MotoGP 2017: el perro, el gato y el ratón

La actual temporada se está convirtiendo en un ‘corre que te pillo’ a tres bandas.

Nacho González

MotoGP 2017: el perro, el gato y el ratón
MotoGP 2017: el perro, el gato y el ratón

Si hay un adjetivo que defina la temporada 2017 del Campeonato del Mundo de MotoGP, ese es ‘impredecible’. La igualdad perseguida por Dorna es más real que nunca, con un gran número de pilotos separados por un puñado de décimas que provocan unos vaivenes entre grandes premios que tienen tan despistados a los espectadores como a los pilotos y las marcas.

Sobre todo, a las marcas. Honda y Yamaha, la dualidad nipona por excelencia de la era MotoGP, llevan desde principio de temporada jugando al perro y al gato, en una suerte de persecución al estilo comecocos. Cuando menos lo esperas, el perseguidor se convierte en perseguido, y viceversa.

Los diapasones sonaron con fuerza en Qatar y Argentina, pero las alas doradas echaron a volar en las Américas y en España. Tras volver al sonido inicial en Francia y Assen, el ave fénix resurgió en Alemania para volver a colocar todo casi como al principio.

Llegado el ecuador de la temporada, tanto la pareja de Honda (Marc Márquez y Dani Pedrosa) como la de Yamaha (Maverick Viñales y Valentino Rossi) mantienen intactas sus dotes de caza. Lo que no saben es si en el siguiente gran premio les tocará ser unos ávidos sabuesos o unos escurridizos felinos.

Porque, además, no están solos. Mientras jugaban al ratón y al gato, tanto en Italia como en Cataluña les birló el premio un velocísimo ratón, al que hasta entonces apenas habían hecho caso, pese a que llevaba toda la temporada deambulando entre ellos, como ajeno al bidireccional juego entre los animales de compañía japoneses.

Es un pequeño ratón italiano, llamado Ducati (Andrea Dovizioso), que ha sabido aprovechar el marcaje entre los dos animales más tradicionales para correr por debajo del radar, llevarse un par de valiosos pedazos de queso y colarse en una fiesta en la que no parecía estar invitado. Una vez allí, está dispuesto a todo, aunque ahora, ni perros ni gatos pueden decir que no han reparado en su presencia.