Privilegiados por ser uno de los poquísimos medios invitados, que se cuentan con los dedos de una mano, a la presentación de la Yamaha TY-E de trial, hemos sentido la descarga de la actividad eléctrica de Yamaha.
Mundo en el que investiga y en lo que lleva ya un cuarto de siglo desde que en 1993 inventase su primer motor eléctrico para bicicleta PAS (Power Assist System). Hoy en día sigue en este campo donde es proveedor de muchas marcas de bicicletas en un mercado creciente año tras año. Su estrategia le ha llevado a crear su primer vehículo eléctrico en 2002, el scooter Passol, que renovó en 2010 con el EC-03. Útiles para cortos desarrollos con su corta autonomía (43 km).
En 2013 nacía otro concept scooter, el Evino, pero éste sí que pasó a la producción en 2014 a la venta en Asia. Desde 2013 varias motos concept ha desarrollado Yamaha para aprender y testar el mercado, el primero de ellos la moto de cross PED1, con base YZ, al que siguió la PES1 en variante de carretera. También en 2013 nacía la Ekids, moto de cross infantil sobre la base de la exitosa Pee-wee 50. Para 2015 lanzaban la PED2, trail/enduro, y la PES2 –velocidad-, y en 2017 llegaba la estrambótica y galáctica Motoroid.
TYE
El siguiente paso en desarrollo de I D o R&D lo han focalizado en el trial. ¿Por qué? Pues porque la marca tiene un pasado en esta modalidad, en la que produjo las TY (Trial Yamaha) que han sido icónicas desde mediados de los 70 a finales de los 90 con motos de 50, 80, 125, 175, 250 y 300.
Asimismo, sus motores 2T/4T se usaron años después por la marca francesa Scorpa e incluso en Japón Yamaha sigue compitiendo en el nacional nipón con Kenichi Kuroyama. Además, el hecho de que desde el año pasado haya un Mundial de Trial específico para motos eléctricas le incitó, acorde a su ADN, a demostrar su capacidad en competición.
Desarrollar una moto para competir exige más medios y más claridad en la ejecución que en los conceptos que son ejercicios de salón. Además, la competición reporta siempre mucha información útil dado que se le somete a la materia a un esfuerzo más exigente. Con estos motivos y, los de seguir estudiando la movilidad eléctrica, se puso en marcha el concepto TY-E (Trial Yamaha Eléctrica) con el departamento de competición a sus espaldas, incluido Mr.Tsuji (Senior General Manager Motor Sports Development Division) que está involucrado en Moto GP.
También se hizo la moto porque un joven ingeniero, tenías muchas ideas, empezó a hacerse la suya, y le dieron la oportunidad de crearla. El proto ha nacido con las premisas de que sea controlable, súper ligera, de respuesta reactiva y con mucho par desde cero.
Su motor eléctrico de corriente alterna se alimenta con una batería de ión-litio de 116 V, de forma en bloque rectangular, que pesa 8,6 kilos, dotada de ventilador, colocada por encima en el hueco que tiene el impresionante chasis monocasco de fibra de carbono, en forma de polígono, muy compacto y estilizado. Material escogido para aligera al máximo pero teniendo rigidez, pieza de precio incalculable que, evidentemente, no se podría llevar a la serie, ni por coste de producción ni por resistencia a impactos.
La unidad de potencia tiene un motor eléctrico compacto y ligero, que destaca por su elevada potencia, así como capacidad de rotación y su altísimo régimen de giro –no declarado- buscando ese abundante par y mucha tracción. Se controla mediante acelerador electrónico y tiene su cerebro electrónico en el paso de rueda trasero, bajo la parte trasera del chasis, cubierto por el sillín.
Un cuerpo aleteado de aluminio lo delata claramente, anodizado en azul, cuya función es la de disipar el calor. La batería se recarga con un cargador específico y acumula energía para unos 20 minutos a tope. Se cambia levantando la tapa de protección -4 tornillos Allen- y quitando el conector que le une al sistema –dos tornillos Allen-. El proceso lleva unos dos minutos y en una prueba de competición cambian hasta 3 baterías.
El motor dispone de un rotor y trabaja sobre un sistema de transmisión directa, sin marchas, pero con embrague. Un embrague de tipo convencional, mecánico, mutidisco bañado en aceite, accionado mediante bomba hidráulica AJP.
Yamaha ha recurrido a muchos elementos de los proveedores habituales del trial europeos, muchos españoles, como Braktec para los frenos, Galfer para los discos, Tech para la horquilla, Reiger el amortiguador… Incluso ha resuelto otras necesidades recurriendo a marcas como ha ocurrido con el basculante y las bieletas que son de Sherco –el vínculo anterior con Scorpa, propiedad ahora de Sherco, ha influido en ello.
Los neumáticos, como no en una Yamaha, son Dunlop con quien la marca de los diapasones tiene relación desde hace años. La moto mide de largo 2.003 mm, ancho 830 mm y alto 1.130 mm, La distancia libre al suelo es de 350 mm y la distancia entre ejes de 1.310 mm. Cifras todas acorde al resto de motos de trial actuales así como el dato más esperado, el de peso: 70 kilos, lo mismo que las de combustión.
Con medios e inversión, aunque el coste sea muy alto, se puede igual y eso es lo que han buscado en este exuberante proto. En competición no hay reparos para buscar el máximo, la competitividad máxima y la muestra de la mayor capacidad tecnológica. Por cierto que Yamaha aprovecha esta TY-E laboratorio y el hecho de que la práctica del off road el uso degrade mucho los componentes, por roces, golpes, abrasión… para probar una novedosa cobertura de piezas.
Denominado SixONy se trata de un revestimiento «nano film» que combina altas tecnologías. La TY-E lo lleva aplicado en los guardabarros, las tijas y las tapas motor, aportando además de protección un acabado más brillante a las superficies. Realmente parece que funciona porque en la moto con la que habían competido en la prueba del Mundial en Bélgica, estaba esplendorosa.
Contacto
Justo al día siguiente del final el Mundial de Trial E, Yamaha nos convocaba a una toma de contacto con la moto. Cita mundialista en Comblain-au-Pont en la que Yamaha ha acabado como Subcampeona con Kenichi Kuroyama, tras ganar una de las dos pruebas puntuables, y quedar segunda en la cita final, empatada a puntos por Gas Gas, pero resolviendo el empate el resultado de la segunda.
La importancia del proyecto quedaba reflejada en que 14 japoneses integraban el equipo Yamaha, la mayoría ingenieros, muestra de la importancia y los medios puestos. La prueba la realizamos en el entorno de una de las secciones de zonas del trial, aunque modificadas y suavizadas, lógicamente. Nervios por no fallar y dañar el proto –sólo hay dos unidades- antes de subirnos.
Para ponerla en marcha basta con darle al botón cortacorrientes y luego pulsar un interruptor de encendido. Delante nuestro tenemos un display con 5 testigos led verdes –nivel de batería- y uno azul –sistema operativo-. Cogemos embrague y al ataque. Sonido de molinillo, mucho par y mucha aceleración es lo que nos regala la TY-E. Rayo veloz que exige modificar nuestra conducción frente al motor de combustión.
No podemos girar el puños del «gas» -hay que llamarlo más el controlador de amperios- con la misma rapidez ni los mismos grados de giro que en el motor gasolina. Hay que tener más control, más paciencia porque, de lo contrario, nos ponemos la moto por montera. El embrague es el gran controlador de lo que hacemos así como saber que nunca se para la moto y que se puede avanzar mucho a poco ritmo. Hay que entender cómo aprovechar la aceleración sin perder tracción.
La primera tanda de 10 minutos nos enseñó a no querer ir deprisa, aunque se puede, pero entonces hay más pérdidas de tracción. Todo bajo control en todo momento y jugando con las inercias. Lanzar más la moto antes de la dificultad que durante porque si damos gas la energía llega abrupta. En la segunda y última tanda de otros 10 minutos, vimos que la moto que se siente ligera, no pesante, ni con mucha influencia de llevar la batería elevada. El sonido no distrae y estás concentrado en ser piloto.
Eficiente es, a medio camino entre una 125 2T y una 250. Lanza muy bien el motor para atacar empuntadas y hacer subidas, aunque le faltaría algo de potencia arriba de vueltas para completar las rampas largas. Con el embrague cogido el motor gira en vacío, molinillo, total y si lo soltamos de golpe sale disparada. Sin coger el embrague la moto andaría autónoma, sin parar Y como no hay cambio, no hay punto muerto. Potencia desde cero y sin «calarse». ¿Hay futuro? Lo hay, es una realidad, aunque sigue teniendo por delante el desafío del peso y de la autonomía –cada 20 minutos, dos tandas de pruebas, las cambiaban, por seguridad y porque se agotaban-.
Así como disipar el calor pues ellos mismos nos decían que este motor para cross no sirve porque se calentaría demás. Hemos sido testigos de este proyecto tecnológico, con una moto única, que no se producirá ni llegará a la serie. Un laboratorio rodante, útil como prueba empírica. Tecnología que en futuro puede aplicar tanto a motos off como on road. Yamaha ve en ello una oportunidad, en motos para niños y adultos, y seguirá trabajando en la E-movility.