaciones en el que realiza su primer contacto con el mundo de la automoción.
Tokio es una capital que crece a buen ritmo, aunque en 1923 se ve sacudida por un devastador terremoto que la arrasa y destruye también Yokohama, provocando más de 300.000 víctimas mortales. Dos millones y medio de personas se quedan sin hogar, y un millón intenta huir de Tokio, mientras que los que se quedan sobreviven con lo justo debido a la escasez de alimentos y la expansión del cólera.
Soichiro se quedó en Tokio y perseveró en su trabajo en Art Shokai. Colaboró decididamente en la reconstrucción de la empresa, que no fue ajena a las secuelas del terremoto. Sólo Soichiro y el aprendiz más antiguo consiguieron conservar su trabajo. Seis años después abrió su propia sucursal de Art Shokai en Hamamatsu, donde decidió dar rienda suelta a sus sueños: construir su propio coche de carreras. Las competiciones automovilísticas se habían expandido por todo el mundo. Europa y Estados Unidos son los dos centros de la automoción, pero Japón también ha desarrollado una notable industria. Su rápida recuperación tras el terrible terremoto de 1923 da muestras de la capacidad de este país para hacer frente a los desafíos más grandes. Será una constante en su historia.

Soichiro está volcado en la construcción de su propio coche de carreras, y hasta compite con él, pero un grave accidente en el Gran Premio de Japón de 1936, que casi le cuesta la vida, le hizo ver que su futuro estaba al otro lado de la pista. Creó Tokai Sekai, una empresa destinada a la fabricación de pistones. El nacimiento de Honda Motor Company estaba aún lejos, pero Soichiro investigó y se formó para conseguir mejorar en su trabajo. La fabricación de pistones le dio muchos problemas porque no conseguía la fundición correcta, y no dudó en formarse acudiendo a la Escuela Superior de Tecnología de Hamamatsu para mejorar sus conocimientos.
Tokai Sekai
En aquel periodo Soichiro Honda vivía una situación contradictoria. Mientras su país se veía inmerso en una escalada militarista para controlar el sudeste asiático y el área del Pacífico, él seguía inmerso en sus trabajos y veía como su empresa crecía y se expandía. En 1941 Tokai Sekai se convirtió en suministrador de motores para Toyota Motor, el ejército, la armada, y la compañía de aviación Nakajima. Toyota adquirió el 40 por ciento de las acciones de Tokai Sekai. Pero el 7 de diciembre de 1941, Japón atacó la base naval norteamericana de Pearl Harbor (Hawai), provocando su entrada en la II Guerra Mundial, con consecuencias nefastas para Japón.
Cuatro años después, sobre la cubierta del acorazado Missouri, anclado en el puerto de Tokio, un representante del gobierno imperial firmaba la rendición formal de Japón, devastado sólo unas semanas antes por el lanzamiento de dos bombas atómica sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Las condiciones de la rendición fueron muy severas para controlar el crecimiento y el rearme de Japón, forzando prácticamente el desmantelamiento de Mitsui, Mitsubishi, Sumitomo y Yashuda, algunas de las grandes compañías industriales japonesas. Tokai Sekai fue vendido a Toyota, y la fábrica de Hamamatsu quedó muy dañada por los bombardeos y un nuevo terremoto producido en 1945.
Soichiro Honda volvió a comenzar de cero. Creó el Instituto de Investigación Técnica Honda, donde reciclaba pequeños motores utilizados por el ejército, un material barato y fácil de trabajar, que acoplaba a bicicletas que tuvieron muy buena acogida entre la población ávida de un medio de transporte propio en la caótica situación en la que se encontraba el país. Y cuando el ejército dejó de suministrarle motores, Honda decidió fabricarlos él mismo.

Pero para hacerlo necesitaba apoyo financiero. En 1948 conoció a Takeo Fujisawa, hombre de negocios que buscaba una empresa en la que invertir. La decisión con la que Honda hablaba de llevar a cabo una revolución tecnológica contagió a Fujisawa, y juntos crearon Honda Motor, con Soichiro al frente de la dirección técnica y Fujisawa ocupándose de las finanzas, una combinación que resultó ser un éxito.
El primer vehículo fabricado por Honda Motor fue una moto. Nació un día de agosto de 1949: tenía un motor de “dos tiempos” de 98 cc, y 3 CV de potencia. Organizaron una pequeña fiesta en la oficina de la fábrica para celebrarlo, bebieron sake y comieron sardinas y pepinillos. Alguien exclamó: “¡Es como un sueño!”, a lo que Honda repuso emocionado: “¡Eso es! ¡Sueño!”, y la moto quedó bautizada como Dream Tipo D. Comenzaron a fabricar dos tipos de motores: uno de 50 cc que acoplaban a una bicicleta, y el de 98 que adaptaban a un chasis que les suministraba la compañía Kitagawa.

El crecimiento de la empresa fue tan grande y desmedido que corrieron peligro de entrar en crisis, provocando una completa reorganización de su red de distribución. Implantaron un sistema de pago por adelantado de sus distribuidores, un denominado sistema horizontal que se incorporaría posteriormente en la mayoría de las empresas.
El inconformismo de Soichiro le llevó a mirar más allá de Japón y quiso comparar sus productos con los que se hacían en otros lugares del mundo. Su mentalidad era mucho más abierta que la de los japoneses de su época: “Parece que los japoneses prefieren pasarse la vida en un trocito de terreno, porque son una raza campesina”, llegó a decir en una ocasión, mostrando su desacuerdo con la mayoría de sus compatriotas, que se resistía a alejarse de su tierra y de su país.
Pasión por las carreras
La pasión por la competición seguía muy viva en él, y entendía las carreras como una parte más del trabajo de desarrollo de un producto, así que no dudó en participar en las primeras competiciones que se desarrollaron en Japón tras la guerra. Su entrada en la competición llegó con los nuevos modelos de “cuatro tiempos”, los modelos E, desarrollados aparentemente para evitar las molestias del ruido y el humo de los “dos tiempos”. Las primeras motos E tuvieron motor de 125 y 200, y con ellas participó en competiciones tan exigentes como la carrera de Sapporo a Kagoshima, de 2.700 kilómetros de recorrido, la subida al monte Fuji, o las carreras de Asama, donde viviría sus primeros duelos con Yamaha. Estamos en los años cincuenta, y por entonces Japón ya cuenta con una floreciente industria del motor: Bridgestone, Yamaguchi, Tohatsu, Showa, Kawasaki, Yamaha… Como podemos ver, Honda no está sola.
Pero lo que le diferencia del resto es su amplia visión empresarial. Tan convencido está de la buena calidad de sus productos que quiere exportarlos y ampliar su negocio fuera de Japón, y para ello le dará un promoción internacional a su marca participando en competiciones fuera de Japón. En 1954 lleva su E 125 a Sao Paulo (Brasil) para una carrera internacional con motivo del 400 aniversario de la fundación de la ciudad, pero regresa decepcionado: sólo puede ser 13º. Eso no significa que se rindiera, y poco después sorprende a todos con el anuncio de la participación de Honda en el Tourist Trophy de 1955.

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