En dos patadas nos plantamos frente a Santa Sofía, una verdadera maravilla, y junto a ella, la Mezquita Azul. Las calles de alrededor están plagadas de atractivos restaurantes donde disfrutar de la gastronomía local. Están muy orientados al turismo, es cierto, pero pudimos acertar con uno que nos ofreció deliciosas muestras de la comida turca. Lógicamente, el kebab fue un plato inevitable.
Tampoco nos resistimos a otros placeres, como disfrutar en compañía de los amigos de una shisha, una pipa de agua, en un escondido pero acogedor café. Era un lugar pintoresco, porque había varias parejas jugando al backgammon, un conocido y antiguo juego de mesa, quizás uno de los más antiguos de la historia que, curiosamente, está muy arraigado en Turquía. Y, casualidades de la vida, Jose Maroto es un verdadero especialista en backgammon. No tenía rival en ninguno de los que le acompañábamos –yo, particularmente, prefiero el mus, por cierto, que de esto saben mucho los chicos de cronometraje de Dorna, que siempre viajan con su baraja y sus amarracos a mano, dispuestos a echar una partida donde sea-, así que Jakob, el dueño del local, un turco agradable que se animó a hablar en español –su hermana vive en Bilbao-, le echó una partida. No sé quien disfrutó más, si Jose con el backgammon o nosotros metiendo cizaña para picarle… Lo cierto es que lo pasamos bien, que es lo que buscábamos esa noche. Al día siguiente se iban a acabar las contemplaciones…
Aunque no ha sido un día de frenética actividad, no han parado de pasar cosas. Bernie Ecclestone está de visita en Estambul. Bueno, no es una visita de cortesía, sino más bien un asunto de negocios, porque está discutiendo la compra del circuito turco. Ha dado una rueda de prensa, y la verdad es que podría haber sido interesante, pero ha terminado siendo casi un monotema sobre la Fórmula-1, y ha resultado bastante tediosa.
Los entrenamientos ya han sido otra cosa, aunque el punto álgido llegará el sábado con las sesiones definitivas. Hoy ha sorprendido el amplio número de caídas producidas en MotoGP: por la mañana han caído De Puniet, Stoner y Melandri, y por la tarde ha repetido Melandri y ha seguido su misma suerte Nakano. Por cierto, Nakano rompió un motor por la mañana, y ha sido una de esas roturas extrañas de ver en MotoGP por lo escandalosa que ha resultado, con una tremenda humareda provocada por el aceite vertido. Ahora que lo pienso… Hacía mucho que una Honda no se rompía, creo que desde que a Sete Gibernau su motor le dejó tirado en Valencia, en 2005.
También es grato comprobar la buena presencia de los nuestros en 250. Álvaro Bautista ha sorprendido en el último instante al conseguir el mejor tiempo, después de que Jorge Lorenzo controlara con autoridad la mayor parte de la sesión. Y ver que Julito Simón vuelve a asomarse a las primeras posiciones también es agradable. Julito es una de esas personas encantadoras y sencillas, que te gustaría que le saliera todo bien, aunque en los últimos tiempos las lesiones le están pasando factura. Pero él nunca cede. Como decía el maestro Valentín Requena, «es más fuerte que el vinagre».
Mañana nos vemos. Esta vez, no creo que haya Estambul «la noite». El restaurante del hotel es nuestra única opción, cómoda y rápida, y nos ofrece una vista curiosa: la piscina del hotel, donde las gaviotas chapotean plácidamente ajenas al bullicio del tráfico marítimo del Bósforo, que en hora punta se llena de petroleros, mercantes, los transbordadores de Besiktas, Kadikoy, Kabatas o Harem, algún transatlántico, e incluso varias fragatas de la armada turca. Pero si se amontona el trabajo, me temo que habrá que hacer una llamada al servicio de habitaciones para poder cenar…