Cuando el italiano Dennis Foggia se convirtió en campeón del mundo junior de Moto3, allá por 2017 y con los colores del Junior Team VR46 Riders Academy, lo hizo tras un inicio de año titubeante -con un solo podio en tres carreras- al que siguió una racha apabullante en la que logró cuatro victorias y cuatro segundos puestos en las nueve carreras restantes.
Esa mezcla de velocidad y regularidad le situó como el enésimo heredero de su jefe, Valentino Rossi, y evidentemente le valió el salto al Mundial con el mismo equipo. No salió bien: tras dos temporadas en las que apenas subió una vez al podio en cada una, cambió el paraguas amarillo del logo más conocido del motociclismo por el azul cielo del Leopard Racing. Y KTM por Honda.
Sus inicios en el equipo más laureado de Moto3 estuvieron lejos de lo esperado: un triunfo, tres podios y el décimo puesto final de 2020 supusieron un bagaje un tanto decepcionante para un piloto cuyo objetivo tenía que ser el título mundial. Aun así, ambas partes se dieron un segundo año para culminar una tarea que el equipo luxemburgués siempre logra los años impares.
Danny Kent en 2015, Joan Mir en 2017, Lorenzo Dalla Porta en 2019… y ya. Dennis Foggia ha terminado 2021 como subcampeón del mundo por detrás del sorprendente Pedro Acosta, cuyo cautivador inicio de temporada fue determinante en la pérdida del título por parte del joven piloto italiano, que como cuatro años atrás despertó tarde.
Empezó la temporada y Foggia parecía negarse a despertar. Como quien pospone el despertador cinco minutos más una y otra vez en un vano intento de posponer las obligaciones diarias, arrancó con dos ceros en Losail y tras ser segundo en Portimao enlazó dos ceros más. 20 puntos de 100 posibles y la temporada tirada por la borda a mediados de mayo.
Lo que sucedió a partir de ahí demostró dos cosas: la parte buena era que Foggia era el piloto más rápido de la categoría; la mala que se le iba a escapar un título que tenía que haber sido suyo. Porque lo que sucedió a partir de ahí fue una auténtica locura en una categoría tan increíblemente igualada como es Moto3.
Su victoria en Mugello fue el inicio de una racha estratosférica en la que logró cinco triunfos y nueve podios en un lapso de once carreras. Eso sí, las otras dos fueron sendos ceros. Unos resultados tan extraordinarios que le permitieron llegar a la penúltima cita a solo 23 puntos de Acosta, lo que unido a su inercia ganadora le daban opciones de todo.
No pudo ser. Derribado en la penúltima carrera por Darryn Binder, el español se proclamó campeón y el italiano tuvo que conformarse con el segundo puesto en la general. Un subcampeonato de lo más agridulce, ya que por más que se cargaran tintas contra el sudafricano, Foggia sabe bien que perdió el título por haber esperado cinco minutos más para empezar a ganar.
