En el logo de MotoGP, las letras están escritas en rojo, que desde los albores de dicha denominación se ha erigido en color corporativo del campeonato. Sin embargo, son el naranja Honda y el azul Yamaha los colores que han escrito las más gloriosas páginas de la categoría nacida en 2002. Solamente la página de 2007 está coloreada en rojo. En rojo Ducati.
No hace falta recordar quién la coloreó. Casey Stoner, con un rotulador rojo Bridgestone, plantó la firma de Ducati en el libro de honor del motociclismo. Un año mágico que no encontró continuidad, ya que las letras que el australiano acertó a escribir las tres temporadas siguientes quedaron en un segundo plano por los grandes y bonitos dibujos que Valentino Rossi y Jorge Lorenzo estamparon en azul oscuro.
Y, de repente, la nada. Cinco años enteros sin rastro alguno de tinta roja. Con Stoner firmando ya en naranja, entre 2011 y 2015 todo fue bicolor. 55 victorias de Honda, 34 de Yamaha. Una monotonía cromática que habría de romperse el pasado 2016, cuando el libro de historia de MotoGP se duplicó en colorido.
Se vio, entonces, como accidentes de tinta, meros borrones inherentes a la profesión de escriba. Dos manchas rojas y una azul celeste en medio del binarismo cromático habitual. No en vano, la tonalidad azul oscuro y, sobre todo, la naranja, volvían a jalonar el pergamino.
Con el mismo decorado empezó 2017. Primero en azul oscuro, luego en naranja. El rojo quería surgir, cargado de tinta. Pero la punta del rotulador no conseguía acariciar la superficie de la página. Hasta Mugello. Y, sin levantar la punta del papel, de un solo trazo: Montmeló. De repente, y en apenas un suspiro, estaba replicada la mancha roja de la página anterior.
Con tanto folio en blanco, era difícil predecir si se repetiría lo del año anterior o si, por fin, el rojo volvía a ser un color importante en el libro de MotoGP. Una percepción que se acrecentaba con la firma azul oscuro de Assen y la doble rúbrica naranja en Sachsenring y Brno.
Hasta llegar al Red Bull Ring. A Austria. Un país cuya bandera roja y blanca ya fue testigo en la página anterior del retorno del rojo al blanco del folio de MotoGP. Se repitió el trazo y, de nuevo, sin levantar la mano del papel, otro más. Silverstone. Para colmo, los dos últimos han sido dejando al borde del papel, el rotulador naranja primero, y el azul oscuro después. Las jerarquías cromáticas han cambiado.
Y ya van cuatro. Rellenadas dos terceras partes de la página actual, la presencia del rojo ya no es ningún accidente. No puede considerarse mancha un color que ocupa exactamente lo mismo que los otros dos con los que comparte espacio.
A estas alturas, cuesta saber qué color predominará cuando ya no quede nada de blanco y toque pasar la página 2017. Lo que sí se puede saber es que el azul oscuro y el naranja ya no están solos. Dos colores contrapuestos. El primaveral naranja y el invernal azul. Colores bonitos, pero cuya contraposición constante e irrompible hacía el libro demasiado monocromo.
Por fin, el rojo está de vuelta. De pleno derecho. Casi una década después, MotoGP vuelve a escribirse en rojo pasión. En rojo Ducati.