La ciudad californiana de San Diego ha acogido la quinta cita del Supercross de Estados Unidos, un certamen con categoría de Mundial FIM cuya temporada 2019 está destacando por la gran igualdad en la lucha por el campeonato. El piloto de Kawasaki, Eli Tomac, se hacía con su primer triunfo del año, lo que le ha permitido situarse líder en la provisional, aunque con solo cuatro puntos de diferencia sobre Marvin Musquin y Ken Roczen, segundo y tercero en San Diego, respectivamente, y también en la provisional.
La cita de San Diego ha trascendido no solo por los resultados de la carrera, sino por las duras condiciones del terreno, debido a las fuertes lluvias caídas durante la jornada que dejaron un circuito muy embarrado y encharcado, así como por las quejas de pilotos y mecánicos en las horas posteriores a la carrera.
Pilotos como Ken Roczen, Tyler Bowers, Alex Ray, Vince Friese, Cameron McAdoo, Chris Blose, Chad Reed, Chayenne Harmon, Austin Politelli, Dylan Ferrandis, Vann Martin, Jimmy Decotis o Jess Pettis, entre otros, incluyendo a alguno de los padres de los niños pequeños que participaban en la Copa KTM 50, han denunciado a través de las redes sociales haber sufrido irritaciones y quemaduras cutáneas en varias partes del cuerpo como el pecho, el cuello, la cintura, las piernas, la cara y hasta las partes íntimas –zonas que en condiciones normales ya sufren bastante por el roce con protecciones, gafas o el asiento de la moto-. Los numerosos casos de pilotos afectados y la queja también de los mecánicos al encontrarse en las motos un nivel de corrosión inusual en motores, chasis y suspensiones, dejan en evidencia la presencia de alguna sustancia culpable de tales daños, señalando varias fuentes el uso de cal industrial.
El uso de cal no es desde luego algo nuevo en los circuitos de supercross, pues se viene empleando incluso desde mediados de los noventa. Y desde mucho antes, en otras actividades, como en la construcción, recurriendo a las cualidades de la cal para absorber la humedad de la tierra y conseguir una superficie compacta sobre la que poder trabajar incluso en días de lluvia. En supercross se usa habitualmente, incluso en jornadas secas, ya que los circuitos artificiales se construyen pocos días antes de cada carrera, y se necesita que la tierra se quede compactada lo más rápido posible para que el terreno no se vuelva inestable y quebradizo. Esto último generaría una situación peligrosa, sobre todo en los saltos.
La cal ayuda precisamente a acelerar el asentamiento del circuito, y también se emplea en jornadas de lluvia, junto a otras soluciones como cubrir la pista con unas lonas hasta el día de la carrera. Un protocolo que se siguió como siempre en la carrera de San Diego, puesto que la previsión de lluvia ya se conocía desde hacía días, motivo por el cual se redujeron los entrenamientos a una sola tanda y también se acortaron las finales –cuanto menos tiempo en pista, menos degradación del terreno-. En este caso la casualidad quiso que, justo cuando se retiraron las lonas, unos minutos antes de los entrenamientos cronometrados, cayó una tromba de agua que no cesó en las dos horas siguientes, dejando el circuito totalmente embarrado y, muy importante, con grandes charcos –en la recta de salida había uno enorme por el que todos los pilotos tuvieron que pasar en cada manga-.
Sabidas las denuncias de los pilotos, la presencia de algún agente irritante en el circuito de San Diego es evidente, bien sea por una dosis excesiva de cal para combatir las fuertes lluvias, o porque los grandes charcos han hecho de «autovía perfecta» para llevarla a todos los rincones de los pilotos y las motos. Algo que todavía está por aclarar, ya que el organizador del campeonato, la empresa Feld Motorsports, todavía no se ha pronunciado al respecto. Cabe resaltar que en anteriores carreras pasadas por agua, en temporadas anteriores, ya se detectó un desgaste de las motos ligeramente inusual y alguna que otra pequeña irritación por parte de los pilotos, sobre todo en los ojos, cuando se quitan las gafas, pero en ese caso también afecta la propia tierra, pero nunca tan graves como en esta ocasión.
También es evidente que los pilotos oficiales han podido librarse más de los efectos irritantes, ya que ellos tienen a su disposición duchas en los camiones del equipo y se cambian de ropa en cada manga, mientras que los privados, con recursos más modestos, han debido estar en contacto con la ropa empapada y contaminada durante varias horas seguidas. Sin olvidar el contratiempo de tener que renovar su moto por completo antes de la próxima carrera, que será en cinco días… Y nada menos que en Minneapolis, donde se esperan temperaturas bajo cero…