En el primer Gran Premio de San Marino disputado en Misano en la era post Valentino Rossi, el trazado de la ribera del Rimini despedía a Andrea Dovizioso, que durante el verano decidió anticipar su retirada para hacerlo en su país y no alargar más una temporada bastante agónica.
Fue casi poético que; en el día del adiós de Dovi, el piloto que -cuando Rossi dejó de estar en la pelea- hizo soñar a Italia con volver a conquistar la categoría reina vestido de rojo Ducati; dos jóvenes italianos como Pecco Bagnaia y Enea Bastianini luchasen a brazo partido por llevarse el triunfo con sendas Desmosedici.
Asumiendo que nunca habrá otro Valentino Rossi, el afán de Italia tiene que ser el de encontrar a su nuevo Andrea Dovizioso: un tipo sobrado de talento que, siendo más terrenal que ‘Il Dottore’, pueda mirar de tú a tú a cualquier piloto de la parrilla hasta convertir en rutina la escucha del himno italiano cuando el reloj se acerca a las tres de la tarde del domingo de MotoGP.
Si hace menos de un año Bagnaia se postulaba como ese relevo claro, ahora le ha salido otro competidor en la figura de Bastianini. Ambos comparten Misano como trazado fetiche y ambos compartirán box y colores el próximo 2023, cuando Enea dé el salto al equipo oficial desde el Gresini.

Ambos están siendo dos de los grandes protagonistas del curso, en el que nadie ha ganado más carreras que ellos: la Bestia tiene tres, las mismas que Fabio Quartararo, mientras que Bagnaia aterrizó en Misano con cinco. Sin embargo, nunca habían coincidido en el podio en este 2022 (porque ninguno había pisado un escalón que no fuese el más alto) y apenas lo habían hecho en pista. Lo hicieron en Le Mans, donde Bagnaia acabó por los suelos tras ser superado por Bastianini.
Volvieron a verse las caras en Misano, donde fueron soltando a todos los demás rivales hasta quedarse completamente solos en una lucha que iba muchísimo más allá de los 25 puntos que se otorgaban al ganador.
Era el duelo entre la Ducati Desmosedici GP22 y la Ducati Desmosedici GP21. Entre el piloto del país (Turín) y el piloto de la zona (Rimini). Entre la moto oficial y la satélite. Y, sobre todo, era la precuela de un 2023 en el que competirán por el corazón de los ducatistas en completa igualdad de condiciones.
Como durante tantos años hizo Dovizioso -especialmente en sus duelos contra Marc Márquez-, Pecco Bagnaia y Enea Bastianini honraron al de Forlí dándolo absolutamente todo hasta la última curva.

El primero ofreció una auténtica masterclass de motociclismo defensivo, cerrando todos los huecos en el estrecho Misano para hacer dudar al segundo, que se pegó como una lapa esperando un fallo que no llegó, y que cerca estuvo de llevárselo puesto cuando quiso apurar más de la cuenta.
No es un decir eso de que lo dieron todo hasta la última curva. Ahí, cuando todo parecía sentenciado, Bastianini traccionó mejor y estuvo a punto de birlar la victoria a Bagnaia, que finalmente pudo entrar en meta para lograr su cuarta victoria consecutiva y entrar así en la historia del motociclismo, llevándose así el que se puede considerar como el ‘duelo número cero’ de 2023 en el seno de Ducati oficial.
La diferencia entre ambos se contabilizó en milésimas: concretamente en 34, el número con el que Andrea Dovizioso deslumbró tanto en 125cc -donde llegó a proclamarse campeón del mundo- como en 250cc, otro bonito homenaje para Andrea, que cruzó la línea de meta casi minuto después.
Lo hizo en la duodécima posición para sumar sus últimos puntos: concretamente 4, el número con el que saltó a MotoGP ante la imposibilidad de usar el 34 -retirado en honor a Kevin Schwantz- y que ha usado siempre desde entonces.

Si algo quedó claro en Misano, más allá de la numerología que se empeñó en acompañar su despedida, es que Andrea Dovizioso se puede retirar tranquilo. El legado que dejó en Ducati, el que le convirtió en ‘DesmoDovi’, está en muy buenas manos: tanto Bagnaia como Bastianini están preparados para conseguir lo único que a él se le escapó: el título de MotoGP.