Valentino Rossi salió con un cero de la primera carrera de la temporada, algo que no le sucedía desde el año 2000, cuando no pudo acabar en su debut en 500cc en el circuito sudafricano de Welkom. Su otro cero inicial había sido en 1998, su estreno en 250cc, esta vez en el trazado nipón de Suzuka.
Desde 2001 siempre había comenzado el año en los puntos: tres años en Suzuka, uno en Welkom, dos en Jerez (donde fue 14º en 2006 en su peor resultado inicial en las dos últimas décadas) y trece en Losail. Puede parecer una estadística casual, pero también revela la importancia que Rossi ha dado siempre a comenzar bien el año: salvo el mencionado 14º de Jerez y los dos años con Ducati, siempre había arrancado con un top 5.
A sus 41 años, que Rossi siga en MotoGP y mantenga un nivel competitivo en la parrilla más igualada de la historia de la categoría (durante el Gran Premio de España) ya es para sacarse el sombrero; y en el motociclismo irse de vacío de una carrera es algo que entra dentro de lo normal. La cuestión es que lo preocupante no es el cero en sí, sino el cuándo y dónde, y los porqués.
El cuándo fue la 19ª de las 25 vueltas a las que estaba programada la cita jerezana; y el dónde –en la acepción que importa en este caso- es la décima posición, a más de 14 segundos de Fabio Quartararo (a la postre ganador de la carrera) y viendo cómo tanto Miguel Oliveira se le escapaba por delante y con Danilo Petrucci e Iker Lecuona recortándole terreno por detrás.
Los porqués exactos solo los sabe con absoluta certeza el propio Rossi: tras rodar muy lento en la 18ª vuelta (el más lento de toda la parrilla y marcando un tiempo más de un segundo peor que lo que venía haciendo), se le vio parado junto a su moto. No ha trascendido qué sucedió.
Lo que sí se puede ver es el ritmo que mantenía Valentino Rossi durante la carrera, y contraponerlo con los demás pilotos de Yamaha. Al principio, envuelto en el pelotón, perdió unos valiosos segundos respecto a la cabeza: partía noveno y no arrancó bien, lo cual ya comprometía sus primeras vueltas, donde rodaba a la estela de Franco Morbidelli… al que no pudo seguir.
Después tuvo un puñado de giros en los que rodó en tiempos similares a los de su compañero Maverick Viñales, pero a partir de la duodécima vuelta (más o menos el ecuador de la carrera), su ritmo se desplomó y pasó de estar relativamente cerca de la lucha por el podio a hundirse en el pelotón. En el gráfico de la distancia al ganador se ve su ritmo en comparación al resto de Yamaha:
Lo más preocupante de todo es que no es cosa de un solo día. Ya el año pasado su posición más repetida fue la octava, y pese a que sigue con la ilusión intacta le faltan unas décimas que no encuentra por ningún lado, lo que le condena a unas posiciones muy lejanas a aquellas en las que ha pasado toda su vida.
Hasta 2018, era uno de los candidatos a todo si Marc Márquez fallaba; pero en este 2020, cuando Márquez falló y se pensaba que podría perderse varias carreras, su nombre ni siquiera apareció en las quinielas de un título que parecía abrirse de par en par para otros. La nueva normalidad de Valentino Rossi es estar en torno al top 10, y para un tipo con 115 victorias y 234 podios, es algo realmente preocupante. Necesita mejorar, y rápido.