Desde que Marc Márquez se impuso el Mapping 14 en su mente, en el paradigma del Mundial de MotoGP 2018 se encontraron una duda y una certeza.
La certeza es que va a ser muy difícil impedir que el 93 conquiste su tercer título consecutivo. La duda es quién va a conseguir aunar la mezcla de velocidad y regularidad necesaria para intentar impedirlo.
Comenzó la temporada con hasta siete brillantes elementos en el espectro artístico, pero algunas de esas bellas artes se han ido quedando, por diferentes motivos, en un segundo plano.
Los dos rivales que más le exigieron hace un lustro se quedaron atrás a las primeras de cambio. Jorge Lorenzo no se hace con su Ducati y Dani Pedrosa vio cómo sus opciones saltaban por los aires vía Johann Zarco en Argentina.
Tampoco las Yamaha vestidas de azul parecen estar en disposición de pensar, a día de hoy, de ganarle una carrera de fondo dividida en 19 etapas. Tanto Valentino Rossi como Maverick Viñales tienen problemas más importantes que solventar a corto plazo como para estar pensando en clave de título.
Eso dejaba dos nombres. Tanto por las sensaciones sobre la moto como por el rendimiento en las clasificaciones y las carreras.
Uno, el de Andrea Dovizioso. Su simbiosis con la Ducati Desmosedici sobrevivió a la transición a la GP18, y antes de verse envuelto con Lorenzo y Pedrosa en la caída de Jerez era líder de la general, y llegaba a Le Mans con ganas de ir recuperando el terreno perdido.
Dos, el de Johann Zarco. El propio Márquez le señaló como número uno de Yamaha, y no iba desencaminado. Aunque sea accidental, el galo no llega a cada GP envuelto en un mar de dudas con su M1 y puede centrarse en dar gas. Es un fijo en la primera fila y rara vez falla en carrera. Por eso llegaba segundo en la general a casa.
En cuestión de minutos, la oposición de Márquez se hizo el harakiri: Dovizioso se le cayó delante, Zarco detrás. El poleman y su némesis del año pasado ya no estaban. Delante ya sólo quedaba su viejo enemigo íntimo: Jorge Lorenzo.
Con un adelantamiento sobre el 99 que hizo pensar que se le está pasando el enfado de Argentina, Márquez se puso en cabeza cuando se entraba en el segundo tercio de carrera. Que tampoco iba a ser el día del balear pudo comprobarse en los giros siguientes, cuando apenas podía poner oposición ante Danilo Petrucci, Valentino Rossi y Jack Miller, que en un santiamén le mandaban al quinto puesto.
Para Márquez, el panorama se había despejado por completo y no sabía ni cómo. De repente, un territorio otrora hostil como Le Mans se convirtió en poco menos que en una partida de billar, con el 93 reconvertido a Fernando VII. Ninguno de los pilotos que llevaba detrás parecía estar en disposición de presentar batalla. Ninguno tenía ritmo. Otro que hubiese podido inquietar al de Honda era Andrea Iannone, pero no duró ni una vuelta en pista.
Su único enemigo era el asfalto. Mantener la concentración sin cometer errores. Ni siquiera faltó la salvada –minimizada por la de Jakub Kornfeil en Moto3- en el mismo punto donde en la tercera sesión de libres se fue al suelo, demostrando una vez que el sistema de ensayo y error le funciona de maravilla.
25 puntos más y ya van 75 desde Argentina. No ha vuelto a perder, sumando tres triunfos consecutivos por primera vez desde su mágica racha de diez en 2014. Y, aunque como dijo Rossi, lo que asusta realmente es su velocidad con la Honda, lo cierto es que el panorama de la clasificación general de MotoGP 2018 no deja lugar a dudas: Marc Márquez se queda solo.
36 puntos de ventaja tras cinco carreras y después de haber sumado un cero. Mientras él ha sumado 75 puntos seguidos, Dovizioso ha sumado 11. Zarco 30. Hace poco parecían sus dos grandes rivales. Mejores les ha ido a las Yamaha oficiales: Rossi ha sumado 40, Viñales 38. El de Rosas está segundo a base de no fallar, y ni aun así piensa en el título.
Marc Márquez ha encarrilado el título de MotoGP 2018. Eso es tan cierto como que 14 carreras son 14 mundos, y puede pasar de todo.
Pero la sensación es que, por un lado, su superioridad es manifiesta. Por el otro, que la irregularidad de sus rivales se lo está poniendo más fácil todavía. Como no cambie alguna de las dos cosas (o que falle o que algún rival se enchufe y le recorte puntos), este título puede tener dueño demasiado pronto.