La marca de motos nipona Kawasaki forma parte de un potentísimo conglomerado industrial dedicado a la industria del acero y especializado en las grandes infraestructuras ferroviarias, cuyo origen data de nada menos que de 1878, y que tiene muchas otras ramificaciones de negocio.
Pero no fue hasta principios de los años ’50 cuando empezó a interesarse por el sector de la motocicleta, fabricando pequeños motores 2T y 4T, con cilindradas de entre 58 y 148 cc, que suministraba a diferentes fabricantes. Unos años más tarde y, auspiciada por el enorme éxito que estaba teniendo Honda con sus primeros modelos populares, en Kawasaki decidieron dar un paso más, para producir motos completas. Para ello adquirieron en 1961 la marca Meguro, una empresa japonesa de motos con problemas financieros, lanzando una serie de modelos bajo la marca Kawasaki-Meguro.
La aventura duró apenas un año, porque ya en 1962 se presentó el primer modelo bajo la marca exclusiva de Kawasaki, concretamente el modelo B8 de carretera. Una versión monocilíndrica 2T a la que en menos de un año siguió, sorprendentemente, una variante de la misma dedicada al motocross: la B8M, que fue rápidamente conocida como la «Red Tank Kawasaki», curioso para una marca que hoy en día se conoce a nivel mundial como la marca «verde». Aunque todo tiene explicación pues, si os fijáis bien en algún logo de «Kawa», las letras corporativas de la empresa, aún hoy en día, son en rojo.
Arrasando
La B8M arrasó en los campeonatos japoneses de la especialidad, con un motor potenciado hasta los 12 CV, siendo el primer modelo de competición de la marca y considerándose a su vez como la primera moto japonesa «carreras-cliente», definiendo sin tapujos el carácter deportivo que desde entonces ha caracterizado a las «Kawas».
A partir de aquel momento, Kawasaki incluyó siempre modelos «off road» en su catálogo, evolucionando aquella primera y básica B8M hasta llegar a la década de los setenta, concretamente en 1974. Fue entonces cuando lanza al mercado la primera moto bajo la denominación «KX» -derivación de la K de Kawasaki y la X asociada al motocross- que ha llegado hasta nuestros días, aunque desde principios del siglo XXI con el añadido de la «F» detrás en referencia a las KXF con motores “four strokes” (cuatro tiempos). No obstante, la marca de Akashi ha eliminado recientemente la efe de tal denominación debido a que las 2T verdes han dejado de fabricarse hace ya más de una década.
En cualquier caso, volviendo a la década de los 70, las KX se convirtieron rápidamente en las favoritas de los pilotos aficionados con un absoluto dominio en las cilindradas más pequeñas, incluyendo las dedicadas a los pilotos infantiles y juveniles, segmento este siempre muy bien cuidado por Kawasaki y al que otros fabricantes de prestigio no han sabido encontrarle la clave del éxito.
El modelo que traemos a MOTO VERDE es la versión de 125 cc de 1983, que ya goza de una serie de «modernidades», como el freno delantero de disco, la refrigeración líquida en el motor -con un solo radiador- y el sistema de suspensión trasera progresiva «Uni-Track», desarrollado por Kawasaki, que con distintas evoluciones, sigue caracterizando a la marca de la competencia aún hoy en día.
Fijaos en la posición vertical de la larga bieleta central, anclada al basculante por la parte superior de éste. El amortiguador, fijado también vertical, disponía de una enorme botella de gas, separada. Otro detalle curioso es la ausencia de placas portanúmeros laterales, siendo el guardabarros trasero el que las incorporaba. También destacan las piezas de aluminio anodizadas en dorado -basculante, llantas…-.
Este modelo tuvo una gran aceptación entre los amateur, que veían en las verdes la herramienta más cercana a las motos oficiales de entre todas las disponibles, aunque no fuera así en nuestro país, pues la marca aún tardaría unos años en ser importada oficialmente.
La unidad mostrada en este artículo es propiedad de Stock de Motos (El Masnou, Barcelona).