Fausto Gresini, más allá de las lágrimas

Después de bajarse de la moto, Fausto Gresini decidió firmar su propio pacto con la eternidad.

Marco Simoncelli, Daijiro Kato, Toni Elías y Jorge Martín, algunos de los pilotos que han escrito la historia del Gresini Racing
Marco Simoncelli, Daijiro Kato, Toni Elías y Jorge Martín, algunos de los pilotos que han escrito la historia del Gresini Racing

Fausto Gresini se había retirado en 1994 tras pasar toda su carrera mundialista como piloto en el octavo de litro, donde había logrados sus dos títulos y un total de 21 victorias, siendo el quinto en el ránking histórico de la categoría solo por detrás de Ángel Nieto (62), Carlo Ubbiali (26), Pierpaolo Bianchi (24) y Luigi Taveri (22).

CRUZANDO EL MURO

Destinado a ser piloto desde su nacimiento, cuando colgó el casco tuvo claro que el motociclismo seguiría siendo su vida. Al retirarse se quedó trabajando en el Team Pileri, donde dio el salto a la categoría de 500cc con Alex Barros como piloto, y con el adiós de los Pileri, Gresini llegó a un acuerdo con Honda Brasil para quedarse al mando de cara a 1997.

Fausto decidió entonces seguir los pasos de otros grandes pilotos y convertir su apellido en una marca bajo cuyo paraguas podrían resguardarse muchos más pilotos: ese fue el nacimiento del Gresini Racing, que en este 2021 cumple su 25ª temporada en el Mundial habiendo competido en todas las categorías que han existido desde su creación excepto, curiosamente, el octavo de litro.

Un cuarto de siglo da para mucho en un equipo mundialista, y el caso del Gresini Racing es particularmente paradigmático: la estructura del italiano ha vivido las mieles de los títulos mundiales, pero también ha sufrido como ningún otro la cara más trágica de un deporte cuya crueldad solo es superada por su belleza.

Como sucede normalmente con los grandes del deporte, a Fausto Gresini se le recordará por la sonrisa. Natural, de oreja a oreja y siempre con algo en común: compartida. Basta con darse un garbeo por las fotos del italiano para observar cómo su sonrisa era parte de la del equipo. Cada pole, cada podio, cada victoria. Solamente se puede permanecer tanto tiempo al frente de un equipo si cada logro dibuja en tu cara una sonrisa como la del primer día.

Fausto Gresini con Daijiro Kato festejando el título de 250cc en 2001
Fausto Gresini con Daijiro Kato festejando el título de 250cc en 2001

Sin embargo, los momentos más inolvidables se miden en lágrimas. Esas descargas de agua salada que el cuerpo utiliza como vía de escape cuando las emociones desbordan. Desde la mayor de las alegrías hasta el más profundo de los dolores, Fausto Gresini ha pasado por todo el espectro de las lágrimas.

TRES ALEGRÍAS MUNDIALES

La primera gran alegría llegó pronto. Los dos primeros años con Alex Barros en 500cc le habían reportado varios podios, pero fue al bajar al cuarto de litro donde llegaron las victorias. Lo hicieron de inmediato: en ese 1999 fueron tres con Loris Capirossi –al que había ayudado a ser campeón en 1990-, y cuatro con Daijiro Kato al año siguiente.

El japonés había sido su gran apuesta y la recompensa llegó en un inolvidable 2001 en el que Kato se paseó con una contundencia abrumadora. Solo sus propios errores y la regularidad de Tetsuya Harada pospusieron lo inevitable, pero el título acabó llegando y lo hizo en Sepang.

Tuvo que esperar casi diez años más para vivir algo igual. Había estado siete años compitiendo solamente en MotoGP, donde se convirtió en el equipo privado de referencia con tres subcampeonatos consecutivos (Sete Gibernau en 2003 y 2004 y Marco Melandri en 2005) y hasta 14 victorias: ocho de Gibernau, cinco de Melandri y una de Toni Elías. Pero poco a poco los equipos oficiales empezaron a monopolizarlo todo y, como tantos otros equipos, el Gresini Racing se había visto forzado a no aspirar a nada más que algún podio suelto en días señalados.

Por eso, cuando Moto2 sustituyó a las 250cc, Fausto vio una oportunidad. Se alió con Moriwaki y se confió a uno de sus pilotos: Toni Elías. Convenció al manresano para bajar en pos del título que le había sido esquivo en sus tiempos del octavo de litro y el cuarto de litro, y la apuesta fue todo un acierto.

Fausto Gresini junto a Toni Elías al proclamarse campeón de Moto2 en 2010
Fausto Gresini junto a Toni Elías al proclamarse campeón de Moto2 en 2010

En un año plagado de marcas de chasis, en el que llegaron a ganar carreras Suter, Speed Up, Tech 3, Motobi y FTR –con podios también para Kalex e I.C.P.-, el conjunto formado por Toni Elías, el Gresini Racing y la Moriwaki MD600 logró inclinar la balanza a su favor de forma rotunda para conquistar el primer título de la nueva categoría. Como en el caso de Kato, la fiesta también fue en Sepang.

Establecido en MotoGP y Moto2, cuando llegó Moto3 Gresini también se sumó a la fiesta. Primero con una FTR-Honda, al año siguiente con dos, después un curso con KTM –en el que Enea Bastianini consiguió los primeros podios- y en 2015 ya con Honda, con el primer triunfo para la ‘Bestia’, que en 2016 fue subcampeón.

Dos años más tarde llegaría el título. En 2017 había apostado por fichar a Jorge Martín y ponerlo junto a Fabio Di Giannantonio, otro talento italiano al que se había encargado de hacer debutar en el Mundial. Ese año Martín coleccionó poles y podios –donde Diggia también fue habitual-, pero consiguió ‘solo’ una victoria. Lo mejor estaba por llegar.

En un 2018 absolutamente inolvidable para la estructura de Gresini, Jorge Martín se proclamó campeón del mundo de Moto3 –también en Sepang- ganando hasta siete carreras, mientras Fabio Di Giannantonio se hizo con dos triunfos y consiguió llevarse el subcampeonato para rubricar un doblete histórico.

Fue la tercera alegría de tamaño mundial para Fausto Gresini, que al año siguiente vio cómo los resultados no salían en las tres categorías habituales pero Matteo Ferrari se convertía en el primer campeón de la Copa del Mundo de MotoE, siendo la segunda categoría en la que su equipo inauguraba el palmarés y en la que estuvo cerca de revalidar el título, siendo finalmente subcampeón el pasado 2020.

Fausto Gresini celebra con Jorge Martín el título de Moto3 2018
Fausto Gresini celebra con Jorge Martín el título de Moto3 2018

DOS PÉRDIDAS IRREPARABLES

Entre esas alegrías, desgraciadamente hubo tiempo para conocer la peor cara de las carreras. Y es que, de las cuatro tragedias mortales que ha vivido el paddock mundialista en el siglo XXI, dos sesgaron la vida de pilotos del Gresini Racing.

La primera de esas tragedias fue el 6 de abril de 2003. La temporada anterior, con la inercia del título mundial en el cuarto de litro, Gresini y Kato habían saltado de la mano a MotoGP para reencontrarse con Fortuna como patrocinador, también en 250cc. Tras un primer año ilusionante con dos podios del japonés –que no tuvo la MotoGP hasta mitad de temporada-, Gresini decidió apostarlo todo a la categoría reina con Kato como estrella y Sete Gibernau a su lado, recuperando el nombre de Telefónica con el que habían conquistado la categoría intermedia.

Era una época donde los equipos privados podían soñar con todo, y eso es lo que hacían Kato y Gresini. El objetivo era convertirse en el gran rival de Valentino Rossi y los ingredientes estaban: la RC211V era un avión y el talento del nipón estaba fuera de toda duda: estaba llamado a cambiar la historia de Japón. Para desbordar el vaso de la ilusión, la temporada arrancaba en Suzuka, donde Kato había ganado cuatro veces en 250cc, las dos primeras como wild card.

No es necesario detenerse en los detalles de aquel fatídico domingo. Kato sufrió un gravísimo accidente y después de dos semanas en coma, falleció el 20 de abril.

Fue difícil volver a sonreír, pero Gresini lo había conseguido de la mano de otros pupilos. Uno de ellos fue Marco Simoncelli, y lo fue por muchos motivos. En primer lugar, y el más importante, por su forma de ser: SuperSic era la alegría personificada. Era pura vitalidad y había convertido el box del Gresini en una fiesta constante desde su llegada en 2010.

Marco Simoncelli devolvió al equipo de Fausto Gresini al podio de MotoGP
Marco Simoncelli devolvió al equipo de Fausto Gresini al podio de MotoGP

En segundo lugar, porque había devuelto al Gresini Racing a la lucha constante por el podio de la categoría reina, ya que tras un buen año rookie –en el que acabó octavo-, en 2011 estaba dando el esperado paso adelante con dos podios y dos poles y siendo el único piloto privado en colarse entre las Honda y Yamaha oficiales. Era el piloto más ilusionante de Italia desde Valentino Rossi.

Sepang, el sitio donde tanto Simoncelli como el Gresini Racing habían logrado sus respectivos títulos mundiales, acogía la penúltima cita de la temporada. Sin embargo, aquel maldito 23 de octubre de 2011, la tragedia volvió a hacer acto de presencia y se llevó la vida del italiano, que falleció en el acto. Como ocho años atrás, el paddock se rompía de dolor y rabia con epicentro en el box del Gresini Racing.

UN PACTO CON LA ETERNIDAD

Dos momentos en los que tuvo motivos de sobra para decidir echar el cierre definitivo a la persiana del box y retirarse a una vida más relajada, pero cada vez que se le pasó por la cabeza lo acabó desechando. Había algo abstracto, algo intangible que estaba más allá de las lágrimas, algo más grande que el dolor: el sentimiento de pertenencia. Su sitio era el paddock, MotoGP su familia, el box su hogar.

Dicen que solo muere quien se olvida, y hace casi 25 años que Fausto Gresini empezó a ganar la batalla contra el olvido al convertir su apellido en el nombre de un equipo que ya es una leyenda del motociclismo y cuya historia no se detiene aquí. En el momento en el que abrió el equipo firmó un pacto con la eternidad, que fue renovando con el paso de las temporadas hasta quedar sellado con tinta indeleble.

Sus pilotos ya están en pista, con la pegatina de su nombre en el carenado, preparándose para una temporada 2021 en la que el objetivo seguirá siendo el mismo que persiguió Fausto desde el primer día que se subió a la moto: acabar la temporada juntando las palabras ‘Gresini’ y ‘campeón’. No existe un legado mejor.

Fausto Gresini en imágenes 1

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