Hay pocas cosas tan desconocidas como los límites de la mente humana. Sobre todo, cuando se trata de las creencias. De las distintas a las propias, claro. En muchos casos, la mente se ve totalmente incapaz de aceptar cualquier doctrina -ya sea religiosa o cultural- que suponga una ruptura con aquella que se ha interiorizado tanto que se convierte en lo normal, estándar o lógico.
De ahí que, cuando empezó a llover torrencialmente en Mandalika (con un rayo cayendo directamente en el asfalto), la aparición de una mujer descalza paseando por el pit lane con un cuenco metálico realizando una suerte de ritual para detener la lluvia desató la incredulidad entre la afición europea, que en el caso de la española derivó en todo tipo de chascarrillos por las redes sociales, lo que contribuyó enormemente a amenizar la espera tras una larga noche regada con cafés y/o bebidas energéticas.
El ritual anti lluvia 🌧
— DAZN España (@DAZN_ES) March 20, 2022
Objetivo: llenar un cuenco de agua para que deje de caer en el circuito
Los indonesios son otro rollo 😁#IndonesianGP 🇮🇩 #MotoGP 🏁 pic.twitter.com/eEuCN5q2OJ
Por suerte, entre la diversión siempre queda un hueco para el aprendizaje, y fue nuestro compañero Chechu Lázaro el encargado de arrojar luz de la mano del colega indonesio Taufik, conocido en Twitter como @motoupdate. Lejos de ser una chamana espontanea, resulta que la sorprendente protagonista del GP de Indonesia es una Pawang Hujan.
Para la sociedad indonesia -especialmente en zonas como Bali o la isla de Java-, los Pawang Hujan se han convertido en parte de la vida diaria. Son personas a las que se atribuye la capacidad de mover las nubes y manejar el tiempo a su antojo. Un don que, en un país donde el clima es tan cambiante y extremo, les hace imprescindibles en eventos como bodas o conciertos.
Eso sí su poder no es el de evitar la caída de la lluvia, sino de desviar las nubes y llevarlas a un sitio donde sea más necesario en ese momento. De ahí el significado de su nombre: Pawang Hujan se puede traducir como ‘controlador de lluvia’ o ‘encantador de lluvia’.

Después de un rato, la lluvia disminuyó. Los locales acudirán a la mística y lo atribuirán al ritual de la Pawang Hujan, el resto del mundo apostará por la lógica y responsabilizará al simple capricho meteorológico. Sea como fuere, la carrera pudo disputarse con una cantidad razonable de agua en pista, gracias a también al buen drenaje del asfalto.
Jack Miller se puso en cabeza y Fabio Quartararo empezó a irse hacia atrás, dos hechos que entraban dentro de lo previsto dadas las circunstancias. El australiano subió la apuesta y empezó a romper la carrera, pero no estaba solo: a su rueda se pegaba el portugués Miguel Oliveira, que sin hacer ruido había ido soltando a todos los demás pilotos.
No contento con eso, tras solo tres vueltas decidió que el ritmo de Miller era insuficiente y le superó para coger el mando. La sorpresa fue ver que el de Ducati no podía seguir al de KTM, que en un abrir y cerrar de ojos ponía agua de por medio mientras ‘Jackass’ se diluía hasta acabar fuera del podio superado por los galos Fabio Quartararo y Johann Zarco.
Como es habitual en esas condiciones, las variaciones eran grandes. Pilotos que empezaban muy fuerte y con el paso de las vueltas se iban yendo hacia atrás, mientras otros iban encontrando poco a poco su ritmo y acababan escalando posiciones rápidamente.

No fue el caso de Oliveira, que firmó una carrera perfecta para conseguir su cuarta victoria en MotoGP, todas ellas de distinta factura: se estrenó en Estiria 2020 con un doble adelantamiento en la última curva aprovechando la lucha de Jack Miller y Pol Espargaró; arrasó sin piedad en Portugal 2020 con un ‘grand chelem’ inapelable; en Catalunya 2021 contuvo a todos sus rivales con una defensa numantina sobre Johann Zarco, y en Indonesia 2022 se convirtió en todo un Pawang Hujan.
Sobre su RC16, el luso controló perfectamente el agua, evacuando la cantidad necesaria en cada centímetro para ir más rápido que nadie sin irse al suelo. Fue todo un encantador de lluvia, midiendo de una forma casi más mística que lógica las gotas que iban cayendo en cada momento y adaptándose a las siempre cambiantes condiciones para ser el más rápido de inicio a fin.
Es su cuarta victoria en las últimas 30 carreras, donde solo Quartararo ha ganado más (seis). Deja atrás una época durísima, con siete ceros en los diez últimos grandes premios -donde no hizo ningún top 10 y apenas sumó ocho puntos-, espantando así los fantasmas con un ritual de pilotaje de 33 minutos para desterrar las nubes que se habían posado sobre su confianza y, por fin, dejar entrar un rayo de sol desde lo más alto del podio.
