Miguel Oliveira y la justicia poética

Fue como si el tiempo se parase y, de repente, todo lo sucedido en las últimas décadas adquiriese sentido a los dos lados del muro.

El Tech 3 celebra la victoria de Oliveira.
El Tech 3 celebra la victoria de Oliveira.

Las dos carreras en el Red Bull Ring han dejado cuatro ganadores: dos reales y dos morales. La interrupción por bandera roja en ambas propició que dos pilotos vieran truncada una más que posible victoria, dándose la casualidad de que para ambos hubiese supuesto el estreno en lo más alto de MotoGP: Pol Espargaró en el Gran Premio de Austria y Joan Mir en el Gran Premio de Estiria.

En las reanudaciones, las películas cambiaron y tanto ‘Polyccio’ como Mir se quedaron con la miel en los labios, pese a que muchos les consideran merecedores de dichos triunfos. En su lugar, fue Andrea Dovizioso el que se hizo con el triunfo en el GP de Austria tras escaparse en la resalida; siendo Miguel Oliveira el sorprendente ganador en el GP de Estiria con un doble adelantamiento inolvidable en la última curva.

DE SEMÁFORO A BANDERA

Su victoria fue una sorpresa, es cierto. Negarlo sería negar la mayor. Ahora bien, de reconocer esa sorpresa a cuestionar su merecimiento hay un abismo. Para empezar, porque para ganar una carrera de MotoGP hay que hacer muchas cosas muy bien, y él las hizo. Y si bien es cierto que iba tercero hasta la última curva, tampoco es que estuviese a un mundo y se beneficiase de un error garrafal de los dos primeros: la pérdida de tiempo de Jack Miller y de Pol Espargaró se cuantificó en menos de un segundo –sobre todo en el caso del australiano-, y Miguel Oliveira tuvo que hacer una última vuelta sencillamente perfecta para ganar por décimas.

Fue una victoria más que merecida. Una carrera es lo que pasa desde que se apaga el semáforo hasta que cae la bandera ajedrezada, no hasta la última curva. Y en ese lapso de tiempo Oliveira tardó menos tiempo que nadie en base a una sencilla fórmula: fue tan rápido como los que más y cometió menos errores, una actuación perfecta que rubricó con una última curva magistral para dejar boquiabiertos a Miller, Espargaró y todo el mundo.

No fue solo una victoria merecida, fue más que eso. Fue el triunfo de la humildad, del trabajo, de la dedicación de un tipo que procede de un país sin tradición en las dos ruedas, que carga sobre sí mismo el peso de una bandera y que ha pasado por momentos realmente duros en su trayectoria.

Miguel Oliveira festeja su triunfo
Miguel Oliveira festeja su triunfo

Puede que, si hay que ceñirse a lo sucedido en los minutos que duraron las carreras interrumpidas por bandera roja, Pol Espargaró y Joan Mir se mereciesen esa primera victoria. Sin embargo, si se abre el abanico a lo sucedido en la última década, cuesta encontrar a alguien que mereciese tal alegría más que Miguel Ángel Oliveira. Aunque los dos españoles todavía no han ganado en MotoGP –algo que seguramente les llegará-, el motociclismo ya les ha recompensado: son campeones del mundo.

A LA SOMBRA

Todo lo contrario que Miguel Oliveira. Tras dominar en categorías inferiores en Portugal empezó a dejarse ver en España hasta ganar el título de PreGP 125 del Campeonato Mediterráneo de Velocidad en 2007. Al año siguiente hizo sus pinitos como invitado en la Red Bull Rookies Cup, ganando dos de las tres carreras que corrió, y empezó a despuntar en el CEV de 125GP: fue tercero en su primer año y, en 2010, mantuvo un espectacular mano a mano con Maverick Viñales: pese a que ganó cuatro carreras por dos del de Rosas –y una de Álex Rins-, el portugués acabó siendo subcampeón a dos puntos de Viñales.

Fue llegar al Mundial de 125cc y su camino se separó del de Viñales. Mientras el español brillaba desde el comienzo, Oliveira se perdió un tercio de su año de rookie por lesión y, con la llegada de Moto3, tuvo que llevar una Suter Honda con la que consiguió un par de podios antes de irse a Mahindra, marca a la que dio su primer podio al ser tercero en Malasia.

Miguel Oliveira ganó el GP de Australia de Moto3 en 2015.
Miguel Oliveira ganó el GP de Australia de Moto3 en 2015.

Dos años sufriendo con la moto india le abrieron las puertas del Red Bull KTM Ajo, donde tras empezar con dos ceros consiguió sus primeras victorias en Mugello y Assen. Se lesionó a mitad de temporada y, con todo perdido ante un Danny Kent que había arrasado a inicios de año, cuajó un final de temporada memorable con 140 de los últimos 150 puntos en juego, terminando con tres victorias seguidas… para ser subcampeón por apenas seis puntos.

Saltó a Moto2 y después de un año para olvidar en el Leopard, con lesión incluida, KTM le repescó para su nuevo proyecto en la categoría. En la segunda carrera estaba en el podio y, aunque la victoria se resistió, acabó el año ganando tres carreras seguidas. Para 2018 partía como favorito y se jugó el título con Pecco Bagnaia… que le batió por nueve puntos.

Con un talento fuera de toda duda, los títulos han sido esquivos para Oliveira. Tres subcampeonatos a dos, seis y nueve puntos del campeón: no había duda de que el motociclismo le debía una.

Aquel 2018 tuvo un punto de inflexión: el Red Bull Ring. En casa de KTM, Bagnaia se impuso a Oliveira en la última curva. A partir de ahí, el italiano acabó delante del luso las cinco carreras siguientes para cerrar el título. La última curva de Austria también le debía una.

La victoria ante Miguel Oliveira en Austria fue el punto de inflexión para Pecco Bagnaia (Foto: Gold & Goose)
Pecco Bagnaia batió a Miguel Oliveira en la última curva de Austria en Moto 2018.

UNA APUESTA ARRIESGADA

Durante ese 2018, KTM anunció el salto de Oliveira a la categoría reina en el Tech 3. Después de dos décadas, el equipo francés había decidido jugársela y abandonar el calor de Yamaha para lanzarse a la arriesgada apuesta de la marca austriaca, la última en llegar a la categoría.

Herve Poncharal se había cansado de la comodidad que le ofrecía la marca de Iwata. Hace unos años, cuando tener una moto oficial era condición sine qua non para optar a las victorias, su acuerdo con la firma de los diapasones era todo a lo que se podía aspirar. Una moto sólida y la opción de podios cuando otros fallaban. Así lo hicieron Marco Melandri, Colin Edwards, Ben Spies, Andrea Dovizioso –cuya cuarta posición en 2012 fue el mejor resultado global-, Cal Crutchlow, Bradley Smith, Johann Zarco y Jonas Folger.

¿Por qué abandonar el mullido colchón del cajón? Muy sencillo: por el sueño de asaltar la cumbre. KTM le prometió lo que jamás le dio Yamaha: una moto de fábrica igual que las oficiales.

No fue fácil: el año pasado, Oliveira llegó a MotoGP sobre una moto que estaba lejos de las ganadoras y a un equipo que acababa de cambiar de marca y, por lo tanto, tenía que pasar por una fase de aprendizaje. Aun así, fue mejorando hasta alcanzar el top ten con el octavo puesto en Austria. A la carrera siguiente, Johann Zarco le tiró y le lesionó en el hombro, cuyo dolor arrastró hasta decidir interrumpir su temporada antes de lo previsto.

Miguel Oliveira el pasado 2019.
Miguel Oliveira con la KTM RC16 del Red Bull KTM Tech 3.

Para colmo, cuando Zarco decidió renunciar a su segundo año de contrato y KTM anunció que Iker Lecuona saltaría a clase reina, se produjo un movimiento inesperado: Brad Binder, que iba a saltar con el Tech 3 en 2020, se quedaba el sitio de Zarco. Sin haber debutado en MotoGP, adelantó por la derecha a Oliveira. Pese a que KTM esgrimió que la decisión fue tomada para no dejar al Tech 3 con dos rookies, el portugués se sintió molesto con su marca. Sentía que ese lugar debió ser suyo.

Para colmo de males, después de anunciarse que para 2021 por fin accederá al equipo oficial, tuvo que ver a Binder ganar con la moto que él creía merecer. Y todo eso dos semanas después de que el propio Binder le tirase en la primera curva de Jerez.

Fue entonces cuando MotoGP 2020 aterrizó en Austria, con dos carreras: dos oportunidades para reivindicarse en casa KTM. En la primera estaba oliendo el podio cuando se tocó con Pol Espargaró y ambos se fueron al suelo. Una vez más, un incidente con un compañero de marca truncaba sus planes.

Sorprendente final de carrera con victoria para Miguel Oliveira por delante de Jack Miller y Pol Espargaró.
Sorprendente final de carrera con victoria para Miguel Oliveira por delante de Jack Miller y Pol Espargaró.

Y de repente, en una sola curva, todo cambió. Llevaba varias curvas al acecho, viendo cómo la batalla entre Jack Miller y Pol Espargaró se recrudecía hasta el punto de que parecían olvidarse que no estaban solos en pista. Fue como si lo hubiera visualizado: sin arriesgar más de la cuenta para no tirar por la borda el que iba a ser su primer podio en MotoGP, dibujó la curva de su vida… y el destino hizo el resto. Miller se fue un poco largo, Pol se marchó casi a las montañas y eso dejó un camino por el interior hacia la victoria.

Atrás quedó el subcampeonato del CEV de 125GP, el de Moto3 con la memorable remontada ante Kent, y el de Moto2 que empezó a perder en esa misma curva. La época Mahindra, las lesiones, las caídas con compañeros de marca. Todo.

Al otro lado del muro, también quedó atrás el segundo puesto como techo, las críticas por apostar por KTM, el 2019 con un solo top ten en todo el año. Absolutamente todo.

Fue como si el tiempo se parase y, de repente, todo adquiriese sentido. Para Miguel Oliveira y para el Tech 3. Porque a veces, el motociclismo entiende de justicia poética.

Miguel Oliveira celebra su victoria en lo alto del podio del GP de Estiria.
Miguel Oliveira celebra su victoria en lo alto del podio del GP de Estiria.

 

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