Por norma general, dado que el ser humano es un animal terrestre, la preocupación por los peligros que se esconden en el mar es algo aislado de unos cuantos días al año. Las criaturas marinas siempre están ahí, pero no nos acordamos de ellas mientras estamos lejos del agua.
En MotoGP sucede algo parecido. La norma general es que los fines de semana de carreras transcurran con el asfalto seco, por lo que las motos se diseñan buscando el óptimo rendimiento en dichas condiciones, pese a que todos saben que algún día tocará agua.
Ni tan siquiera en un día de playa nos ponemos a pensar en todas las especies que habitan en el océano. La interacción con ellas suele limitarse a observar a unos cuantos pececillos a través de las gafas de buceo, y prestar atención por si aparece alguna medusa que nos pueda picar y amargarnos la tarde.
Ni siquiera cuando llega el agua y anega el circuito por completo, los grandes favoritos de MotoGP prestan especial atención a los pilotos que en las carreras en seco no les inquietan. Como mucho echan algún vistazo de reojo por si aparece alguno que se pueda inmiscuir en la lucha por el podio.

De vez en cuando, por la costa asoma algún otro animal acuático más peligroso que las vulgares medusas. Eso fue lo que sucedió en 2019, cuando comenzaron a escucharse historias sobre una especie de medusa con mucha mayor carga venenosa en las aguas del mar mediterráneo: la carabela portuguesa (o Physalia physalis), presente en todas las aguas cálidas del planeta, pero que se encuentra sobre todo en las regiones tropicales y subtropicales de los océanos Índico y Pacífico.
Claro que, de vez en cuando, aparece uno de esos pilotos que parece hacer del agua su hábitat natural. En 2019 hizo su irrupción en la categoría MotoGP un piloto del que se llevaban tiempo escuchando historias, desde que allá por 2007 conquistó el trofeo mediterráneo 125 GP tras salir de la frontera portuguesa rumbo a España: Miguel Oliveira (o Miguel Ângelo Falcão de Oliveira), cuya presencia se hacía notar especialmente cuando el paddock visitaba los océanos Índico y Pacífico.
Conocida también por nombres tan variopintos como fragata portuguesa, barquito portugués, hombre de guerra portugués, agua mala, aguaviva, botella azul o falsa medusa -por su gran parecido con éstas-, y con aspecto muy bonito y llamativo; la carabela portuguesa es un animal carnívoro que atrapa y paraliza a su presa utilizando sus venenosos tentáculos, provistos de unas cápsulas urticantes denominadas cnidocitos que pueden paralizar a un pez grande y afectar seriamente al ser humano.
También conocido por ser el único piloto de la categoría con estudios superiores, o por su peculiar relación de pareja, y con un aspecto bonito y llamativo; Miguel Oliveira aprovecha que el medio acuático democratiza las mecánicas para ir atrapando y dejando paralizados incluso a los peces más gordos de la categoría. Lo hizo en Indonesia allá por marzo y repitió este fin de semana en Tailandia, reafirmándose como el mayor depredador acuático de la actual parrilla de MotoGP.