Con todas las demás fábricas y equipos de MotoGP ya oficialmente de vacaciones, Yamaha ha estado dos días en el Sepang International Circuit malasio para apurar hasta casi el último momento el año 2017 en lo que al calendario de MotoGP se refiere, ya que culmina con la prohibición de entrenar en diciembre.
Un test secreto y privado del cual no han trascendido tiempos, pero del que sí se saben algunas cosas. Se sabe que el objetivo fundamental era probar el propulsor de cara a la próxima temporada, y hacerlo de un modo comparativo con los chasis de 2017 y 2016 -cuya dicotomía les ha traído de cabeza- con el objetivo de decidir la línea a seguir en el que será el chasis para 2018.
Para ellos, se han multiplicado por diez. En estos dos días han puesto hasta diez M1 en pista. Tanto Maverick Viñales –que lo enseñó en redes sociales- como Valentino Rossi tuvieron cuatro versiones a su disposición, mientras que Johann Zarco ha contado con dos. No ha estado Jonas Folger, todavía recuperándose de su síndrome de Gilbert, que ya le ha hecho perderse las cuatro últimas carreras de la temporada.
El propio Viñales se ha mostrado muy contento con las probaturas llevadas a cabo en Sepang, donde volverán justo dentro de dos meses –ya con todos los demás pilotos de la categoría reina- con los primeros test oficiales de pretemporada de 2018, que darán comienzo al calendario de test del próximo año a finales de enero.
COMO AGUA DE NOVIEMBRE
La lluvia marcó el segundo día de entrenamientos en el circuito malasio, algo que por lo general suele contravenir los intereses de los equipos en los test. Sin embargo, en el caso de Yamaha se puede considerar que ha sido todo lo contrario; ya que a lo largo de 2017 uno de sus grandes quebraderos de cabeza han sido los bajones de rendimiento de la Yamaha YZR-M1 en condiciones de mojado.
Y no sólo eso. A lo largo de las cinco carreras de mojado de la temporada 2017, la versión 2017 de la M1 ha ido yendo de más a menos: Rossi venció en Assen y fue cuarto en Brno, con Viñales tercero en Brno y cuarto en Misano antes de los dobles fiascos de Motegi y Sepang.
Por otro lado, la versión 2016 ha ido al revés, de menos a más: Zarco se quedó fuera del top ten en Assen, Brno –donde Folger fue décimo- y Misano –Folger noveno- antes de ser octavo en Motegi y destaparse subiendo al podio bajo la lluvia de Sepang.
Si se calcula la media de puntos lograda por Viñales, Rossi y Zarco en mojado y en seco, se ve claramente este bajón de rendimiento, sobre todo en el caso del español y el francés. Viñales ha promediado 14,4 puntos en seco y 8,6 en mojado; Rossi 12,4 en seco y 11,8 en mojado (gracias sobre todo al triunfo de Assen); y Zarco 11 en seco y 6,2 en mojado.
Si se suman las puntuaciones de los tres, se aprecia la clara diferencia: 37,77 de media en seco por sólo 26,55 en mojado. Es decir, con agua han logrado apenas un 70,3% de los puntos obtenidos en seco. Dejarse casi un tercio de los puntos cada vez que aparece la lluvia es un hándicap demasiado grande para una marca cuyo objetivo no puede ser otro que el título.
Sobre todo, cuando el campeón Marc Márquez duplica a todos los pilotos de Iwata en agua: el de Honda sumó 99 puntos en esas cinco carreras, por 47 de Rossi (en cuatro carreras, ya que se perdió Misano); 43 de Viñales y 31 de Zarco. Por ejemplo, Andrea Dovizioso sumó 87 puntos en esas carreras, por 75 del ‘especialista’ Danilo Petrucci.
La conclusión es que, en las carreras en seco, Yamaha ha sufrido vaivenes a lo largo de 2017, pero que por lo general –y salvo carreras concretas como Jerez o Valencia- se han mantenido a un nivel más que aceptable para pensar en clave de título; siendo la lluvia la que les ha dejado lejos de Ducati y muy lejos de la Honda número 93.
De ahí que la presencia de la lluvia este martes en Malasia les haya venido como agua de noviembre para tratar de entender dónde están los problemas de agarre de la M1 en mojado y cómo poder solucionarlo; algo que no pudieron hacer durante el pasado curso y que necesitan solucionar si quieren volver a pelear por el título de MotoGP en 2018.